CRÍTICA

'Sting. Araña asesina' es otra película de plagas sin identidad que está demasiado ensimismada en el pasado

Kiah Roache-Turner deja de lado los zombis y los demonios para adentrarse en el terror animal con una película en la que una araña asesina del espacio aterroriza a una comunidad de vecinos en Nueva York.

Por Juan Pablo Bargueño Galeano Más 28 de Marzo 2025 | 09:24
Redactor y crítico en constante aprendizaje. El cine me ha enseñado a vivir.

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'Sting. Araña asesina' es una película que se apoya enormemente en 'Alien, el octavo pasajero'
'Sting. Araña asesina' es una película que se apoya enormemente en 'Alien, el octavo pasajero' (Diamond Films)

Las industrias saben que si algo funciona, debe ser exprimido. Pero de la gallina de los huevos de oro se puede extraer muy poca sustancia. Sobre el tema se han escrito ríos de tinta: la explotación comercial de Auschwitz (en la industria editorial el asunto roza el sadismo), el fenómeno del cameo y los universos cinematográficos de capas y calzoncillos, o el recién apodado neorruralismo burgués del cine patrio contemporáneo. De hecho, hay hueco para todo tipo de películas, incluso para las del olvidado subgénero de plagas. Dos años atrás se estrenaba 'Vermin: La plaga', una cinta simpática sobre arañas asesinas en los suburbios de París que cayó en gracia a la crítica y al público general, y que supuso una victoria para su director, Sébastien Vanicek, al que se le abrieron las puertas del encargo del nuevo spin-off de 'Posesión infernal'. Su legado cultural (o más bien comercial) llega bajo el título de 'Sting. Araña asesina', una versión anglófona del resurgir del terror arácnido dirigida por el australiano (no podía ser de otra manera) Kiah Roache-Turner.

Sting es una araña alienígena que aterroriza a una comunidad de vecinos neoyorquina
Sting es una araña alienígena que aterroriza a una comunidad de vecinos neoyorquina (Diamond Films)

La ciudad que nunca duerme, Nueva York, está aletargada por una gran nevada que obliga a sus habitantes a encerrarse en casa. Charlotte (Alyla Browne), una adolescente de 12 años, aprovecha la situación para explorar su edificio a través de los conductos de ventilación. En una de sus exploraciones, descubre un huevo extraño del que emerge una araña pequeña. Charlotte adopta a la arañita, a la que bautiza como Sting en honor a la daga que porta Bilbo Bolsón en 'El Hobbit', aunque, dadas las circunstancias, hubiera sido más conveniente nombrarla en referencia al vocalista de The Police. Con el paso del tiempo, el apetito y el tamaño del arácnido crecen, poniendo en peligro a la familia de Charlotte y al resto de vecinos.

A estas alturas es difícil encontrar a alguien al que realmente le dé miedo toparse con insectos en la gran pantalla. 'Sting. Araña asesina' se enfrenta a una sociedad que, por un lado, es más autorreflexiva y autoconsciente de su posición como espectadores, y que, por otro, está expuesta a una cultura audiovisual más explícita e irónica. Precisamente, esta cinta se satisface de sus cualidades postmodernistas al recurrir en exceso a la citación de obras como 'Aracnofobia', 'Alien, el octavo pasajero' o 'Depredador'. La sensación es que Roache-Turner pretendía buscar esa autoconciencia cómica y amigable con el individuo que se acerca al espectáculo abigarrado de la cultura pop, aunque el resultado es insustancial.

Aun así, las arañas no tienen la culpa. Antes bien, parece que la desidia se encuentra en la falta de identidad de estas obras, que son incapaces de desprenderse de la sombra del género de terror de finales del siglo pasado. Estas historias son, sin duda alguna, oportunidades fallidas de explorar el miedo desde otras perspectivas; de manejar la tensión desde lo desconocido. En el caso de 'Sting. Araña asesina', se producen varios rodeos entre el drama familiar y la comedia, ambos con más peso que la propia construcción del horror, que se limita a la imitación calcada de construcciones de otros filmes. ¿Qué se puede obtener de una película de la que ya se conocen todos sus artificios?

Alyla Browne y Ryan Corr en 'Sting. Araña asesina'
Alyla Browne y Ryan Corr en 'Sting. Araña asesina' (Diamond Films)

El espectador sabe lo que espera al girar la esquina; qué es ese sonido repugnante que viaja de derecha a izquierda; qué es el líquido mucoso que cae del techo. No hay nada peor que saber cada punto de la película con solo ver sus primeros minutos. Además, esta carrera de fondo se hace más difícil cuando se opta por una iluminación de escape room con lámparas decorativas para generar una sensación de decadencia en un edificio que, en realidad, está en perfectas condiciones y que podría pertenecer a cualquier catálogo de decoración. Nadie ha pensado en encender las luces y el resultado de esta decisión estética es angustioso, molesto, artificial y comparable, haciendo uso de las palabras de Federico Fellini (obviando la parte que alude a traseros y 'bellas tardonas'), a "una jornada sin sol".

El poder de la bestia

Se podrían esperar sorpresas de una película sobre una araña alienígena asesina. Como mínimo, que la amenaza extraterrestre se dedique a sembrar el caos a través de la muerte indiscriminada. No obstante, 'Sting. Araña asesina' apuesta por el protagonismo de la relación entre Charlotte y su padrastro, Ethan (Ryan Corr), un dibujante de cómics con serios problemas de autocontrol que trabaja de portero a tiempo completo para pagar las facturas. Esta relación en crisis se pondrá a prueba con la amenaza de la araña, y sus personajes tendrán que demostrar hasta dónde estarán dispuestos a llegar para sobrevivir. Aunque el conflicto hace avanzar la narración, llega demasiado tarde. Asimismo, la gravedad de la amenaza, que surge con la promesa de un alto grado de mortalidad, es extremadamente leve.

Aunque sus acciones no impacten, el aspecto de la araña, sobre todo cuando queda encuadrada en primeros planos en el tramo final, resulta inquietante. En parte, confirma las oportunidades desperdiciadas del filme. Los efectos prácticos, el diseño de sonido y el animatrónico de ocho patas engrandecen a la araña al nivel de bestia antinatural. Su figura desagradable llega a ser, incluso, hipnótica y, una vez alcanzados los créditos finales, induce a preguntarse qué película sería 'Sting. Una araña asesina' si el monstruo fuera realmente el catalizador de su historia.

'Sting. Araña asesina' se estrena en cines el 28 de marzo.

4
Lo mejor: El uso de efectos prácticos y el diseño de la araña.
Lo peor: Su carencia de identidad y sorpresa, y su estética.