Desde su estreno el pasado mes de marzo en el Festival Punto de Vista de Navarra, donde conquistó el Premio del Público, 'Converso' parece haber sido bendecida, encaminada a convertirse en un fenómeno a pequeña escala del cine documental español. Aunque cuidado, 'Muchos hijos, un mono y un castillo' llega con fuerza tras su paso por Karlovy Vary y San Sebastián para hacerle sombra. Podría achacarse que jugaba en casa, pero desde entonces, la película dirigida por el pamplonés David Arratibel ha sido seleccionada en festivales como Documenta Madrid, el D'A o la sección Zinemira de San Sebastián dedicada al cine vasco, logrando además el Premio a Mejor Director del Festival de Málaga y el Premio del Público en Alcances, el certamen de cine documental con más solera de nuestra geografía.
¿Pero qué tiene 'Converso' para cosechar tantos premios y elogios por parte de la crítica y del público allá por donde ha pasado? Evidentemente una de las claves reside en el tema que aborda. La religión sigue despertando interés entre la audiencia y el enfoque de Arratibel nos invita a plantear reflexiones pertinentes, las que llevaron al propio director a preguntar a sus hermanas y a su madre por qué se convirtieron al cristianismo. Pero ante todo la clave está en el cómo, en su aproximación a la temática. Y lo hace en primera persona, exponiendo los conflictos que le provocó la llegada de la fe católica y de la espiritualidad a su familia, a quienes escucha uno por uno, con los que conversa (he ahí el juego de palabras del título) sin tratar de sacar conclusiones ni imponerlas al espectador, solo para intentar comprenderles mejor.
Más allá de su modélica aproximación a la religión, que por supuesto exhibe ironía y abre un sugerente enfrentamiento dialéctico, pero también con la curiosidad y el respeto del que se ha quedado fuera de la fiesta, habría que reconocer que en lo formal se trata de un ejercicio documental cuya aparente sencillez recoge algunas de las búsquedas que el cine de no-ficción español ha emprendido durante los últimos años, pese a todavía ocupar un lugar marginal entre el público, cuando irónicamente se encuentra en una etapa cada vez más estimulante.
Resulta fundamental el equilibrio que demuestra Arratibel en el montaje al permitir que el tema surja de la forma más natural posible, siguiendo paso a paso el proceso personal de su hermana María, para al mismo tiempo dotar de interesantes elementos formales a la estructura y puesta en escena, como la representación del yo. Ese es uno de los grandes méritos de 'Converso', quizás un ejemplo a seguir en el futuro para romper las barreras de la distribución y salir los espacios destinados exclusivamente al documental, ya que hablamos de una película que tiende puentes, capaz de atraer a los agnósticos del cine de autor, así como a los cinéfilos menos creyentes, y resultar igualmente interesante para ambos.
El yo ante el misterio de la fe
"¿Por qué quiere grabar todo lo nuestro?" Escuchamos de una voz infantil mientras las imágenes se centran en unos dibujos y notas con motivos religiosos pegados en un frigorífico, en la que será nuestra entrada furtiva al domicilio de la hermana del director. Un inicio, filmado cámara en mano que en su composición recuerda al del cine diario. No en vano, Arratibel ha reconocido en repetidas ocasiones que su deseo de hacer películas proviene del visionado de los diarios de David Perlov en una de las primeras ediciones de Punto de Vista. Estilo formal que no prolongará durante el resto del metraje y al que sucede el uso de un lenguaje observacional, que se centra en el traslado de un órgano, hasta finalmente aceptar su condición de película de entrevistas, desde la que crece y cobra significado. En definitiva, invitándonos con su dispositivo a descubrir el propio proceso creativo, técnico y humano del rodaje.
Cada conversación está planteada de una manera diferente y enriquecedora. Primero empieza entrevistando a su cuñado, Raúl del Toro,que cuenta el proceso de conversión desde la distancia y el punto de vista del que es su pareja. A continuación introduce a María, su hermana mayor, que centra el relato y con la que conversa tanto usando la técnica de entrevista tradicional como desde al asiento trasero de un coche. Resulta interesante comprobar en las imágenes que progresivamente Arratibel pasa de ser una voz en off a un ente físico, como si el acercamiento a la fe de su familia también fuera un acercamiento a sus vidas. La puesta en escena de la conversación con su madre Pilar y su hermana Paula así lo atestigua, incorpora al propio director en la imagen.
Por tanto, la conversación tiene consecuencias, gracias a hacer la película el director no solo se acerca a la fe, sino que se acerca a su familia, a los que la presencia de la cámara ayuda a hablar de sus vacíos (como la relación con el padre). Y aunque no acabe siendo otro converso, David Arratibel logra un efecto sanador que con su final invita a creer que la película es capaz de asomarse a la fe sin juzgar ni exhibir cinismo alguno, aceptando su trascendencia en la vida de sus seres queridos.
Nota: 7
Lo mejor: La forma progresiva de introducirse del propio cineasta en la película.
Lo peor: Que el tema pueda generar prejuicios en el espectador.