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CRÍTICA

'Corazón gigante': La afabilidad del alma

Desde Islandia llega una de las películas europeas del momento: 'Corazón gigante', un interesante y entrañable relato sobre la dificultad de crecer, sobre todo a destiempo.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 13 de Mayo 2016 | 18:31
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Dagur Kári es una de las jóvenes promesas de ese desconocido pero realmente magnífico cine islandés. Tras 'Sparrows' y 'Rams (El valle de los carneros)' llega 'Corazón gigante', una entrañable y particular historia que se alzó con el premio al Mejor Actor en la Seminci de Valladolid y con los galardones a mejor película, actor y guión en el Festival de Tribeca.

Fúsi es un hombre inadaptado de 43 años que vive en Reikiavik junto con su madre. Padece sobrepeso, nunca ha tenido una relación de pareja, trabaja en el área de facturación del aeropuerto y pasa su tiempo libre jugando con figuritas de la Segunda Guerra Mundial. Una vida monótona y apagada que cambia cuando le ofrecen un cupón descuento para aprender a bailar country. Allí conoce a Sjöfn, una mujer que también es un alma solitaria y que guarda varios secretos.

Corazón gigante

El crecimiento personal de su protagonista

Kári tiene una extensa experiencia en películas con personajes particulares, héroes marginados y mundanos que consigue forjar una conexión entrañable con el público. Ya lo demostró en 'Un buen corazón' y 'Dark Horse'. En 'Corazón gigante', el realizador islandés muestra un personaje patético, aislado al mundo. La apertura psicológica y emocional es paulatina, como también la empatía del espectador hacia el personaje. En esto hay que aplaudir la magistral labor de Gunnar Jónsson, al tener un personaje complejo en el que la fuerza interpretativa reside en pequeños matices.

En ese sentido, ayuda también un audaz guión por parte de Kári, ya que muestra que el crecimiento personal, aunque sea de forma altruista hacia otra persona, es propio del individuo. Esto se refleja cuando aparece en la vida del solterón Fúsi Sjöfn, encarnada notablemente por Ilmur Kristjánsdóttir. El personaje de Sjöfn, una mujer depresiva y profundamente herida, es aparentemente más sociable y alegre. Sin embargo, ese optimismo sólo es apariencia, aunque logra calar hondo en Fúsi, lo que demuestra que el salir hacia delante sólo depende de uno mismo, de nada sirve la ayuda exterior si uno no quiere caminar hacia delante.

Corazón gigante

Una estupenda combinación de drama y comedia

Los toques de humor consiguen rebajar la carga dramática, que se percibe en las expresiones tanto de su protagonista como de los otros personajes. Porque la comedia, como también la parte romántica, aligeran la trama pero también le dan mayor peso a esa situación en la que vive el protagonista, al que el director le pone una mirada dulce pero real, llena de subtextos y lecturas. En ese sentido, la cinta se acerca a producciones como la ya citada 'Rams (El valle de los carneros)' o las francesas 'Odette, una comedia sobre la felicidad' o 'Mil noches, una boda'.

Mensaje que puede parecer sencillo pero que no es tan fácil plasmarlo en la vida y que en 'Corazón gigante' se puede apreciar. No obstante, el cineasta huye de momentos felices, otorgándole a su película un paradójico toque amable y condescendiente en ello. Quizás esa forma es la que consiga atrapar de verdad al público, que provoca que empatice con ese gran niño que madura, a destiempo, pero madura. Una metáfora sobre aprender a tomarse de la mano. Un ejemplo del nunca es demasiado tarde de manera realista aunque con un toque extravagante, una combinación maravillosa que convierte a esta película en una de las mejores comedias dramáticas vistas últimamente en el panorama europeo.

Nota: 8/10

Lo mejor: Su personaje y el actor que tiene el reto de darle vida, Gunnar Jónsson.

Lo peor: No es fácil inicialmente meterse en la piel de la película, necesita tiempo.

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