Los avatares del destino, en materia de estrenos y distribución, son de los más extraños. Coronada como una de las películas fundamentales de la pasada 74ª edición del Festival de Cannes, el de la rentrée tras la cancelación del certamen de 2020, donde obtuvo el Gran Premio del Jurado, ex aequo con la iraní 'Un héroe' de Asghar Farhadi, 'Compartimento No. 6' fue una de las protagonistas de la pasada temporada de premios, elegida como candidata por Finlandia para representar al país en la categoría a le mejor filme internacional en los pasado Premios Oscar (estuvo entre los 15 títulos de la shortlist), premiada en la pasada SEMINCI con el galardón al mejor actor y nominada a tres Premios del Cine Europeo (mejor película, mejor actriz y mejor actor).
Sin embargo, su llegada a salas comerciales españolas no es en el mejor momento, pues 'Compartimento No. 6' ofrece una mirada humanista sobre la ciudadanía rusa, además de ser una 'road movie' en tren por los lugares más inhóspitos y naturales de la Rusia profunda, que plasma una sociedad llena de contradicciones que tras su pétreo aspecto esconde una sensibilidad extraordinaria y que no tiene reparo en mostrar las complicadas relacionas de la antigua república soviética con sus países vecinos, apostando por la concordia.
Evidentemente, a la hora de realizar el largometraje y de presentarlo en Cannes, el finés Juho Kousmanen no se imaginaba siquiera que su alegato iba a quedar contaminado por la tragedia y el horror provocado por la Rusia de Vladimir Putin al invadir Ucrania, provocando una serie de matanzas que ya han sido tildadas de genocidio, además de un evidente ataque de lesa humanidad. No obstante, a pesar de que el timing no favorece al filme, toca analizarlo como obra independiente, pues 'Compartimento No. 6' es, ante todo, un relato humanista que explora cómo dos almas opuestas se encuentran y cómo surge entre ambas un vínculo difícil de catalogar, en el que se rompen las barreras y, sobre todo, las máscaras y etiquetas.
Basada en la novela homónima de Rosa Liksom, Kuosmanen plasma el viaje de Laura, una estudiante universitaria bisexual, finlandesa radicada en Moscú (donde tiene una relación compleja con una catedrática) que está realizando su tesis y que ha cogido el expreso que le llevará hasta el óblast de Múrmansk, en el Círculo Polar Ártico, donde busca analizar los petroglifos de Kanozero, descubiertos en 1997 (la cinta está ambientada poco después de este año) y que datan de 3.000 o 2.000 años antes de Cristo. En su compartimento del tren-cama conoce a Lhoja, un joven obrero de origen humilde que va a la región para trabajar en la minería.
Un largometraje de autodescubrimiento realizado con lirismo. Una hermosa amistad improbable
Kuosmanen teje una amistad improbable que a cierta parte de la crítica le ha evocado a 'Antes del amanecer', primera entrega de la trilogía realizada por Richard Linklater con Ethan Hawke y Julie Delpy. No obstante, el viaje de autodescubrimiento evoca más al descenso a los infiernos y resurrección de Laetitia Dosch en 'Bienvenida a Montparnasse', aunque con una contraparte masculina de mayor peso; así como la historia de no romance, que puede estar más cerca de 'Deseando amar' de Wong Kar Wai, aunque llevándolo más al sentimiento platónico. Para Kuosmanen, el viaje es una de metáfora sobre cómo hallarse a uno mismo, dejando atrás identidades, etiquetas o las máscaras que se utilizan para el resto de la sociedad, lo hace con una joven que aspira a ser una intelectual y cómo va rompiendo prejuicios y barreras con su compañero de recámara, un hombre arrabalero, de lenguaje soez y con problemas con la bebida que ha creado esa imagen para infundir amenaza, pues en realidad es un joven mucho más sensible de lo que quiere admitir.
Aunque haya ciertos momentos que inviten a pensar en un relato romántico, Kuosmanen no está interesado en crear un romance como tal. Es más, diríase que sus personajes son bastante antipáticos en su inicio. No obstante, es la forma en la que van acercando posturas, en cómo van conociéndose es lo que termina conquistando. Eso sí, esta historia de confianza mutua y ambiguo afecto no hubiera sido posible sin la entrega de sus protagonistas, comenzando por Seidi Haarla, la actriz protagonista que podría ser el reverso finlandés y noventero de Renate Reinsve en 'La peor persona del mundo'. Aunque quien deslumbra es Yuri Borísov, como ese tunante con sentimientos que muestra la humanidad que se esconde tras la tosquedad en un papel muy diferente a los que ha solido ofrecer en su filmografía. Ambos derrochan química, en un viaje que crea interés debido a lo imprevisible que termina resultando.
Como sucedió con 'El día más feliz en la vida de Olli Mäki', Kuosmanen vuelve a mostrar también que prefiere que sus relatos tengan un sentimiento trascendental dentro de lo mundano. Por otro lado, el ambientar la obra a finales de los 90 o inicios de los 2000 (la novela realmente estaba situada en los 80), en un momento en el que las contradicciones de la sociedad rusa podían verse más al mostrar un deseo paradójico en ser o no Europa y abrazar a Occidente, invitan a que el filme tenga cierto toque añejo, incluso en las decisiones estéticas, como la ausencia de teléfonos móviles y una clara dependencia de los aparatos analógicos, que obligaban a mirar más al prójimo que estaba sentado enfrente y que, en el presente, sería más difícil de adaptar (aunque no por ello imposible, que conste).
'Compartimento No. 6' es un ejercicio que pule la mirada autoral de Kuosmanen, quien ya estuvo a punto también de ser nominado al Oscar por su anterior largometraje. Un filme que explora cómo es el propio ser humano quien opta por complicar la propia vida debido a su rol social y colectivo. Un viaje de autodescubrimiento, también de aceptación de uno mismo y ruptura de identidades, que finalmente es una obra tremendamente lírica, que evidencia una mirada delicada e intimista que eleva al largometraje como uno de los imprescindible de esta temporada; además de confirmar a Kuosmanen como uno de los cineastas más observadores y detallista del panorama europeo actual.
Nota: 8
Lo mejor: Sus momentos finales, con escenas que fascinan tanto por su aspecto visual como por su significado. Las interpretaciones de Haarla y Borísov.
Lo peor: Le cuesta arrancar al principio. Le falta tener en cuenta el doble peligro que siente una mujer al viajar sola. Se percibe con sutileza la sensación de amenaza, pero es excesivamente liviano en este aspecto.