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CRÍTICA

'Deseando amar (In the Mood for Love)': Aquel apasionado y sutil anhelo

Crítica de 'Deseando amar (In the Mood for Love)', dirigida y escrita por Wong Kar-wai. Palma de Plata al mejor actor en el Festival de Cannes 2000. Protagonizada por Tony Leung y Maggie Cheung.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 31 de Diciembre 2020 | 11:00
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Imagen de 'Deseando amar (In the Mood for Love)'
Imagen de 'Deseando amar (In the Mood for Love)' (Avalon Distribución)

Si hay un deseo que buena parte de la sociedad quiere para este 2021 es el reencuentro, no hay nada más anhelado. Ese espíritu es uno de los se siente con una de las obra maestras del séptimo arte, considerada también uno de los títulos cumbre del cineasta hongkonés Wong Kar-wai. Está hablándose, ¡cómo no!, de 'Deseando amar (In the Mood for Love)', que regresa a la gran pantalla con motivo de su 20º aniversario, con una restauración en 4K, con la que el público podrá reencontrarse en salas con una de las historias de amor más bellas que ha dado el cine.

Deseando amar

Es tremendamente complejo resumir las sensaciones que despide un largometraje hecho para contemplarse y dejarse embelesar por él. Desde el inicio, Wong muestra sus intenciones, con un exquisito prólogo: "Ella era tímida, bajaba la cabeza para darle a él la oportunidad de acercarse, pero él no podía por falta de coraje. Ella da la vuelta y se va". Realmente, 'Deseando amar' es la historia de una pasión contenido, nunca consumada, pues sus dos amantes rehúsan dejarse llevar por sus emociones, debido a su condición de casados.

El retrato de una época, la belleza de la melancolía, del amor perdido

En ese sentido, Wong sabe plasmar a la perfección una época concreta de la historia de Hong Kong. La sociedad de los años 60 de la -para aquel entonces- colonia británica era extremadamente conservadora, muy dada a las malas suposiciones y la rumorología. En ese contexto, surge un amor correspondido para contenido, entre dos protagonistas cuyos matrimonios están en plena crisis, pues sus respectivos cónyuges les son infieles entre ellos. Debido a ese motivo y a la presión social -que en las sociedad asiáticas es mucho mayor que en las occidentales, donde también existe un peso-, ambos acaban haciendo honor al título en castellano, pues acaban solo deseando amar.

Deseando amar

Y bajo esa premisa, Wong realiza un bolero cinematográfico, con una enorme belleza visual, en la que se plasma ese deseo dominado, que se puede casi de forman sinestésica exhalar. La fotografía, obra de Christopher Doyle y Mark Lee Ping Bin, es excepcional, evoca nostalgia, pasión por un sentimiento que va tornándose melancólico conforme los dos (no)amantes van siendo testigos de cómo se les escapa el amor. En esa contención, brillan magistralmente sus dos protagonistas, interpretados por Tony Leung y Maggie Cheung, dos maneras de retratar la represión de los sentimientos, siendo la mirada femenina la más dolida, pues, como bien se sabe, en este juego de pasión, ellas son las que tienen que arriesgar más.

Una obra maestra que ha madurado como los mejores vinos

Como guinda, Wong envuelve a sus amantes en una gramófono de antaño, con el que disfrutar de boleros, de jazz, con Nat King Cole y Rebecca Pan como cómplices no intencionados maridando magníficamente con el pingtan tradicional, canciones tradicionales chinas, composiciones originales Michael Galasso y, por supuesto, con el tema de Yumeji, de Shigeru Umebayashi, como broche de oro para un filme exquisito, con el que Wong hace alarde de su melomanía, al combinar temas prestados con otros originales.

Deseando amar

Si en su estreno original, 'Deseando amar' maravilló, dos décadas después, este amor no consumado continúa siendo uno de los romances más importantes de la historia del cine. Aunque Wong volvió a brillar con títulos como 'La mano' o la continuación de este título, '2046', no hay mejor y pasional balada que la historia de Chow Mo-wan y Su Li-zhen. Un largometraje con el que el cine se despedía del siglo XX y saludaba al del siglo XXI, con un deseo al que al público le fue (le es y lo será) imposible no entregarse. Pura ambrosía visual.

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Lo mejor:Poder comprobar que, 20 años después, continúa siendo una de las historias de amor más bellas del séptimo arte.
Lo peor: Que ese 20º aniversario estuvo a punto de no celebrarse en la gran pantalla a causa de la pandemia.
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