Es normal que después de 7 entregas de la franquicia 'Chucky, El muñeco diabólico' en las que la saga ha evolucionado tan radicalmente de terror psicológico a comedia-slasher en toda regla, nos acerquemos al nuevo reboot de Chucky con cierto recelo y bastante hastío. Razones para tener miedo no nos faltan, la cartelera está tan plagada de remakes, reboots y resurrecciones fallidas que llegará un día en que lo realmente extraordinario sea encontrar una historia original. Además, la película que Tom Holland dirigió en 1988 se convirtió en un clásico de culto instantáneo y la fuente de las pesadillas de varias generaciones, mientras la calidad de sus secuelas iba disminuyendo cada vez más. Y aunque puede que lo que más moleste a los fans de esta saga sea que por primera vez no está implicado ninguno de sus responsables originales, la nueva versión de 'Muñeco diabólico (Child's Play)' es una modernización más que satisfactoria del personaje, que apuesta más por la comedia y la aventura que el terror.
'Muñeco diabólico', la de 2019, sigue la estela de 'Dumbo' en lo que a reboots se refiere, modificando varios elementos del canon para adaptarla a los nuevos tiempos y las preocupaciones de la sociedad actual. Dándole un giro tecnológico, Chucky ya no está poseído por el alma de un asesino ni hay hechizos vudús haitianos de por medio, y como si de un capítulo mamarracho de 'Black Mirror' se tratase, tu nuevo mejor amigo para siempre es un robot con autonomía que no ha oído ni hablar de las tres leyes de Asimov.
La historia empieza cuando un empleado descontento de la cadena de montaje de muñecos Buddy de la marca Kaslan (antes Good Guys), decide desprogramar del código informático de una de las unidades los bloqueos de lenguaje inapropiado, aprendizaje y subordinación. Después de ser devuelto a la tienda por mal funcionamiento, el muñeco termina en manos de un solitario adolescente, Andy (Gabriel Bateman), y su madre Karen (Aubrey Plaza). Chucky no parece malo en esencia, pero pronto empieza a aprender a matar viendo pelis de terror y desarrolla conductas violentas imitando a los chavales del barrio. Por otro lado, los muñecos Buddy se conectan a través de la nube con todos los dispositivos que tengas en casa, desde la tele, altavoces, móviles y termostatos a otros muñecos similares, emulando los productos Apple y la dependencia actual a la tecnología y la interconectividad. Una inteligencia artificial descontrolada que en el fondo no es más que la rebelión de las Siri, las Alexa y los Google Home.
Aunque la película puede entenderse como un reflejo de los tiempos modernos y la sociedad de consumo, en el fondo no hay ninguna lección que aprender. El propósito único es el puro entretenimiento y además se decanta más por provocar la carcajada que los gritos de terror. De hecho, en este sentido se aleja del estilo de Don Mancini, creador del personaje, por lo que los y las fans que hayan seguido con pasión la evolución de 'Muñeco Diabólico' probablemente encuentren una mayor recompensa en la serie para televisión que está preparando el equipo original que en un reboot orientado a un público nuevo, millenial, y con una factura más mainstream, que no complacerá a la audiencia del cine de terror hardcore. Las escenas más sangrientas llegan cerca de la segunda mitad del metraje, y aunque hay un par de muertes bastante imaginativas y cruentas, funciona mejor cuando juega con el humor negro y parodia los scare jumps clásicos del género que cuando intenta explotar la acción y el caos en su violento y desfasado climax.
Nombres nuevos para un público joven
Por primer vez en toda la franquicia, Mancini no está detrás del guion de 'Muñeco diabólico', del que se encarga Tyler Burton Smith junto al noruego Lars Klevberg en la dirección, ambos prácticamente debutantes. Klevberg tan solo ha dirigido otro largometraje en su carrera, la cinta de terror 'Polaroid' sobre una cámara de fotos poseída; mientras que Burton Smith se había dedicado hasta ahora a escribir cortometrajes y videojuegos.
Tampoco repite Brad Dourif en la voz del muñeco, dándole el relevo a Mark Hamill, quien ya tiene experiencia doblando villanos después de dos décadas encarnando al Joker en su versión animada. El carisma de Hamill junto al nuevo background de personaje harán que la audiencia conecte incluso más con Chucky (nombre que se da a sí mismo rechazando el de Han Solo en un guiño a su papel en 'Star Wars'), que con Andy o sus víctimas. Todo lo que el juguete quiere es hacer feliz a su dueño humano en una versión (más)macabra del Woody de 'Toy Story'. Al final, es el vínculo entre ambos y los apasionados y sobreprotectores intentos de Chucky por complacer y retener a su mejor amigo a su lado el detonante de la ola criminal que va a rodear a la familia Barclay y también su faceta más interesante. Si un gato te pone a los pies una paloma muerta como muestra de su aprecio, ¿qué hará un muñeco con tendencias asesinas? Probablemente la carne de la cara de tus enemigos enganchada a una sandía, que sirve también para desarrollar uno de los mejores gags y la subtrama más disfrutable de toda la película.
Plenamente consciente de lo ridículo de su premisa, 'Muñeco diabólico' aprovecha su marca para hablar a una nueva generación y llegar a una audiencia generalista que no tiene que estar familiarizada con la saga más allá del personaje como parte de la cultura popular. Como terror ligero, y especialmente como comedia negra, arrancará risas y sobresaltos entre las butacas, sin tomarse demasiado en serio a sí misma, pero sí cuidando su factura técnica hasta las últimas consecuencias, incluso si no entramos en el nuevo diseño del juguete. Sin embargo, Chucky ya no intimida como antes ni sus intenciones resultan tan turbadoras, desaprovechando su premisa tecnológica como parte de la masacre hasta casi el final de sus 90 minutos de duración. De hecho, su conducta es fruto de la ponderación y malinterpretación de una mente literal y no responde ya a la sed de sangre injustificada por puro placer. De cualquier forma, 'Muñeco diabólico' funcionará para ti si buscas un entretenimiento veraniego, cierto grado de diversión culpable y pequeñas dosis de miedo y grima, suficientes para tener que apartar la mirada de la pantalla, pero no para terminar vomitando las palomitas.
Nota: 6
Lo mejor: Su tono gamberro y su cuidada dirección.
Lo peor: Le falta mala leche e incluso violencia para una película de terror.