"Es una película exigente. Si a la audiencia no le gusta, es problema de la puta audiencia", declara Andrew Dominik, director y guionista de 'Blonde', película basada en la novela homónima de Joyce Carol Oates con Ana de Armas como protagonista; un film realizado por y para el placer de Dominik.
Así de claro lo dejase durante la promoción de la cinta que podrá verse en Netflix a partir del 28 de septiembre, e igualmente cristalino queda con el enfoque que elige para su narración. La suma de secuencias, carente de inicio, nudo y desenlace, termina representando el paso del tiempo porque reimagina una sucesión de acontecimientos que viviera la ambición rubia, de no ser así las imágenes transmitirían un insufrible estatismo eterno.
2h 46 minutos dura este antojo de Dominik, arte audiovisual que maltrata a su propia historia reduciéndola a una inconexa suma de secuencias terroríficas y patéticas que muestran, cual escaparate, al objeto que fuese Marilyn Monroe, infantilizándola y sexualizándola constantemente. Esta dramatización, imaginación ficticia de lo que suponemos fue una existencia plagada de abusos de toda índole, exhibe, desde la mirada de los maltratadores, cómo se prostituyó al personaje construido en torno a Norma Jean.
"Hay cierta moralidad" en 'Blonde', ha declarado también un Dominik que en su elección de no empatizar en ningún momento con su protagonista, termina perpetuando la prostitución del mito. Da rabia y pena. Ciertamente si uno considera vital en la labor de un cineasta que su película despierte sentimientos en el espectador, Dominik sale airoso no a través de una conexión emocional con su público, sino del enfado que puede provocar su mirada, asqueante la mayor parte del tiempo.
Este cineasta se pone al servicio de si mismo luchando por mantener al espectador lo más incómodo posible en una propuesta errática, caprichosa, con aires de grandeza y unos recursos estilísticos cargados de ambición que piden aplausos a cada paso. En 'Blonde' "hay algo para ofender a todo el mundo", dice Dominik despreciando la reacción ajena ante su vanidad pretenciosa, una visión de autor que desemboca en cierta apuesta visual de muy poco gusto. Su mirada, pegada a la percepción personal de lo que sufriese una mujer mitificada, llama a la comparación con una película reciente con la que comparte elementos aunque no infortunio.
'Spencer', de Pablo Larraín, viene a la mente cuando uno considera la autoría detrás del uso de elementos destinados a remover e impactar al espectador, la diferencia es que en aquel film los 'caprichos' de su autor no perjudicaban a la obra. Lo más poco convencional de Larraín en 'Spencer' era aquella escena de las perlas, metáfora del sufrimiento de Diana, en contraposición Domink quiere ser 'transgresor' todo el rato en detrimento de absolutamente todo lo demás. En detrimento de la emotividad, del ritmo y de su estrella.
Ana de Armas está absolutamente excelsa. Parecía mentira que este año ningún intérprete pudiese superar el saber hacer de Austin Butler y su encarnación de Elvis, pero De Armas se alza por encima de todo y de todos con una personificación impactante y perfeccionista, un papel ejemplar de su talento inmenso. Si hay algo de empatía en la película, es cosa de Ana; si hay compasión: Ana; y si el espectador soporta las ínfulas de Dominik... Es por Ana. Esta actriz choca con la visión de su director a la vez que la plasma, algo que no puede ser más fascinante. Su apuesta por tratar de rescatar el "reconocimiento, compasión y respeto" que pidiese Oates para Monroe en la obra original, sería lo único que en algún momento trata de humanizar a la muñeca hinchable de Dominik.
"He hecho una película para adultos sobre Marilyn Monroe, que sería lo que quieren los espectadores, ¿no? Yo quiero ir a ver la versión para adultos de la historia de Marilyn Monroe". Dominik parece querer aprovechar que los tiempos han cambiado para satisfacer su deseo de ver a Monroe ejecutando diversos actos sexuales, doble fantasía teniendo en cuenta la belleza de De Armas. Si uno capta dicha intencionalidad, hay algo perverso en las escenas más explícitas, instantes imposibles de plasmar en los 60 y cuyo destino, lamentablemente, será el que la propia De Armas se imagina.
Monroe en una porno
Durante su producción y postproducción, 'Blonde' desató todo tipo de rumores relacionados con su contenido sexual y la fricción que esto habría supuesto entre Andrew Dominik y Netflix. En su día se comentó que la mencionada plataforma en streaming había decidido contratar a la editora Jennifer Lame para que eliminase algunas de las escenas más explícitas. Lame, montajista que trabajase en 'Tenet' y se encuentra a cargo de 'Oppenheimer', se habría enfrentado al reto de 'bajar de tono' a 'Blonde', pero la esencia ha permanecido.
No hace falta más para que sea prácticamente imposible escapar al poso que sugiere que la mirada de Dominik es tan reductora y fría como la de aquellos que cosificasen a Monroe. En la propia película hay un recurso perfecto para ilustrar dicha sensación: la cara de los hombres que desean follarse a Malyrin se distorsiona en un mar de muecas repulsivas, miradas que ignoran a la mujer detrás del cuerpo que poseer; ignoran su inteligencia, sus sentimientos, su complejidad... Su humanidad. Y así Dominik se pierde entre dicha multitud, uniéndose en su monstruoso clamor.
Nota: 4
Lo mejor: Ana de Armas en un papel de Oscar, indiscutiblemente.
Lo peor: Lo larguísima que se hace, tremendo tedio; y esa "cierta moralidad" irresponsable.