Kaouther Ben Hania logró irrumpir con fuerza en la distribución española gracias al éxito de 'El hombre que vendió su piel', nominada al Oscar a la mejor película internacional. La cineasta tunecina sigue en su mirada de cine de denuncia, pero volviendo a sus raíces en cuestión de temática (profundizando de nuevo en la realidad femenina en la sociedad tunecina y el papel de la mujer en la actualidad), aunque dando un paso más en la ruptura de narrativas. Lo hace con 'Las cuatro hijas', que compitió en la Selección Oficial del 76 Festival de Cannes.
La cineasta vuelve a poner en cuestión la fina línea de la ficción y la no ficción. Nominada al César y al Oscar al mejor largometraje documental, 'Las cuatro hijas' rompe los esquemas habituales de la narrativa de la no ficción. La protagonista es una mujer real, Olfa Hamrouni, una mujer que apareció en los principales rotativos tunecinos en 2016, debido a que cargó duramente contra el gobierno de su país al no impedir que sus dos hijas mayores se uniesen al ISIS con apenas 16 y 15 años.
Hamrouni denunció que el Estado le impidió poder salir del país para intentar recuperar a sus hijas. Una historia que es el punto de partida. El film muestra a las dos hijas restantes, las pequeñas, de nombre Ella y Tayssir. A la hora de hablar de las dos mayores, Rahma Ghofrane, Ben Hania narra en off que "se las comió el lobo", clara metáfora de su radicalización islámica y cómo la organización terrorista les lavó el cerebo y se las llevó.
Ben Hania narra una realidad sobrecogedora, que hiela la sangre y pone en perspectiva la situación de la mujer tunecina a través de diferentes generaciones. Primero narrando la juventud de Olfa; de un matrimonio infeliz, que ella se resistía a consumir; de una maternidad en la que tuvo que aprender a criar a sus hijas sola; de cómo la Primavera Árabe fue un arma de doble filo: le permitió huir del domicilio conyugal antes del divorcio, pero provocó que irrumpiesen grupos islamistas radicales en el país.
Fascinante juego de espejos cinematográficos
Bien podría haberlo hecho desde la perspectiva de drama social de denuncia al más puro estilo de Nadine Labaki o Marie-Castille Mention-Schaar. También hubiera sido posible realizar como documental puro, realizando un potente film de denuncia en base a hechos, declaraciones y lograr penetrar en el alma del espectador, como hizo Firas Fayyad con 'The Cave' o Waad al-Kateab y Edward Watts en 'Para Sama'. Pero no, Ben Hania propone un ensayo cinematográfico que busca una especie de hibridación en el que la ficción y el documental juegan.
El resultado es un largometraje narrativamente fascinante, a la par que logra calar en su mensaje de denuncia social y espíritu feminista, especialmente en la línea de 'La belle et la meute'. La cineasta recurre a la ficción para que dos actrices encarnen a esas dos hijas mayores 'devoradas por el lobo', Nour Karoui e Ichrak Matar. Por otro lado, Hend Sabry se mete en la piel de Olfa en las secuencias más duras de la narración, a la par que lo hace en los momentos en los que se narran hechos del pasado.
Ben Hania conquista gracias a desnudar la ficción y lo documental, mostrando frontalmente el esqueleto del film. Lejos rompe la magia cinematográfica, la eleva. Por otro lado, consigue también un equilibrio justo entre la ambición artística y el espíritu de denuncia social. 'Las cuatro hijas' se convierte en la propuesta más ambiciosa de la cineasta franco-tunecina, con un título que evoca al estilo del cineasta persa Abbas Kiarostami, una de las figuras esenciales del séptimo arte en la historia del cine de Oriente Medio.