No había dudas de que la adaptación cinematográfica de 'La chica salvaje', el best-seller de Delia Owens, iba a llamar la atención. Convertida en uno de los inesperados éxitos del verano en la taquilla estadounidense y ampliamente apoyada por el público, llega ahora a salas españolas esta versión que tiene el reto de narrar un apasionado y elegante melodrama que termina envuelto en un halo de misterio propio del cine de suspense. El resultado es ciertamente particular. Eso sí, muestra el potencial de Daisy Edgar-Jones como protagonista en la gran pantalla.
Por un lado, el filme, dirigido por Olivia Newman, fascina por sus escenarios, que evocan cierto realismo mágico, con un bosque y unos pantanos fascinantes, rodados en la alusiva Nueva Orleans, que el filme disfraza del área natural de Carolina del Norte. Esos bellos paisajes dotan a la cinta también de esa aura de intriga que termina envolviendo completamente a la trama, la cual, realmente, está más cerca del melodrama romántico que del thriller, a pesar de tener el reto de combinar ambos.
Tanto en ambos géneros, lo que es evidente es que se está ante un relato no solo de emancipación femenina, sino de la fuerza interior de una protagonista en la que se nota que el guion corre a cargo de Lucy Alibar, coguionista de 'Bestias del sur salvaje', por la que fue nominada al Oscar. Esa sensación de abandono y cómo se abraza para reconvertirlo en fortaleza cobra mayor sentido al tener de personaje principal a una mujer que, desde niña, ha tenido que enfrentarse sola a la adversidad, marcada por los prejuicios sociales y el ostracismo de un pueblo marcado por tradiciones arcaicas.
Es fascinante cómo, sutilmente, el relato muestra cómo los grupos discriminados encuentran una red de ayuda fraternal, se ve en cómo la joven Kya encuentra un vínculo semejante al familiar con el matrimonio Madison, únicos ciudadanos negros en una villa que se intuye de herencia segregacionista. En esa línea, el filme parece heredero de aquellos dramas sureños de los 80 y 90 que bien supieron captar la esencia rural para narrar entrañables relatos, como 'Magnolias de acero', 'Tomates verdes fritos' o 'Heredarás la tierra'; aunque jugando en otra liga, por supuesto.
Evocador melodrama con tintes de cine de misterio
Sobre ese aspecto, el filme acierta, gracias a una trama amorosa en la que se da clara preferencia al deseo y protagonismo femenino. Eso sí, la vena de misterio que tiene la propuesta le otorga a la cinta un trasfondo inesperado. Es aquí donde Daisy Edgar-Jones juega un papel fundamental. La intérprete británica, reconocida por series como 'Normal People', 'La guerra de los mundos' o la reciente 'Por mandato del cielo', ofrece un actuación sublime, de esas que es capaz de elevar el largometraje, hasta el punto de llevarlo a una experiencia deliciosa en la gran pantalla. Con miradas y gestos, es capaz de transmitir lo que siente la joven Kya.
Edgar-Jones demuestra madera para papeles protagónicos misteriosos, de esos que atrae más por lo que calla que por lo que dice. Además, tiene el desafío de sostener a solas una historia que combina dos géneros tan opuestos como el melodrama romántico clásico y el thriller. A su lado, dos correctos Taylor John Smith y Harris Dickinson, los cuales ofrecen las dos caras diferentes del amor.
Más cerca de las adaptaciones cinematográficas de Nicholas Sparks que de títulos como 'Perdida' o la saga 'Millennium', 'La chica salvaje' consigue ser un elegante drama con cierto espíritu de intriga cuya principal virtud es la historia de libertad personal de una protagonista fascinante.
Nota: 7
Lo mejor: La interpretación de Daisy Edgar-Jones.
Lo peor: No logra encontrar el equilibrio entre lo bucólico y lo inhóspito.