'Downton Abbey' es uno de los mejores ejemplos de cómo una prestigiosa serie de televisión puede desembocar en una estupenda película de época, con la que mostrar que la familia Crawley también tenía su sitio en la gran pantalla. Con un primer largometraje que triunfó en taquilla y logró conectar tanto con los fans como con un público ajeno, Julian Fellowes, creador de la ficción, vuelve a traer al clan con una secuela con la que, además, parece cerrar una etapa (¿quizás definitiva?) y que busca ofrecer el lado más luminoso de una ficción que huye prácticamente del drama.
A diferencia de la serie, tanto la primera película como la segunda han estado más enfocadas hacia el romance y la comedia. En el caso de 'Una nueva era' se remarca más este camino, al dividir a los personajes en dos tramas complementarias, con las que se aprovecha para introducir un elemento de misterio relacionado con la condesa viuda de Grantham, encarnada por la incombustible Maggie Smith, con el que se lleva a parte de los protagonistas a la Costa Azul francesa, ofreciendo imágenes de ensueño que muestra los últimos retazos de los felices años 20.
Como si de un último vals se tratase (pues la década de los 30 fue la del inicio del horror que llegó después con la Segunda Guerra Mundial), 'Downton Abbey: Una nueva era' derrocha pasión y elegancia en medio de dos relatos de ensueño, pues junto con la misteriosa herencia de la condesa viuda en Francia se une la de un rodaje en la imponente mansión campestre del clan, que se aprovecha para mostrar el contraste entre la aristocracia y el mundo del cine, aparentemente frívolo. En este aspecto, la cinta aprovecha para sacar su lado más cómico, con el que también retrata las diferencias de clase y los contrastes entre generaciones, plasmándolo incluso en el propio rodaje, que ve cómo su película debe pasar de ser muda a sonora en cuestión de minutos si quiere sobrevivir.
Un estupendo regalo para los fans que encantará también al público profano de la serie
El que se haya dividido a la familia en dos ha permitido crear una película con varias subtramas, que el director de la cinta, Simon Curtis, busca llevar a buen puerto dentro de las propias expectativas que forma en el público. Como se ha comentado antes, la idea de que las películas sean mundos ideales, que emparentan a la cinta con las novelas de Rosamunde Pilcher o el cine feel-good, provoca que el resultado cumpla con sus propios objetivos. Eso sí, derrocha clase y un cuidado por el detalle exquisito, partiendo de las interpretaciones de sus protagonistas.
'Una nueva era' tiene la virtud de contar con una trama coral, que intenta no descuidar a ninguno de los personajes, desde la capitana del clan, lady Mary Talbot, hasta los personajes más queridos del servicio como Daisy o Barrow, el mayordomo, el cual ha sido uno de los que más ha evolucionado a lo largo tanto de las seis temporadas como las dos películas. Aquí se ve el buen hacer de cada uno de los actores, con unas interpretaciones exquisitas, que muestran la virtud de la soflama británica. A ello se le suma un maravilloso diseño de producción, así como también un vestuario impecable, que vuelve a demostrar el mimo que existe por la producción y que es casi un sello propio de las propuestas de época de la industria audiovisual del Reino Unido.
A ello se le añade la sensación de cierre de un ciclo que hace que 'Downton Abbey: Una nueva era' sea no solo un maravilloso divertimento para deleitarse en la gran pantalla, sino que también, ante la incertidumbre que hay en todo lo referente al cine, una despedida a la altura para los seguidores; aunque eso no quita que puede que sea solo un mero 'hasta luego'. Una secuela a la altura de su predecesora que sabrá contentar a sus seguidores más fieles, como también ofrecerá un momento de entretenimiento para los más profanos, un punto de equilibrio complicado que solo títulos como este son capaces de defender.
Nota: 7
Lo mejor: Su cuidado vestuario y diseño de producción, el que cada personaje tenga su momento protagonista.
Lo peor: En algunos momento peca de empalagosa, algunas tramas están algo desaprovechadas, como la de Barrow.