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CRÍTICA

'De perdidos a Río' es la comedia española casposa del verano con algún destello esporádico

Lo nuevo de Joaquín Mazón presenta a un trío de cuarentones aburridos con su vida que viajan a Brasil como la última entrega del humor más cosificante, desfasado y casposo del cine patrio.

Por Carlos González Manzano Más 4 de Agosto 2023 | 09:35
Periodista crepuscular que vive en las viñetas de Tintín, los mundos de Tolkien y las películas de Ghibli

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'De perdidos a Río' es la comedia española casposa del verano con algún destello esporádico

No es inusual que en la época estival proliferen comedias españolas sucedáneas de alguna manera del humor de Santiago Segura pero menos familiares y más irreverentes (cuando no faltonas). Tienen un patrón claro: reparto de primer o segundo nivel, viajes veraniegos al extranjero y un póster oficial de letras amarillas del título sobre fondo azul cielo. Con una lista infinita en el último aspecto ('El mejor verano de mi vida', 'La tribu', 'Canallas'), este subgrupo siempre espera con ansias dar con la tecla y convertirse en la película del verano.

'De perdidos a Río'

'De perdidos a Río', dirigida por Joaquín Mazón, viene a engrosar esa lista con un trío protagonista de cuarentones a los que no les gusta su vida y ven en la muerte de un amigo en Rio de Janeiro una oportunidad para cambiar las cosas. El problema viene cuando esa oportunidad de aprendizaje y autorreflexión queda anulada e intercambiada por un baboseo constante, sexualización de la mujer y humor casposo a cholón, pero a eso iremos más adelante.

Pablo Chiapella interpreta a Pedro, un policía diferente ya que en vez de perseguir manteros o desahuciar ancianas se dedica a crear nuevos pasaportes y documentos nacionales de identidad. Vive, acobardado, en su acomodada vida de funcionario en la que su pareja (Kira Miró) se aburre soberanamente. Cuando un amigo de la infancia aparece muerto en Brasil, reúne a sus amigos, un entrenador de un equipo fútbol de niñas (Carlos Santos) que quiere que se pongan a dar patadas y un azafato (Fran Perea) que se promete con su pareja tras una extorsión pero no quiere casarse.

'De perdidos a Río'

Lo bueno dentro de lo malo

Este trío de personajes ancla sus raíces en una variante de las comedias españolas sucedáneas que hemos comentado anteriormente, y no es otra que las comedias sobre las crisis de los cuarenta. 'Lo dejo cuando quiera' o 'Descarrilados' también versaban sobre cuarentones o bien aburridos con su vida actual o bien que aprovechan la mínima excusa para revivir sus días de gloria de juventud y éxtasis. En 'De perdidos a Río', Chiapella, Santos y Perea sacan a relucir (a pesar del buen trabajo que hacen) los peores hábitos y herencias del hombre blanco cishetero al que se le cae la baba con los muslos de las brasileñas o cuyo alivio cómico se resume en irse a la playa "a tomar caipiriñas" y ver "a mulatas en bikini".

'De perdidos a Río'

Sin embargo, no todo es malo o tremendamente desagradable, también hay pequeños destellos de lucidez. El ritmo es muy bueno y, por momentos, la comedia es tan disparatada y alocada que recuerda a las mejores buddy movies, capaz de salir con una nueva situación absurda o surrealista y ejecutarla con un gran timing cómico. Lástima que todo eso se pierda por el camino con las típicas bromas de "odio a mi mujer" o "te vas a casar, te acompaño en el sentimiento", que infesta el peor humor boomer añejo.

A pesar de que la propuesta de Mazón intenta con todas sus fuerzas ser una reflexión decente sobre el miedo a salir de la zona de confort y atreverse a vivir, todo queda empañado inevitablemente por una visión estereotipada y tradicional (en el peor sentido) del humor patrio. Quiere ser un 'Resacón en Las Vegas', pero anclando a machos ibéricos en las costas brasileñas, lo cual, por momentos, tiene su gracia encantadora y casi naif, y, por momentos, algunas de las secuencias más bochornosas que se recuerdan del cine español reciente. De esas en las que te empiezas a reír de la película, y no con la película.

5

Lo mejor: Aunque fallidas, tiene buenas ideas. Buen ritmo y montaje en favor de la comedia. La entrega del reparto.

Lo peor: Un humor obsoleto y tan pasado de rosca que resulta estéril.

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