El próximo movimiento de Steven Soderbergh siempre será inesperado. En ocasiones trabaja con una metodología que recuerda a la del viejo Hollywood, cuando las obras se manufacturaban en cadena, y en otras se exilia en el cine independiente. Poco se asemejan en términos de producción y narrativa 'Ocean's Eleven (Hagan juego)' y 'Che, Guerrilla' con 'Magic Mike', e, incluso, con 'Kimi' y 'Sin movimientos bruscos', cintas confeccionadas para el streaming.

De súbito, su nueva película, 'Presence', se distancia por completo de todas sus predecesoras con una premisa textual singular: seguimos, a través de la constante perspectiva de un fantasma, la nueva vida de Rebekah (Lucy Liu), su marido, Chris (Chris Sullivan), y sus dos hijos al mudarse a una bonita casa del extrarradio. Este experimento difumina al personaje del fantasma con la figura del gran imaginador, pues la estructura del relato está secuenciada en sucesos cotidianos que capta la mirada del ente. De esta forma, este fantasma o imaginador invita al espectador a dejarse guiar por la intimidad de los nuevos habitantes de la casa.
A su vez, también se configura una extraña definición del protagonista, porque, por un lado, el relato se construye a partir de la perspectiva del fantasma, y, por otro, el personaje de Callina Liang, Chloe, la más joven de la familia, hace avanzar la diégesis. De hecho, en Chloe se pueden encontrar trazos de Laura Palmer, dado que es el núcleo de unión entre el fantasma y la misteriosa tragedia detrás de su figura, y presenta una doble vida: de cara al público es la adolescente honrada de una familia respetable de clase media; en la intimidad revela un lado oculto, poseído por la fuerza del vicio, el placer y el dolor.

Soderbergh segmenta por episodios concretos y por medio del plano secuencia la evolución del duelo de Chloe, que resulta ser un problema más para una familia a punto de estallar. A primera vista, parece que el personaje del espíritu genera un ambiente de negatividad alrededor de la familia. Sin embargo, se descubre con rapidez que este es, en realidad, un espectador activo de la existencia afligida de los personajes, a los que observa desde la distancia, encuadrados entre puertas y ventanas, o desde la cercanía de un primer plano, tratando de romper esa barrera invisible entre lo vivo (el filme) y lo muerto (el espectador).
Por esta razón la resolución de 'Presence' resulta tan efectiva, puesto que se genera un vínculo con los secretos, lo innombrable, aquello que normalmente queda atrapado entre los muros del hogar. Primero, los familiares son unos desconocidos y, después, tras acompañarlos durante los vaivenes del día a día, nosotros, como entrometidos, pasamos a compartir sus emociones. Lucy Liu hace de madre despreocupada, Chris Sullivan de padre intranquilo y Eddy Maday de hermano canalla, pero todos estos adjetivos son imprecisos, ya que todos ellos actúan para ocultar lo que realmente sienten y piensan.
Todo es más fácil de lo que parece
'Presence' se ha comparado innumerables veces con 'A Ghost Story' y, en menor medida, con 'Skinamarink'. No obstante, esta prueba de Soderbergh se encuentra a medio camino entre ambas: ni es tan metafísica ni tan abstracta. La verdad es que su virtud es la sencillez. Si bien 'Presence' se ve entorpecida por las limitaciones de su propia construcción, su historia consigue embaucar gracias al dominio narrativo de su guionista, David Koepp, que parte de una concepto básico y efectivo como la muerte y el valor de la familia.
Todos los personajes tienen una evolución muy marcada por fintas argumentativas que enmascaran el verdadero e inesperado conflicto. También, aunque esta sea una historia de fantasmas (incluso se ha vendido como una película de terror), lo paranormal queda eclipsado por un drama puntualizado por una violencia mayoritariamente implícita, aunque también explícita, haciendo de 'Presence', sobre todo en su tramo final, algo más cercano al 'white trash' shakespeariano reminiscente de algunas de las obras de Gus Van Sant.

Entonces, este experimento resulta mucho más sencillo de lo que parecía. No es una cinta de terror, pese a que logra generar escalofríos con un simple reflejo y un grito desgarrador, y tampoco acude a lo meditativo, aunque su inicio es algo tedioso. En esencia, 'Presence' es una película que logra sorprender y que cobra sentido en el momento en el que todas sus piezas están al descubierto.
'Presence' ya está disponible en cines.