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CRÍTICA

'Conspiración en El Cairo': El creyente que cayó a la tierra de los descreídos

Crítica de 'Conspiración en El Cairo', dirigida y escrita por Tarik Saleh. Premio al mejor guion en el 75 Festival de Cannes, sección oficial de la 67 Seminci de Valladolid y nominada al César.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 15 de Abril 2023 | 14:30
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Conspiración en El Cairo': El creyente que cayó a la tierra de los descreídos

Umberto Eco, en su afamada novela 'El nombre de la rosa', escribió: "Las únicas verdades que sirven son isntrumentos que luego hay que tirar". La mención de la reconocida obra del autor italiano no es baladí, dado que ha sido fuente de inspiración para el cineasta sueco de origen egipcio Tarik Saleh para su nuevo largometraje. Y es que 'Conspiración en El Cairo' reinterpreta buena parte del espíritu del libro, en un entorno completamente islámico.

Conspiración en El Cairo

Galardonada con el premio al mejor guion en el 75 Festival de Cannes, mostrada en la Sección Oficial de la 67 Seminci de Valladolid y elegida por Suecia para representar al país en la categoría de mejor film internacional en los 95 Premios Oscar; 'Conspiración en El Cairo' es una vuelta de tuerca a lo que plasmó Saleh en 'El Cairo confidencial', dando un paso más en la doble moral que existe en el ámbito religioso.

El cineasta, quien también firma el guion, da un paso más en su ambiciosa filmografía y continúa explorando el lado más sórdido y corrupto del Egipto actual (tan incómodo es, que tiene prohibida la entrada al país de su padre y abuelos). 'Conspiración en El Cairo' es un afilado thriller de un joven aprendiz, de un pueblo pescadero, que termina envuelto en una trama de tráfico de influencias, crímenes y corrupción.

Conspiración en El Cairo

El cineasta muestra directamente cómo el poder político y el religioso buscan alinearse para mantener controlada a la ciudadanía. El realizador, quien también firma el guion, cambia la abadía benedictina de la novela de Eco por la mezquita de al-Azhar, que guarda desde el año 988 una de las escuelas islámicas más antiguas del mundo y tiene una de las universidades religiosas más prestigiosas del mundo musulmán.

Sublime thriller que expone las cloacas de los estamentos de poder

Sin duda, Saleh conoce de primera mano las costuras del islam y las expone en un filme incómodo y valiente, en el que se reflejan también las batallas internas que tienen los propios imanes sobre la interpretación de una religión mirada siempre con recelo. Aunque Fares Fares, conocido por la saga 'Los casos del Departamento Q', destaque como el policía que investiga los crímenes que se cometen en al-Azhar, es el palestino Tawfeek Barhom quien brilla como el joven aprendiz que termina aprendiendo a lidiar con la cara más viciada de la sociedad.

Conspiración en El Cairo

En esa discusión sobre cómo el islam mantiene su vigencia como religión de estado, Saleh muestra su lado más corrompido, en cómo los principales líderes del seminario más importante del mundo musulmán termina convirtiéndose en un lugar de intrigaciones, traiciones y ansias de poder. El cineasta lo plasma desde los religiosos más radicales hasta lo más moderados. Al final, cada uno de ellos busca mover sus propias fichas para erigirse como principal fuente de influencia. El film muestra que, además, esta universidad es la más importante dentro del islam, lo que hace que tenga un matiz que va más allá del control político, el cual también busca mantener viva su influencia.

Fabulosa reinterpretación de 'El nombre de la rosa', que coloca a Saleh como una de las voces más fascinantes del cine sueco actual. Una propuesta que vuelve a mostrar al cineasta como una voz crítica que expone las costuras de un sistema podrido y corrupto y cómo el poder religioso busca sacar provecho de este. Película valiente, dado lo arriesgado que resulta realizar un retrato crítico con base y fundamento sobre el islam.

9
Lo mejor: La representación del juego de poderes y corrupción, tanto del Estado como de la institución religiosa.
Lo peor: El ninguneo que ha vivido en la temporada de premios.