Dante en 'La divina comedia', durante su travesía por el Infierno, en el Canto II, escribió: "Sólo aquellas cosas se han de temer que detentan poder de daño a otro; de las otras no, que no son temibles". Como si de un viaje a la inversa se tratase, el egipcio Mohamed Diab deja de lado la esperanza que mostró con 'El Cairo, 678' para narrar el profundo desencanto que siente con la fallida Primavera Árabe. 'Clash (Eshtebak)', filme de inauguración de la sección Una cierta mirada del 69º Festival de Cannes, se convierte en un duro y directo testimonio de los múltiples pedazos que ha dejado la revolución en el país.
Verano de 2013 en El Cairo, dos años después de la Primavera Áraba, que forzó el derrocamiento de Hosni Mubarak. Tras haber ganado las elecciones Mohamed Morsi, miembro del partido islamista los Hermanos Musulmanes, surgen nuevas manifestaciones contra el resultado. Centenares de personas con diferentes convicciones políticas y religiosas salen a las calles para expresar su malestar. El ejército y la policía arrestan a bastante gente durante los disturbios. Así, quedan cautivas varias personas dentro de un furgón, lo que provocará que distintas personas de diferentes ideologías se concentren en un lugar muy reducido. Sin embargo, el caos que les rodea les hará tener que dialogar.
El refugio y el abismo
Mohamed Diab, conocido en su país más como activista que por cineasta, se convierte en un auténtico cronista de la situación de su país. Si en 'El Cairo, 678' narraba el inicio de la rebelión y mostraba con optimismo la esperanza de una democracia tras los 30 años de dictadura de Mubarak, en 'Clash' ofrece una visión devastadora, pesimista y cercana al abismo de su propio país y en lo que ha devenido la Revolución Egipcia. Para mostrar su propia desolación, el cineasta, junto con su hermano, Khaled, que co-escribe el guion, encierra a un heterogéneo grupo de personas que se convierte en metáfora de los actuales conflictos de Egipto.
Es más, Diab no sólo se encarga de encerrar a sus personajes, sino que los lleva hasta el límite, rodando toda la película desde la perspectiva del encierro en un furgón policial en el que las fricciones y los odios surgen rápidamente, provocando una perturbadora sensación de ansiedad, de opresión y ahogo, provocando que el público sienta la desesperación y cómo el conflicto se vive como si fuese una olla a presión. Para aumentar la sensación de realidad, el cineasta sólo mostrará todo desde la perspectiva del encierro, dejando que el caos que rodea al furgón se convierta en un abismo al que sólo se le puede observar desde el paradójico cautiverio que, contradictoriamente, provoca cierta estabilidad en sus prisioneros.
Duro, incómodo y certero retrato de la situación actual en Egipto
Cercana la sensación de vértigo y horror que se pudo experimentar en la húngara 'El hijo de Saúl', manteniendo claramente las distancias, 'Clash' muestra en un microcosmos los grandes conflictos internos de un país y el fracaso de la esperanza que se tiñe de tiranía, evidenciando el fracaso de la conocida Primavera Árabe en Egipto. Diab muestra una radiografía dura, con personajes con los que el público empatizará de menor a mayor grado, mostrando los diferentes rostros de la humanidad. El cineasta no juzga, dejando a sus personajes representándose a sí mismo.
La sensación no sólo de vértigo sino también de incertidumbre, de miedo, de caos, de abismo están presentes en toda la película, dejando una profunda reflexión sobre la realidad de un país que sigue estando de actualidad con el tirano gobierno de Al-Sisi. 'Clash' no tiene concesiones, su golpe va directo a las tripas del compromiso del espectador. Cual infierno de Dante, la travesía del horror mostrado en la cinta ofrece cierta concesión a la esperanza, a ese paso previo por el purgatorio previo al cielo. Sin embargo, finalmente, Diab vuelve a mostrar el peligro que se corre en una realidad extrema, en la que es fácil caer en las redes del fanatismo en una sociedad que, en muchas ocasiones, ya no les queda nada que perder. Sin duda, un retrato acertado y duro de una realidad actual que Occidente no debe olvidar. 'Clash', más allá del compromiso que tiene con la ciudadanía egipcia, es buen cine, cual golpe directo, aquél que deja sabor en la boca a óxido y huego. Brutal, una obra maestra.
Nota: 9
Lo mejor: Su forma de rodar la película, que hace que el público siento el ahoga y la opresión de los protagonistas.
Lo peor: Que su mensaje no llegue al público lo suficiente.