El realizar un remake que consiga conquistar e, incluso, seducir con mayor efecto al trabajo original es todo un arte muy difícil de realizar. Sin duda, son aquellas versiones no hollywoodienses las que consiguen ofrecer una mirada diferente, al aportar un enfoque enraizado en otro tipo de visión social o artística. Es el caso de 'La chica del brazalete', dirigida por Stéphane Demoustier, adaptación francesa de la cinta argentina 'Acusada', dirigida por Gonzalo Tobal en 2018 y que estuvo inspirada libremente en hechos reales.
Aunque la prensa internacional relacionó ambos largometrajes con el caso Amanda Knox; realmente, tanto 'Acusada' como 'La chica del brazalete', tomaron como principal referencia el caso Solange Grabenheimer, sucedido en 2007, en el que la compañera de piso de Grabenheimer fue acusada de su asesinato, saliendo absuelta de forma unánime. Demoustier opta por llevar el largometraje por una mirada más aséptica y distante, lo que crea un ambiente hipnótico y magnético alrededor de un thriller judicial que acaba siendo una dura crítica social.
Demoustier crea una puesta en escena hierática, en la que el público desconoce si la acusada es culpable o inocente. En el fondo, no se trata de saber la verdad, sino en cómo se terminan haciendo juicios morales alrededor de la imputada. Ahí el cineasta, que escribió el guion basándose en el escrito por Ulises Porra y Gonzalo Tobal, crea un conflicto intergeneracional, en el que queda expuesto el desconocimiento de la vida real de los hijos adolescentes y hasta qué punto es lícito dicha ignorancia. En esa barrera sociológica, el director aprovecha para hacer una crítica a los juicios de valor, así como también -de manera mucho más sibilina- al linchamiento público.
Un magnífico thriller judicial que desemboca en un elegante drama social
En ese apartado, no solo Demoustier deja en evidencia cómo de diferente resulta la juventud de una generación a otra, sino cómo también se sigue judicializando la vida íntima de una mujer. El director crea situaciones en las que se crean prejuicios morales alrededor de la acusada por, precisamente, ser del sexo femenino, dejando la cuestión en el público en la qué sucedería si el imputado fuese varón y cómo se pondría en tela de juicio su vida sentimental y sexual. En ese sentido, el cineasta crea un drama sublime, en el que la ausencia de datos permite ver al largometraje como si del jurado popular se tratase.
A ello se suma unas interpretaciones magníficas. Roschdy Zem es la respuesta ideal para Leonardo Sbaraglia, especialmente porque logra ser igual de contenido y emocional que el intérprete argentino. A su lado, una Chiara Mastroianni discreta que, junto con Anaïs Demoustier, cumplen a la perfección los papeles de madre con un conflicto interno y fiscal acusatoria, respectivamente. Sin embargo, aquí la que deslumbra es la joven Melissa Guers, candidata al César a la mejor actriz revelación por este papel. El hermetismo que transmite en cada escena desconcierta a la par que atrae. Lejos de una mirada emocional, la intérprete empodera su papel de imputada, de joven que debe soportar machistas juicios de valor y de cómo su aparente inexpresión deja entreabierta la sensación de tener un volcán interno.
'Acusada' era sentimental, 'La chica del brazalete' es social. Un largometraje que expone, a través del riguroso sistema judicial, cómo la barrera generacional y una sociedad patriarcal son capaces de crear un perfil que puede inducir al juicio moral y cómo es la propia justicia -aséptica e impersonal- la valedora de los derechos de la mujer, por tanto, de la ciudadanía. Un magnífico drama judicial que deja en evidencia el lado más irracional de la humanidad.
Nota: 8
Lo mejor: Su elegante ejecución, la hipnótica interpretación de Guers.
Lo peor: Que sea un remake puede provocar otro prejuicio en el público.