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CRÍTICA

'Como Dios manda': Una comedia diversa en la que la reivindicación es lo de menos

Leo Harlem protagoniza la comedia que pretende mandar un mensaje de respeto y aceptación de lo diferente, pero que termina cayendo en los tópicos por el camino.

Por Isabel Toscano de Miguel 2 de Junio 2023 | 10:00

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'Como Dios manda': Una comedia diversa en la que la reivindicación es lo de menos

Para su debut en la dirección, Paz Jiménez ha decidido aceptar el reto de encabezar la dirección de 'Como Dios manda', una comedia firmada por Marta Sánchez Guillé y Gonzalo Bendala, y protagonizada por Leo Harlem. Con una trama un poco enrevesada y predecible, presentan la historia de Andrés Cuadrado, un hombre chapado a la antigua, un ordenado y estricto trabajador de Hacienda que es trasladado a una delegación de Igualdad como castigo por realizar comentarios machistas a una compañera.

Las finalidades de las comedias como esta son entretener y hacer reír al público que acude a la sala para pasar un buen rato. Este objetivo cómico está presente en la película, aunque es innegable que tiene un trasfondo reivindicativo que, en cierto modo, puede llegar a no calar del todo. La película pretende mostrar la sociedad tan diversa en la que nos encontramos y la necesidad de aceptación y respeto por parte de todos intentando dejar atrás la intolerancia. Esto queda bien reflejado y se ve la progresión, aunque demasiado obvia, por parte del protagonista.

'Como Dios Manda'

A pesar de ello, hay ciertos detalles que quizá se han escapado y que no terminan de encajar en el mensaje que quiere transmitir. En primer lugar, de forma paralela a la historia del personaje de Harlem, él mismo ayuda a que se desarrolle una historia de amor entre Ana (Stéphanie Magnin) y Martín (Daniel Pérez Prada). Hay que admitir que la manera en la que se trata esta relación es muy positiva, ya que se intenta mostrar cómo Martín intenta ligar y conquistar a Ana desde el respeto, sin caer en tópicos machistas que siguen todavía muy presentes en este ámbito. Lo que parece una oportunidad perdida es que, a la hora de desarrollar un romance, se haya optado por una pareja heterosexual y no, por ejemplo, la de una pareja trans, que de igual manera aparece en la trama.

Pasar de puntillas

Por otro lado, hay dos situaciones en las que el protagonista, en cierto modo, termina siendo clave para dos mujeres en unas situaciones bastante más complejas. Dichas situaciones hacen referencia a un caso de violencia de género y otro de inmigración ilegal. Ambas situaciones, descubiertas por el protagonista, no se desarrollan y por lo tanto no tienen una explicación y tampoco un final claro. Es comprensible que dada a la delicadeza con la que deben ser tratados, Sanchéz y Bendala no se hayan querido meter en terreno pantanoso, pero presentarlos, tratarlos con nimiedad y darles una solución aparentemente fácil, parece minimizar el impacto de historias como estas.

En cuanto a las interpretaciones, destacan las de María Morales como Lourdes y Julián Villagrán en el papel de Víctor. Morales convence con su interpretación, mostrando una mujer segura, independiente y luchadora por las cosas que realmente son importantes en la vida y en la sociedad, a la vez que se explica el porqué de su esencia mostrando también su lado más sensible. Villagrán clava a su personaje en una actuación que se queda muy lejos de parecer una exageración o un cliché. Además, su faceta de artista se deja ver en la película con una actuación musical que, aunque pegadiza, termina resultado demasiado larga.

En definitiva, podría decirse que 'Como Dios manda' logra su objetivo como comedia consiguiendo, al menos, que se esboce una sonrisa con un tipo de público que se centre en los chistes tradicionales, comentarios oportunos y la gracia que puede producir ver al protagonista tan alejado de su zona de confort. Pero aquellos que busquen más ese mensaje reivindicativo saldrán con sabor de boca agridulce, porque ya de meterse en este jardín, al menos haber ido a por todas.

5
Lo mejor: Es corta y entretenida. María Morales y Julián Villagrán.
Lo peor: La contradicción a la hora de mandar el mensaje reivindicativo.
Rostros