'Dune' se estrenó en 2021 bajo condiciones desfavorables. La adaptación de la novela de Frank Herbert dirigida por Denis Villeneuve llegaba en plena pandemia y su estreno simultáneo en cines y streaming en Estados Unidos amenazaba con mermar su recorrido comercial. Sin embargo, la película acabó siendo un gran éxito de taquilla, recaudando 400 millones de dólares en todo el mundo contra todo pronóstico. La razón: un estreno escalonado que permitió verla en Europa mucho antes, contribuyendo así a crear un enorme hype, alimentado por la idea de que era una experiencia que debía ser vivida en una sala de cine y en las mejores condiciones técnicas posibles.
Así la concibió Villeneuve y así mismo afrontó 'Dune: Parte Dos', la segunda mitad de la primera novela de la saga, que llega exclusivamente a los cines tres años (y seis Oscar) más tarde, con Warner Bros. reorientando su estrategia de nuevo hacia las salas. Si la primera parte estaba rodada parcialmente en IMAX, esta Parte Dos fue filmada íntegramente usando esta técnica, prueba clara de las intenciones del cineasta, que ha vuelto a diseñar un apabullante y monumental espectáculo inmersivo que adquiere su razón de ser en la oscuridad de una sala y proyectado en una gran pantalla.
Que no se interprete esto como un dardo envenenado al streaming, ya que, aunque complicada, la convivencia entre cines y plataformas es posible. Pero es cierto que en el caso concreto de 'Dune' sí se cumple el tópico: hay que verla en el cine para apreciarla en todas sus dimensiones, para entrar en la propuesta de Villeneuve, una de las más ambiciosas y de mayor escala que nos ha dado el Séptimo Arte en los últimos años. Como previos intentos hacían pensar, parecía imposible trasladar 'Dune' a la pantalla con éxito, pero Villeneuve ha demostrado que no solo era posible, sino que incluso podía superarse a sí mismo.
El director ha aclarado en varias ocasiones que esto no es una secuela, sino la segunda mitad de una misma historia. De esta manera, 'Dune: Parte Dos' retoma la acción exactamente donde lo dejó la primera. Nos zambullimos de cabeza en Arrakis para reencontrarnos con Paul y Jessica Atreides (Timothée Chalamet y Rebecca Ferguson) en plena huída de las tropas Sardaukar. Así comienza la unión entre los supervivientes de la Casa Atreides y los Fremen, con Stilgar (Javier Bardem) y Chani (Zendaya) como puntales de la resistencia, lo que dará lugar a un viaje de venganza que desembocará en una cruenta guerra por el planeta y sus recursos. Y así empieza también el espectáculo de acción y épica que orquesta Villeneuve, y que ya desde su primera secuencia deja claro que hemos pasado a otro nivel.
'Dune: Parte Dos' es el más grande todavía hecho película. Si la escala de la primera ya era enorme, en esta se alcanzan unas cotas que pocas veces se han visto en el cine. Aumenta la intensidad, la grandiosidad, la complejidad de la historia, y también la acción, mucho más abundante y explosiva que en la primera parte. Pero también hay un crecimiento hacia dentro, con una mayor intimidad y emoción a la hora de abordar las relaciones y más introspección en la evolución de los personajes, que aquí se adentran en un viaje hacia la oscuridad que atrapa y remueve de principio a fin.
Que Villeneuve es un virtuoso técnico ya lo sabíamos, pero aquí simplemente supera todas las expectativas que puedan depositarse en el responsable de obras mayúsculas como 'La llegada' o 'Blade Runner 2049'. El director canadiense se confirma como uno de los talentos más completos de Hollywood a la hora de casar lo personal con los requisitos que definen a un blockbuster. 'Dune: Parte Dos' es una superproducción de ciencia ficción que rivaliza en tamaño con 'Star Wars' o 'El Señor de los Anillos', y que en sus manos, alcanza su máxima expresión como cine mainstream con mensaje.
Lejos de diluir el discurso en favor de la acción, Villeneuve hila perfectamente ambas vertientes para reflejar la riqueza temática de la obra de Herbert y establecer con ella los paralelismos con el mundo real que suelen ser intrínsecos a la ciencia ficción. 'Dune' es un tipo de blockbuster muy difícil de encontrar hoy en día en Hollywood, valiente, comprometido políticamente, provocador y estimulante. Junto a la acción, el romance y la intriga palaciega se despliega un thriller político sobre la corrupción del poder, el uso de la religión (a través de las ideas del profeta y el destino) como herramienta de control, el imperialismo y la colonización, el fanatismo y el fundamentalismo. Si la primera parte sentaba las bases de este riquísimo entramado contextual, en esta segunda mitad, la historia explora sus implicaciones en mayor profundidad, y hasta las últimas consecuencias, llevando a los personajes por caminos de todo menos complaciente.
