El pensador inglés Tomás Moro dijo: "Vuestras ovejas son ahora tan voraces que devoran a los hombres". Con esa cita de la obra 'Utopía', del mencionado autor y que publicó en 1516, el cineasta Felipe Gálvez inicia su largometraje. 'Los colonos', presentada en la sección Una Cierta Mirada del 76 Festival de Cannes, donde obtuvo el Premio FIPRESCI, y galardonada con el Premio Horizontes al mejor film iberoamericano en el 71 Festival de San Sebastián, llega a salas comerciales con también el aval de haber sido elegida por Chile para representar al país en la categoría de mejor película internacional en los 96 Premios Oscar.
Varios avales para esta atrevida ópera prima de Gálvez, quien ha desarrollado buena parte de su carrera como montador y que firma el guion de su debut junto con Antonia Girardi y en colaboración con Mariano Llinás. Gálvez se adentra en los aspectos más incómodos de Chile como país independiente: el Genocidio Selknam. Esta matanza de esta comunidad indígena se produjo en la isla Grande de Tierra de Fuego, entre Chile y Argentina, cuando ambos países ya no eran colonias españolas. La introducción de estancias ovejeras en la región provocó que colonos británicos, argentinos y chilenos organizasen matanzas, llegándose a dar una libra esterlina por cada miembro de la etnia selknam abatido.
Historia que en Argentina se ha narrado, pero que para Chile sigue siendo un episodio de su historia que no aborda. Ese es el principal punto del largometraje, con el que el cineasta busca hablar al presente de su país desde un cuidado ejercicio de memoria histórica. Chile es un país con varios problemas relacionados con su propio pasado y mestizaje, algo que se refleja en un film que bien podría catalogarse como el anti-wéstern y la anti-película de aventuras.
Gálvez crea la antítesis del héroe del wéstern o del cine de aventuras
Ambos son los géneros que Gálvez utiliza para su largometraje, el cual aprovecha sus deslumbrantes escenarios naturales para recrear una historia cuya estética bien recuerda a la que plasmó el mexicano Alejandro González Iñárritu en 'El renacido' o el argentino Lisandro Alonso en 'Jauja', gracias a la fotografía de Simone D'Arcangelo. Unos bellos páramos naturales que, asimismo crean un ambiente de hostilidad con el que se siente una sensación de peligro constante y provocan que el público esté en una situación de alerta. Algo que permite estar expectante en una trama en la que es imposible encontrar algo de bondad en sus protagonistas.
Es ahí donde Gálvez aprovecha los elementos clásicos del wéstern para crear un relato de violencia y crueldad. El realizador explora aquellos episodios borrados de la historia de personajes que existieron, como el empresario José Menéndez o el militar Alexander MacLennan, llamado popularmente en Chile como el 'Chancho Colorado'. El cineasta se vale de esas personas reales para crear una fábula del horror, en la que se ven las partes oscuras de cómo los héroes forjan su destino.
Gálvez refleja también la absurdez de cierta masculinidad muy presente en cintas de wéstern, dejándola en evidencia bajo la mera representación de actos que el director no juzga. Pero 'Los colonos' va más allá, dado que deconstruye completamente el género, de manera similar a lo que hizo Jacques Audiard en la magnífica 'Los hermanos Sisters' o Jane Campion en 'El poder del perro', en las que enseñaban las flaquezas de los vaqueros, los cuales se mostraban vulnerables.
Un sublime ejercicio cinematográfico
En el caso de Gálvez, lo hace para retratar esa parte de la historia que su propio país ha tratado de ocultar, así como también dar una lanza a favor del pueblo selknam, el cual sigue en la actualidad luchando por su dignificación y existencia. Más allá de las propias connotaciones del film, se está ante un largometraje con pulso exquisito, con el que Gálvez alardea de un estupendo control de los tiempos, así como de un apartado visual y técnico brutal.
Junto con su fotografía, se añade una magnífica banda sonora, compuesta por Harry Allouche, el cual parece mimetizarse en el estilo propio de Ennio Morricone, en una música que sólo ahonda en esa sensación de adentrarse en un relato en el que la humanidad es dejada de lado para sacar el lado más desalmado del ser humano. Gálvez juega también con lo que no se ve, provocando que las matanzas sucedan fuera de cámara, dejando que el horror se sienta por la propia atmósfera y no recreándose en la violencia que ya se percibe.
Un nuevo ejemplo de los años sublimes que está viviendo el cine chileno y que podría ser la respuesta a lo que hizo Pablo Larraín en ese descenso a los infiernos que fue 'El club'. Si ese film de 2015 fue como entrar en el sexto círculo del infierno de 'La divina comedia' de Dante; 'Los colonos' es como haber entrado en uno de los fragmentos del primer giro del séptimo círculo del infierno de la misma obra. Sublime a la par que sobrecogedor, uno de los largometrajes del año.