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CRÍTICA

'Bikeriders. La ley del asfalto': Los moteros también lloran

Jodie Comer, Tom Hardy y Austin Butler protagonizan lo nuevo de Jeff Nichols, una película que intenta conmover con todas sus fuerzas y que resulta en un producto intrascendente.

Por Juan Pablo Bargueño Galeano 12 de Julio 2024 | 09:00

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Austin Butler encabezando la marcha en 'Bikeriders. La ley del asfalto'
Austin Butler encabezando la marcha en 'Bikeriders. La ley del asfalto' (Universal Pictures)

El pasado es un simple pensamiento, un destello atemporal de lo temporal que queda expuesto en un fondo negro desconchado. El pasado, de nuevo, es un reflejo inerte al que hay que iluminar con el calor de lo positivo; de lo humano. En su filmografía, Jeff Nichols, natural de Arkansas, recurre al pasado y lo ilumina, desempolvando historias sureñas en las que el vacío del olvido no tiene cabida. Hablamos de pasados inalcanzables en 'Mud' o de pasados que miran al futuro en 'Loving'.

Con 'Bikeriders. La ley del asfalto', en cines a partir del 12 de julio, Nichols vuelve al pasado, o mejor dicho, a los pasados. La cinta se centra en la creación en los 60 del club de moteros los Vandals, que pasó de ser un simple grupo de aficionados por las motos a una banda criminal de las más peligrosas. Hablamos de pasados porque, al igual que Danny Lyon en su libro 'The Bikeriders', el relato se construye a partir varios testimonios en distintas épocas, en este caso el de Kathy (Jodie Comer), la mujer de Benny (Austin Butler), uno de los integrantes de la banda.

Kathy y Benny en 'Bikeriders. La ley del asfalto'
Kathy y Benny en 'Bikeriders. La ley del asfalto' (Universal Pictures)

Nichols encuentra la manera de hacer salivar al espectador con el inicio de la película, recurriendo al lenguaje de Martin Scorsese en 'Uno de los nuestros': introduce al personaje central, congela el fotograma, inserta el título al ritmo de una canción de la época a la vez que encaja una voz en off -la de la protagonista, Kathy- que da continuidad a la exposición del submundo de los moteros, y propone con dinamismo y aspectos de la postmodernidad cinematográfica las presentaciones de los personajes, que rompen la cuarta pared.

Este estilo es recurrente, aunque se queda a medio gas entre Scorsese y una parodia con intenciones por culpa de la reiterante y cansina necesidad de romper con la severidad. De hecho, es uno de los factores que más desestabilizan al filme. Los vaivenes entre el drama, las desventuras rocanroleras y la intensidad de los silencios pronunciados por un fantástico e imponente Tom Hardy que recuerda a Marlon Brando, ensamblan con dificultades y caos, al igual que piezas de puzzles distintos, la narrativa de 'Bikeriders. La ley del asfalto'.

Tom Hardy y Austin Butler en 'Bikeriders. La ley del asfalto'
Tom Hardy y Austin Butler en 'Bikeriders. La ley del asfalto' (Universal Pictures)

Aun así, la película no pierde su gracia, sobre todo por sus personajes. Con pluma maestra, Nichols esboza a todos los personajes con autenticidad, personalidad y complejidad. Porque los bárbaros moteros, que gastan chaquetas de cuero y cruces de malta, son, en realidad, trabajadores a los que solo les gusta montar en moto. El recurrente Michael Shannon, un irreconocible Norman Reedus, Damon Herriman y Boyd Holbrook, entre muchos otros, componen, junto a Butler y Hardy, un grupo carismático, con un marcado sentido del honor, y al que se le coge cariño.

También está el lado familiar. Jodie Comer interpreta a una mujer con carácter que no queda empequeñecida por la rudeza de la masculinidad que le rodea. De hecho, se impone ante la cámara y ante todos en un trabajo con pocos aspavientos que hace de Kathy un personaje más real y cercano. Su importancia cobra sentido, pues es la conexión directa con Benny, al que da vida Austin Butler, quien absorbe -en ocasiones, rozando lo caricaturesco- el espíritu juvenil y rebelde de los míticos papeles de Steve McQueen o John Travolta.

Es curioso, porque Benny queda relegado al margen de la historia, siendo prácticamente un ser mitológico al que construimos a partir de pequeños recuerdos y testimonios sueltos. Su cara es visible, pero su presencia es fantasmagórica; es un chico misterioso e inaccesible al que se le pierde de vista rápido. Esta construcción desde la distancia realza aún más el desconcierto provocado por la estructura del testimonio, desarticulando el motivo sentimental presente en la relación triangular entre los personajes de Comer, Butler y Hardy.

Y después de todo, nada

Esta no es, por poco, la típica historia de moteros. Ejemplos hay mil: 'Easy Rider (Buscando mi destino)', 'Hijos de la Anarquía', 'Salvaje', 'Los ángeles del infierno'... Jeff Nichols trata de transfigurar la identidad del motero ligada a una masculinidad recalcitrante, aunque, por muchos rodeos que dé, acaba cayendo en los tópicos. Esto es una historia de violencia, honor y traiciones. Y por supuesto que está presente constantemente ese sentimiento trágico del renegado; del hombre que todo lo ve y todo lo calla; del de los ojos de lobo que ceden ante la tristeza... ¡Sí, los moteros también lloran! Y después de todo esto, uno se pregunta por qué resulta tan intrascendente.

Efectivamente, después de todo lo vivido en sus casi dos horas de metraje, al final solo queda una sensación de vacío. El drama, confeccionado por la rivalidad entre la vieja guardia y los nuevos y alocados integrantes, resulta trivial y todo lo que ocurre concluye en un confuso desarraigo, tal vez por esa estructura testimonial, por un Austin Butler relegado al segundo plano, o por darle importancia a lo adyacente. Si Nichols quería que el espectador sintiese algo, es difícil saber el qué y con qué.

Norman Reedus en 'Bikeriders. La ley del asfalto'
Norman Reedus en 'Bikeriders. La ley del asfalto' (Universal Pictures)

O puede que este vacío en el alma sea eso mismo que Nichols buscaba. ¿Qué se puede sentir, si todo aquello ha quedado atrás? Quizás esa intrascendencia sea la respuesta a la inexistencia del presente, que se escapa de las manos con cada parpadeo. Tal vez ese vacío es el que dejan los que se van, y el que dejan los que llegan, porque en algún momento también se irán. Si esto es 'Bikeriders. La ley del asfalto', un leve parpadeo en la historia, entonces, Jeff Nichols, eres un genio.

7
Lo mejor: Jodie Comer, Tom Hardy, Austin Butler y el resto del elenco que conforma a los Vandals.
Lo peor: Su estructura, el confuso protagonismo de Austin Butler y su vacuidad emocional.