Tras el estreno de 'Holmes & Watson. Madrid Days', en 2012, poco después José Luis Garci anunció su retirada del cine. Siete años han pasado para que el director madrileño rompiese su promesa y vuelva al séptimo arte, reencontrándose con un viejo conocido, el detective Germán Areta, aquel personaje que marcó el devenir del thriller español. Esta vez con una precuela, 'El Crack Cero', en la que puede conocerse el origen del carácter de un hombre que forma parte de la historia del cine.
Germán Areta, un reconocido policía de la Brigada Criminal que decidió salirse del cuerpo, acaba de abrir su agencia de detectives cerca de la Gran Vía madrileña. A su despacho llega Remedios, una misteriosa y atractiva mujer casada que le pide que investigue la muerte de su amante, Narciso Benavides, un reconocido sastre que, aparentemente, se suicidó en la plaza de la República Argentina. Remedios cree que no fue un suicidio, sino un asesinato. Areta acepta el trabajo, descubriendo que, en contra de su creencia que alguien solo mata por amor o dinero, hay muchos más motivos para acabar con la vida de una persona.
Una película que evoca a cine clásico y nostalgia
Hablar de 'El Crack' es nombrar a una de las sagas más prestigiosas del cine español contemporáneo. Lo que fue un homenaje al cine noir clásico, se convirtió en uno de los pilares en los que se cimentó el thriller patrio. Títulos como 'Que Dios nos perdone' o 'La isla mínima' tienen influencias son herederos de esta joya cinematográfica dirigida por Garci. Tanto el filme de 1981, como su secuela, 'El Crack II', estrenada en 1983 son filmes de culto. De ahí, que la decisión del cineasta de adentrarse de nuevo en una serie que cerró 36 años atrás fuese muy arriesgada.
Fue la promesa que le hizo a Maite Imaz, viuda del gran Alfredo Landa y fallecida en 2015, que le animó cerrar la trilogía fallida (puesto que Garci había pensado una tercera parte que nunca llegó a rodarse), el que el director quisiese reencontrarse con el mítico Areta. Como el legado que dejó Landa es inmenso, el realizador fue astuto al retomar la historia por el comienzo, con un filme que anteceda a las icónicas películas de inicios de los 80.
Con lo cual, se está ante un largometraje con el que Garci deja claro que debe tener aspecto añejo, anterior a lo visto en esa obra maestra en la que Landa fue Areta y Miguel Rellán El Moro. De ahí, que este filme sea un viaje al cine clásico, en todo su sentido, al estar rodado en un magnífico blanco y negro, que ensambla a la perfección con las imágenes de archivo con las que el director transporta al público al Madrid de los 70; con una fotografía cuidada al detalle (en la línea de filmes en blanco y negro actuales como 'La cinta blanca', 'The Artist' o 'Cold War'); con una puesta en escena tradicional, con cierto toque teatral; diálogos que evocan a títulos como 'La mujer del cuadro' o 'Gilda', a la que Garci hace referencia, e interpretaciones que rememoran ese cine que en España, realmente, nunca se produjo, estando más cercano a los clásicos del Hollywood dorado.
Por ello, 'El Crack Cero' es una auténtica joya cinematográfica a la altura de las dos primeras películas de la saga, en parte por su cuidado estético, en el que el detalle prima, dejando muy poco al azar. Garci evoca un cine que ya no existe, un estilo que puede ayudar a vislumbrar cómo era rodar películas en antaño, mostrando que se está ante un realizador que mantiene su esencia, que tiene la virtud de evocar con suma finura cierto aroma de nostalgia, que queda impregnado en cada secuencia del filme.
Al estar todo cuidado al máximo detalle permite comprender mejor el retrato de la España que muestra. Ayudado por el blanco y negro, Garci recrea una España que viva la transición de la Transición, al estar ambientada en los últimos meses de vida de Franco. El cineasta afina en la construcción de sus personajes, reflejos del momento histórico que vivían, unos con ganas de mirar hacia el futuro, otros temerosos que el "equilibrio" se desestabilice, teniendo ambos puntos de vista un elemento común: la incertidumbre.
Fascinante regreso de uno de los directores más reconocidos del cine español
A ello se suman unas interpretaciones de lujo. Carlos Santos tenía la enorme responsabilidad de coger el testigo de Alfredo Landa, que era la imagen perfecta de Germán Areta. Santos no hace una imitación, entiende la psique del personaje, llevando a su terreno al detective. El actor murciano ofrece una de sus interpretaciones más redondas, superando incluso su estupenda interpretación en la soberbia 'El hombre de las mil caras', mostrando contención en su sentido más extenso, siendo sinónimo de tranquila calma e ira visceral. El intérprete transmite a través de sutiles cambios de expresión, que consiguen que el público vea a quien tiene que ver: a Germán Areta.
Al lado de un magistral Santos está Miguel Ángel Muñoz, que tenía también el reto de sustituir a Miguel Rellán como El Moro. El actor madrileño, en lo que se refiere a ambición interpretativa, se ha lucido mejor en televisión ('Capadocia' o 'Presunto culpable' son los mejores ejemplos) que en cine, algo que corrige con 'El Crack Cero', al saber también entender el carácter de su personaje, un tipo marginal que se rehabilita gracias a la confianza que pone en él Areta.
Aunque Carlos Santos y, en menor medida, Miguel Ángel Muñoz sostienen el peso de la película, 'El Crack Cero' no podía brillar completamente sin unos secundarios de lujo. Pedro Casablanc (que también tuvo el reto de relevar a José Bódalo como don Ricardo), Luisa Gavasa, Macarena Gómez, Ramón Langa, Luis Varela o Jacobo Dicenta. A ellos se suman personajes femeninos secundarios, pero muy potentes y llenos de fuerza interior, como los de Patricia Vico, Cayetana Guillén Cuervo o María Cantuel.
'El Crack Cero' es cine de otra época, de aquel que ahora no podría hacerse. Sabedor de ello, Garci sigue apostando por él, con un resultado extraordinario, al ofrecer una película elegante, clásica, con sabor y aroma a nostalgia. A la altura no solo de las dos películas de 'El Crack', sino también de títulos maravillosos del cineasta como 'El abuelo' o 'You're the One', con la que comparte el blanco y negro. Una oportunidad única para revivir, desde el presente, el cine de antaño.
Nota: 8
Lo mejor: Su aire nostálgico, de cine de otra época y Carlos Santos, que está extraordinario.
Lo peor: Una trama secundaria que no queda cerrada.