El género documental continúa erigiéndose como el más innovador en materia cinematográfica. Inspirándose en el estilo de Werner Herzog y con la celebrada novela de Joseph Conrad, 'Nostromo', el gallego Álvaro F. Pulpeiro ahonda en las fronteras de Venezuela con 'Un cielo tan turbio', radiografía de una realidad que, convenientemente, ha quedado en un discreto segundo plano y que explica la situación límite a la que el autoritario gobierno de Nicolás Maduro ha condenado a su país.
Mostrada en el CPH:DOX, en la categoría Next Wave , así como también en la Sección Oficial de la 19ª edición de IndieLisboa y en haberse proyectado en la sección Revoluciones Permanentes del 19 Festival de Cine Europeo de Sevilla, la película se desprende de cualquier declaración a cámara o de otros recursos artísticos que rompan la sensación de road movie que transmite el largometraje, que se agranda por el uso constante de travellings a través de un coche destartalado que ofrece una panorámica de Venezuela a través del asfalto.
El filme comienza llevando al público desde la carretera hasta una plataforma petrolífera en el Mar del Caribe para ir volviendo a tierra, a la frontera de Venezuela con Brasil y luego con Colombia. Pulpeiro retrata la realidad que hay en la frontera, primero en la frontera amazónica con Brasil, luego en el territorio hostil del Desierto Guajiro. El cineasta centra su relato en las imágenes, deja que sea la rutina de los ciudadanos que han huido a la frontera y que se dedican al contrabando y estraperlo de la gasolina, actividad considerada digna de piratería tras el bloqueo económico que impuso Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump.
Reflejo de la situación límite de la sociedad venezolana
Aunque Pulpeiro evite toda crítica política directa, al dejar que las imágenes hablen, el filme pone en cuestión al gobierno dictatorial y represivo de Maduro, así como el manierismo y exageración del líder estadounidense. Lo interesante es que las declaraciones de Maduro y sus adláteres, así como las informaciones relacionadas con Trump, son puestas como si fuera una radio que se escucha a lo lejos, clara metáfora de lo alejado que están de la realidad del día a día.
La decadencia de Venezuela queda muy bien reflejada en la situación límite que se ha creado entre fronteras, donde puede verse también la crisis humanitaria provocada por Maduro, en una ola de refugiados de la que se habla poco en medios europeos y que han provocado fuertes crisis sociales y políticas en los países vecinos. Pulpeiro, a pesar de retratar una realidad incómoda, no rehúye a mostrarla con el contraste de la belleza natural que da lugar la frontera, con secuencias que muestran, especialmente, el cielo que cubre la zona, intercalándose con una narración en off que ofrece poesía cual lamento. Es fascinante cómo esas nubes tenebrosas que bañan el cielo venezolano son una clara referencia a la calma previa al huracán, reflejada incluso en el título del filme, que parafrasea a Shakespeare: "Un cielo tan turbio pide una tormenta".
Aunque no es comparable de Herzog o Wim Wenders, los cuales perfeccionaron su mirada documental con la experiencia y el paso del tiempo, Pulpeiro se muestra como un ávido aprendiz, como le sucedió a Pablo Maqueda con 'Dear Werner', homenaje precisamente al director de 'Fitzcarraldo' o 'Encuentros en el fin del mundo'. Un filme poético y lírico que es capaz de mostrar la belleza dentro de lo inhóspito.
Nota: 7
Lo mejor: Su fotografía es magistral, especialmente en el contraste de las nubes y el agua del mar, la cual parece teñida de negro.
Lo peor: Peca de escenas que terminan siendo demasiado contemplativas.