No hace falta ser nativo de un país para mostrar con precisión su realidad a través del sensor de la cámara cinematográfica. El respeto y el rigor son las prioridades que debe tener un director en mente a la hora de embarcarse en un proyecto en tierras lejanas, sobre todo si se trata de una cultura que dista de la propia. En este caso, el país es Chile, y el año es 1973. Con esos dos datos ya es obvio cual va a ser el punto de partida, el golpe de Estado liderado por Augusto Pinochet, e impulsado por el carburante anticomunista propio de Estados Unidos, que llevó a derrocar al legítimo presidente Salvador Allende. El director que ha retrocedido de nuevo a ese determinante instante ha sido Florian Gallenberger, especializado en coger el avión desde Alemania para internarse en duraderas aventuras internacionales.
A 'Colonia', su último proyecto, el cineasta ha dedicado seis años de su vida, y el esfuerzo queda reflejado en pantalla. Pero eso influye hasta cierta medida, la que permite un guion cuyo desarrollo resulta cada vez más cuestionable a medida que avanza la cinta. Una joven azafata, encarnada por Emma Watson, llega a un revuelto Santiago de Chile, en el que se encuentra con su activista novio, al que da vida Daniel Brühl. Las cartas del amor se ponen sobre la mesa desde el comienzo, ya que el primer acto de la película se dedica a lo idílico de esta pareja, cuya estabilidad salta por los aires cuando los militares siembran el terror por las calles de la capital chilena. Una vez sembrada esa semilla del amor, Gallenberger la obligará a crecer a marchas forzadas una vez que ambos personajes quedan separados. Como es habitual en el cine del alemán, una única decisión determina el devenir de los protagonistas, como sucedía con la apertura de puertas a la amenazada población china en 'John Rabe'.
Ese vínculo indestructible entre ambos personajes provoca que ella se adentre en uno de los lugares más peligrosamente impunes del país sudamericano: Colonia Dignidad. En ese espacio segregado, en el que los hombre son los dominantes, en especial el líder sectario Paul Schäfer, es donde se desarrolla la mayor parte del largometraje. El paroxismo que genera ese personaje tan controvertido provoca la insumisión de sus "súbditos", lo cual lleva a reflexionar acerca de lo poco que ha cambiado la humanidad en estas cuatro décadas, ya que este tipo de líderes inmorales no han perdido ni un ápice de seguimiento en un mundo que se supondría racional a estas alturas. La heroina interpretada por Watson es testigo de duras escenas de violencia y dejación, mientras que su novio roza el ridículo por la forma en la que Gallenberger le hace virar tras haber entrado a Colonia Dignidad. Por lo tanto, conocemos el lugar y sus particularidades a través de los ojos de esa sufridora azafata, pero lo que no capta el realizador con destreza es el tiempo que pasa dentro de ese campo de concentración a escala, lo cual lleva a desestimar en buena medida los efectos que tiene en los protagonistas la estancia en ese infierno de tan sencillo acceso -para evitar complicaciones de guion- y tan difícil escape.
Credibilidad cuesta abajo
Por mucho que Gallenberger se esfuerce por mostrar de la forma más correcta posible el espacio y el tiempo, lo que no encuentra es la historia correcta con la que mostrarlo. Este prison break amoroso sufre los dolores propios del amor como motor causal inquebrantable. Al igual que sucedía en 'John Rabe' y 'Sombras del tiempo' el marco histórico genera pocos reproches, pero las motivaciones de los personajes van perdiendo credibilidad e interés. En el caso de 'Colonia', la sombra de 'Missing' es alargada. El Chile mostrado por Costa-Gavras era mucho más inmersivo y también implicaba el amor arrebatado, pero daba un paso más al añadir el ingrediente de la incredulidad imperialista de un personaje estadounidense. En cambio, Gallenberger pasa del drama romántico al thriller de acción en cuestión de minutos para llegar a un desenlace que debió ser planteado como apoteósico y que finalmente queda disuelto en un caos equiparable al de las calles de la capital de la patria de Neruda.
Nota: 4
Lo mejor: Descubrirá a muchos una historia tan escalofriante como la de Colonia Dignidad, que revela una vez más los límites de inmoralidad a los que puede llegar el ser humano.
Lo peor: Gallenberger da excesiva prioridad a los líos amorosos en detrimento de una más elaborada presencia de los perturbadores sucesos acontecidos en ese lugar.