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CRÍTICA

'Devotion. Una historia de héroes': un disperso homenaje racial encumbrado por Jonathan Majors

El actor de 'Lovecraft Country' y 'Ant-Man y la Avisa: Quantumanía' borda su encarnación del primer aviador negro en la historia de la marina estadounidense en una adaptación bienintenciona pero nada memorable.

Por Rafa Jiménez Más 27 de Enero 2023 | 08:55
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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'Devotion. Una historia de héroes': un disperso homenaje racial encumbrado por Jonathan Majors

En plena temporada de Oscars y con meses de retraso al igual que muchas de las nominadas, llega a España un drama bélico que a priori podría haber encajado entre las favoritas de la Academia de Hollywood. 'Devotion. Una historia de héroes' tiene la base: la adaptación del libro de un reputado historiador del ejército estadounidense, Adam Makos; tiene las caras visibles: Jonathan Majors, Glen Powell y hasta el cantante Joe Jonas; y sobre todo, tiene la gran perspectiva: la historia de Jesse Brown, el primer aviador negro en la historia de la marina estadounidense, y su amistad con el piloto Tom Hudner durante la Guerra Fría y la batalla en la frontera con Corea. Entonces, la gran pregunta de esta crítica es cómo tantas aspiraciones de grandeza se quedan en un disperso drama bienintencionado de domingo por la tarde.

De oca a oca y cuento porque me toca

La ambición empieza desde el título que comparte con el libro en el que se basa. Jonathan Stewart y Jake Crane escriben cada escena con mucho respeto y se esfuerzan constantemente en transmitir esa devoción hacia la pareja y hacia la aviación como el motor del film. Saben que cada detalle de la historia real es muy importante, pero no consiguen reflejarlo con esa importancia propia a nivel cinematográfico: la emoción no va más allá de que sea algo real. Están tan preocupados pore contar toda la historia que su guion se limita a ir dando saltos con carteles en poquísimo espacio temporal para hacer una checklist de todos los acontecimientos relevantes. Ocurren muchas cosas importantes, pero no tienen trascendencia, ya que no dejan tiempo para que dejen poso en el espectador o se vean las repercusiones directas. En consecuencia, 'Devotion' es una película tan encomiable como estándar.

Sorprende que sus dos horas y veinte minutos abarquen todo esto, pero no profundicen en (casi) nada. Esa lista hermética que sigue el metraje pone los dientes largos con enfoques y situaciones que podrían funcionar como el centro de la película; de hecho, enganchan en el breve tiempo que cogen el foco, pero no brillan. Apenas justifica su visionado en pantalla grande como una película de acción de tres escenas normales. El drama romántico y de amistad enternece, pero no emociona. El peor intento de todos es el panfleto de una guerra olvidada con justificaciones bastante cuestionables o inexistentes, sobre todo para un público no estadounidense.

Jonathan Majors en 'Devotion'

El género que más se queda para diferenciar y definir la película tras el visionado es el drama racial. Ahí estaba la película, y ahí está durante una escasa media hora fragmentada. De hecho, estos minutos son los únicos más cercanos a un Oscar que a una TV Movie. Para profundizar de manera novedosa y universal en el racismo, el relato narra en primera persona las paradojas que implica ser un afroamericano representando el mayor orgullo de los Estados Unidos. El punto de vista que aporta la película es ese contraste brutal de poder entre aire y tierra: un dios en el cielo que sufre las desiguales dinámicas de trabajo rutinario, de relaciones de poder con superiores y compañeros, de la vida de barrio... En este enfoque a pie de campo, los guionistas sí que se permiten conversaciones trascendentes y pequeños detalles muy potentes como mostrar el legado de Brown en una mujer afroamericana interactuando con su esposa.

Luces y (muchas) sombras de la realización

Desde la dirección, J.D. Dillard también cae en la trampa del homenaje filmando al estilo de todos los tipos de películas bélicas que le han precedido. Lo paradójico es que, seguramente, muchas de ellas estuvieran en su momento ligeramente inspiradas en esta motivadora historia real. Por ello, da mucha pena que su propio relato cinematográfico no consiga ser tan vibrante como ninguno de esos casos ni como otros más recientes. Sí, casi todo está bien rodado, pero no aspira a la excelencia de 'Top Gun: Maverick' o a la sinvergonzonería de 'Midway'. Eso sí, el único fallo evidente de rodaje o montaje es una sorprendentemente oscura dirección de fotografía sin ningún propósito narrativo que dificulta seriamente reconocer qué hay en la pantalla hasta cuándo es de día. Aunque apenas se distinga lo que se ve, por lo menos sí emociona lo que se oye, con una menos típica banda sonora de Chanda Dancy.

Esto suena a fracaso, y no lo es, pero la verdad es que las desventajas saltan más a la vista cuando se comparan con los fugaces destellos de realización inspirada que hay en la película y que evidencian lo que podría haber sido. Aunque casi todo va en piloto automático, hay momentos que Dillard se permite arriesgar y narrar la tensión de la supervivencia en plano-secuencia, llevar a la vez una estrategia bélica conjunta por tierra y aire o dotar de significado a un vuelo de entrenamiento. Ahí se ve el corazón de su narración, pero una vez más esos momentos no acaban de definir la película al quedar relegados por el guión a meras secuencias bonitas inconexas e intrascendentes. Impresionan al ojo, pero no se quedan en la memoria al no encajar en el conjunto ni abundar en número.

Reparto de 'Devotion'

Aunque el resultado final se quede a medio gas, el auténtico piloto de esta aventura aérea es Jonathan Majors ('Territorio Lovecraft'). El actual Kang del Universo Cinematográfico Marvel demuestra que su fortaleza no se queda en su curtidísimo torso y presume de tener el mejor plano de la película: un plano-secuencia sobre su cara de él susurrando y llorando. En los vuelos no se luce (ni le dejan lucirse) tanto, ni en imagen ni en voz, pero en tierra domina todos los géneros mencionados por los que le lleva el guion. Su co-protagonista, Glen Powell, no le puede mantener el tipo como sí hizo a Tom Cruise de manera tan socarrona; aquí, su personaje es tan inexpresivo y poco profundo como el resto del escuadrón. Tan solo Joe Jonas consigue destacar como el secundario gracioso al que se le coge mucho cariño. En conclusión, 'Devotion' no se estrella, porque con la gasolina del primer aviador negro en los Navy y su magnífico intérprete tiene de sobra para despegar, pero tampoco vuela alto.

Nota: 5

Lo mejor: Jonathan Majors y el drama racial.

Lo peor: la estructura tan volátil del guion.