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CRÍTICA

'Deadwood: La película': Un último disparo de barro, lágrimas y nieve

'Deadwood: La película' llega para concluir de manera magistral la historia iniciada por David Milch hace 15 años

Por Alberto Frutos Díaz Más 1 de Junio 2019 | 11:42
Redactor especializado en cine y música. Ver, leer, escuchar y escribir.

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Trece años después de la emisión del capítulo final de su maravillosa tercera temporada, 'Deadwood' regresa en forma de regalo inesperado que conviene celebrar con las mismas dosis de sorpresa que de entusiasmo. Y es que, por más que los rumores sean una constante en el mundo de las series canceladas de improvisto, pocos creíamos que fuera posible una propuesta como 'Deadwood: La película', un broche de oro que, ahora sí, sirve para que nos podamos despedir entre lágrimas y ovaciones de uno de los westerns más impresionantes, poéticos, inspirados e inolvidables jamás rodados. Tanto en pantalla pequeña como grande.

Situada en términos argumentales diez años después de aquella tercera colección de impecables episodios, 'Deadwood: La película' apuesta claramente por disminuir las dosis de asfixiante oscuridad y violencia que marcaron gran parte de su pasado a favor de una emoción tan cálida como reconfortante. No se trata tanto de retomar la senda exacta que había convertido la serie creada por un David Milch que regresa en plena forma en condición de guionista único, sino de ofrecer al espectador fiel un homenaje sincero y sensible a esta pequeña ciudad fronteriza y a sus memorables personajes.

 'Deadwood: La película'

El poder de los reencuentros

Desde su brillante plano inicial, 'Deadwood: La película' comienza a mostrar sus cartas de forma clara y evidente, transformando una espera de algo más de una década en paréntesis diminuto. Cuando se produce el reencuentro con la mirada inocente de Calamity Jane, maravillosa Robin Weigert, la bondad transparente de Charlie Utter, la sonrisa de Trixie, esa mezcla eterna de soledad y valentía de Alma Garret, la torpeza hilarante de E. B. Farnum o la amabilidad extrema de Sol Star, qué buenísimo es John Hawkes, uno siente que el tiempo, ese elemento de esencia despiadada y carente de compasión, no ha pasado, manteniéndose firme en ese territorio de barrio, salones, casas de madera hechas con manos gastadas y armas cargadas.

Para potenciar estas emociones, Milch aprovecha un recurso tan sencillo y efectivo a la vez como el flashback, recordándonos pinceladas de aquellas tramas cuyo eco pondrá en marcha el argumento de una película que, en términos estrictamente relacionados con el fondo, podría pasar perfectamente por un capítulo doble de la serie. Eso sí, uno de los mejores. Y es que, quizá porque desde el principio la esencia cinematográfica siempre estuvo ahí, tampoco se abandona nunca la sensación de estar viendo algo especialmente distinto a lo ya disfruta años atrás. ¿Zona de confort? Puede, pero, maldita sea, cuando se trata de un paisaje con tantos pilares dorados plenamente asentados y piezas de un tablero marcadas por la grandeza en todos los sentidos, casi que uno prefiere que se tomen los riesgos mínimos.

 'Deadwood: La película'

Bullock y Swearengen

Dirigida con pulso de hierro por Daniel Minahan, responsable de algunos capítulos de series tan destacadas como 'American Crime Story', 'Homeland', 'A dos metros bajo tierra', 'The Good Wife', 'The Newsroom' o 'Juego de Tronos', la cinta se mueve siempre en una intensidad perfectamente controlada, equilibrando con envidiable destreza los ligeros y característicos toques cómicos con el drama marca de la casa, ofreciendo además pinceladas de una inventiva visual realmente inspirada. Todo fluye de manera ejemplar, manejando los tiempos y los personajes con sabiduría y contención, evitando por completo la caída en la rutina o el piloto automático. La historia y el modo en el que nos la cuentan nos resulta familiar, sí, pero eso no hace que la atención se pierda en ningún momento.

Hablamos de una película que te atrapa por la solapa y te zarandea con su tensión nocturna, te hipnotiza con sus diálogos de acero, te enamora con su romanticismo melancólico y, finalmente, te arranca las lágrimas sin ceder al golpe fácil de lacrimal. Un último hechizo en el que tienen mucha parte de culpa Timothy Olyphant y, sobre todo, Ian McShane, es decir, Seth Bullock y Al Swearengen.

Y aunque a estas alturas parece absurdo y prescindible el subrayar la importancia que tienen estos dos personajes en la edad más dorada de la televisión, conviene resaltar el tremendo impacto que supone volver a disfrutar de su imponente presencia, auténtico corazón, músculo y entrañas de esta magistral historia. Por su parte, las interpretaciones de ambos actores, al igual que las del resto del reparto al completo, se sitúan mucho más allá del elogio, especialmente en el caso de un McShane que convierte cada una de sus apariciones en algo muy parecido al prodigio. Suyas son la mejor escena y frase de todo 'Deadwood: La película'. Poca sorpresa en ese sentido, pero la misma admiración.

 'Deadwood: La película'

Invierno en el Viejo Oeste

¿Ha merecido la pena la espera? La pregunta, tan evidente como inevitable, obtiene una respuesta firme y contundente: Sí. Y con mayúscula innegociable. Para todos aquellos espectadores que disfrutaron con una de las mejores series de la historia de la pequeña pantalla, 'Deadwood: La película' es una despedida que cumple de manera sobresaliente con su complicadísimo cometido de estar a la altura de un listón cercano al infinito. Un hasta siempre bañado en nieve, canciones entonadas a pulmón compartido y disparos silenciados por abrazos, reencuentros y despedidas que, casi por primera vez en este Oeste salvaje, furioso y sangriento, consiguen transformar la tristeza en algo parecido a la felicidad.

 'Deadwood: La película'

Vendrán tiempos peores en Deadwood, ninguna duda, pero esa es una historia que nos tocará imaginar. Mientras tanto, sigamos eternamente agradecidos a David Milch por habernos descubierto a estos personajes y por permitirnos disfrutar de sus inolvidables historias. Desde el primer capítulo hasta su brillante epílogo. 'Deadwood: La película', el ejemplo de que no todos los finales inesperados son (tan) tristes.

Nota: 9

Lo mejor: La sensación que surge tras cada reencuentro con los personajes, los rincones característicos del pueblo y la esencia misma de 'Deadwood'. El reparto, al igual que ocurría en cada uno de los capítulos de la serie, está soberbio, sin excepción. Su preciosa escena final, de nudo en la garganta y aplauso constante.

Lo peor: Decir adiós a una historia que, ahora sí, parece haber finalizado de manera definitiva. No arriesga demasiado en su puesta en escena ni en su historia en relación a la serie. Y puede que sea mucho pedir, pero habría sido genial disfrutar de 'Deadwood: La película' en pantalla grande.

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