En el apartado actoral, 'Dune: Parte Dos' también va más allá, sacando oro (o especia) de su reparto -uno de los mejores y más atractivos del cine reciente. Chalamet realiza aquí su mejor trabajo desde que lo descubrimos en 'Call Me By Your Name', sorprendiendo en la vertiente más oscura de Paul con una fuerza visceral y presencia que incluso los que lo hemos defendido siempre como actor no sabíamos que tenía dentro. Lo secunda una Rebecca Ferguson también mejor que nunca, con un rol aumentado para Lady Jessica que permite a la actriz sueca desplegar su talento dramático en una interpretación siniestra y escalofriante.
Zendaya vuelve como Chani, cumpliendo la promesa de Villeneuve: la vemos más tiempo y por fin se puede lucir, además de representar junto a Chalamet una dimensión íntima y romántica de la historia que también la separa de otras sagas recientes, donde parece que hay cierta alergia al amor. Del resto del reparto original, Dave Bautista vuelve a sacar lo mejor de sí mismo a manos de Villenueve y Josh Brolin y Javier Bardem aportan las (pocas pero bienvenidas) notas de ligereza y humor que hay en la película.
Las nuevas caras de 'Dune' pertenecen a veteranos del cine como Christopher Walken, estrellas consagradas como Léa Seydoux y nuevos ídolos de Hollywood como Florence Pugh y Austin Butler. En el caso de Pugh, Villeneuve repite la estrategia narrativa que usó con Zendaya en la primera: su presencia es mínima, una promesa a modo de presentación o semilla de lo que está por venir. Sabe a poco, pero Villeneuve nos ha dado razones de sobra para creer en su visión. Butler, sin embargo, tiene más peso en la trama, protagonizando varias de las escenas de acción más destacadas del film. Combates que acomete con una presencia física brutal e imponente, construyendo con su Feyd-Rautha a un monstruo despiadado que pone nervioso solo con verlo. Es sin duda una de las interpretaciones estrella del film.
Catarsis de ciencia ficción
Las dos horas y 45 minutos de metraje de 'Dune: Parte Dos' pueden ser un punto de discordia. Si bien es cierto que es inevitable que el ritmo se resienta en el tercer acto, en ningún momento se puede decir que la duración no esté justificada. Con esa historia, esa mitología y esa cantidad de personajes, 'Dune' debe ser larga por naturaleza. Afortunadamente, Villeneuve entiende perfectamente cómo funciona el medio en el que trabaja y su adaptación -coescrita brillantemente por Jon Spaihts- encuentra el término medio necesario para que funcione, respetando la densidad de la novela de Herbert a la vez que la hace más accesible y puramente cinematográfica. En resumen: sí, es larga y se nota, pero no podía ser de otra manera.
Si 'Dune' ponía alto el listón, 'Dune: Parte Dos' lo pulveriza. El sentido de la épica, la precisión narrativa y la elegancia visual de Villeneuve nos dan, junto a un equipo en pleno rendimiento, un trabajo magistral. La arrebatadora música de Hans Zimmer reviste una experiencia hipnótica que asalta los sentidos constantemente, en la que el atronador sonido recorre el cuerpo como un escalofrío permanente y los golpes del Martillador (el artefacto para llamar a los gusanos) marcan nuestro pulso. La fotografía de Greig Fraser nos vuelve a dar planos de una belleza absoluta. Su vestuario y diseño de producción es impecable hasta el último detalle. La acción es simplemente de otro mundo, con los efectos visuales a los que toda producción de alto presupuesto debería aspirar, batallas adrenalínicas que hacen que se corte la respiración (se han comparado con 'El Señor de los anillos: Las dos torres' y no seré yo quien lo contradiga) y secuencias que pasan automáticamente a la historia, como la de Paul montando un gusano de arena por primera vez, el combate en el coliseo o el apoteósico clímax bélico. Todo un acontecimiento cinematográfico al que "impresionante" no le hace justicia.
Con su carácter revelador y catártico, un universo en expansión meticulosamente dibujado y una historia con alma, cada vez más apasionante y oscura, esta adaptación está llamada a marcar un antes y un después cinéfilo para muchos espectadores, de la misma manera que 'Star Wars' y 'El señor de los anillos' influyeron a varias generaciones. 'Dune' se consolida en su segunda parte como una de las más grandes sagas fantásticas de nuestro tiempo, cerrando un arco de la manera más trascendental y espectacular posible, a la vez que prepara el terreno para una tercera parte ('Dune: Messiah', aun sin confirmar oficialmente) que se convierte automáticamente en una necesidad.