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CRÍTICA

'Drácula: La leyenda jamás contada': Deconstruyendo el mito

Luke Evans protagoniza esta superproducción centrada en el origen heroico de uno de los personajes más icónicos de todos los tiempos. Estreno en cines, el próximo 24 de octubre.

Por Adrián Lavado Moreno 23 de Octubre 2014 | 11:37

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Las revisiones han sido una constante en el mundo del celuloide, y ahora una estrategia más que necesaria dentro de la industria. Tras más de un siglo de historia, los continuos remakes y adaptaciones en torno a figuras claves de la cultura popular hacen que poco más se pueda añadir desde una perspectiva fiel o purista. La reinvención es más una necesidad que un simple capricho artístico, lo que lleva a productos tan faltos de personalidad y rutinarios como 'Drácula: La leyenda jamás contada'.

'Drácula: La leyenda jamás contada'

No es una idea descabellada abordar un personaje tan icónico como el Drácula creado por Bram Stoker desde la perspectiva de sus orígenes. El autor irlandés, que se inspiró en el príncipe rumano Vlad Tepes y las leyendas que giran alrededor de su persona para desarrollar al personaje de la novela, fue el primero en adulterar el material del que partía para aportar una visión nueva del original. Sin embargo, la película dirigida por Gary Shore juega en una liga muy diferente, al no tener la mayor intención de dar entidad a un universo nuevo sino simplemente explotar la fama inherente al personaje.

El romanticismo propio de la historia original o el interesante origen histórico se pierden en medio de una pirotecnia visual cuyo objetivo último es dirigirse a un mayor número de espectadores. Aunque la película comience de una manera rápida y efectiva, con una correcta presentación del protagonista y su pasado, poco más tiene que aportar una vez decide convertirse en el ser inmortal que todos conocemos con tal de salvar a su pueblo. A partir de este momento, asistimos a una sucesión continua de batallas sin alma y mal planificadas salpicadas por una historia dramática redundante y simplista.

Ni el tormento personal del caballero ni mucho menos su historia de amor consiguen empatizar con el espectador, siendo un lastre que arrastra el metraje hasta el consabido final abierto en el que se hace un guiño, más bien inane, a la historia original. Pero ya que la diversión es el objetivo último, donde verdaderamente está el fallo es en el terreno de la acción. Las secuencias de lucha están muy mal coreografiadas, quizás por el empeño de que el héroe luche solo contra el imbatible ejército otomano.

El caos se adueña de la pantalla con la aparición de inexplicables primeros planos junto a injustificados y aleatorios cambios de velocidad. El tono épico da paso a una estética de videoclip barato, llamando la atención un par de planos subjetivos desde los lugares más insospechados. La idea de que Drácula pueda convertirse en una bandada de murciélagos a su antojo es un recurso que, aunque efectivo las primeras veces, se sobreexplota en exceso para maquillar las carencias de su debutante director. Todo ello culmina en una batalla final descafeinada en la que Vlad Tepes se enfrenta a su "temible" enemigo, literalmente, dando vueltas dentro de una tienda de campaña del ejército.

'Drácula: La leyenda jamás contada'

Una estrella emergente de nivel

'Drácula: La leyenda jamás contada' tiene la suerte de contar con un actor de talento que engrandece su desdibujado personaje. Luke Evans saca ciertos matices de su particular 'Drácula' gracias a su buen hacer y carisma, por lo que es triste verlo continuamente en superproducciones que solo buscan su presencia escénica sin importarle lo más mínimo su talento. Lo mismo ocurre con la estimulante Sarah Gadon, quien aunque le pone ganas no consigue transmitir ningún tipo de química con su partenaire masculino. Por su parte, Dominic Cooper no se muestra creíble en su faceta de sanguinario líder del batallón turco, algo que se acentúa debido al escaso tiempo que tiene en pantalla.