Ya lo dijo Friedrich Nietzsche: "En el amor siempre hay algo de locura, pero en la locura hay algo de razón". Después de la majestuosa 'Frantz', François Ozon vuelve a terrenos conocidos. Con 'El amante doble', el director regresa a su lado más perverso y retorcido, aquel con que alardeó en películas como 'Amantes criminales', 'Swimming Pool', 'Gotas de agua sobre piedras calientes' o 'En la casa'. Mostrada en la Selección Oficial del 70º Festival de Cannes, una maquiavélica historia de amor que trae al Ozon más salvaje.
Chloé sufre unos fuertes dolores en el estómago. Debido a que los médicos no logran encontrar el origen de esas molestias, la joven decide buscar ayuda psicológica. De mente frágil, empieza las sesiones terapéuticas con Paul, un atractivo y treintañero psicoanalista. La atracción entre los dos es instantánea, hasta el punto que Paul decide parar la terapia, ya que se ha enamorado de ella y no quiere romper su ética deontológica. Debido a esa revelación, Chloé decide empezar una relación amorosa con él. Sin embargo, Paul guarda un oscuro secreto que desestabilizará la delicada mente de la mujer.
Un juego erótico partido en dos
Inspirada libremente en la novela 'Vidas gemelas', de Joyce Carol Oates. Nada más empezar, Ozon revela sus intenciones. A una mujer joven le empiezan a cortar el cabello. La muchacha, de aspecto frágil y etéreo, se convierte en una mujer de mirada dura, misteriosa, nívea. Desde el primer momento, se sabe que el filme será ella, su punto de vista, sus deseos, sus obsesiones. Sin embargo, lo que realmente sobrecoge son las escenas que la suceden, que introducen al espectador al origen de su dolor, con un primer plano vaginal en el que la cámara penetra en el útero. Un inicio provocador, revelador y que deja clara la postura del cineasta.
Porque 'El amante doble' es la propia transformación de Chloé, una protagonista que se introduce en una espiral de perversión, deseos y confusión. Lo que inicialmente parece una historia de amor se torna en un terrorífico thriller freudiano, en el que el cineasta saca a relucir la imagen del Doppelgänger en el sentido más extenso de la palabra. El filme no sólo habla de gemelos malvados, sino también de la propia psique de una protagonista que desdobla sus deseos entre una pareja y un amante. Mientras que por un lado satisface sus anhelos emocionales, con un novio que la quiere y le apoya, por otro saca su lado más salvaje, sexual, evidenciando algo propio en el cine de François Ozon: El uso de las medias verdades, de las mentiras, como parte de la vida misma.
Cierto es que 'El amante doble' no comparte temática ni técnica con su anterior filme, la clásica 'Frantz', pero sí tiene en común esa obsesión de Ozon por la mentira, por mostrar que nada es lo que parece, una sensación perturbadora que en este filme se expresa de manera directa, asfixiante. La espiral en la que se ve envuelta Chloé hipnotiza, agobia y hace llevar al límite los placeres carnales, de manera semejante a la asfixia que lleva a la muerte en la polémica 'El imperio de los sentidos'.
El hombre como oscuro objeto de deseo y dominación
Combinando perversiones sexuales, medias verdades en la pareja, la imagen del gemelo malvado y hasta el concepto del canibalismo embrionario, Ozon vuelve a explorar los deseos más profundos de la persona a través de su visión particular sobre lo femenino. Siguiendo la estela de la alabada 'Elle', 'El amante doble' modifica el objeto de deseo, aunque sea ella la que se ve envuelta en un juego macabro de hermanos, Chloé es la que cosifica al varón, intenta crear su amante perfecto, su amante doble, el hombre se convierte en el oscuro objeto de deseo. En ese juego de dominación y posesión, 'El amante doble' guarda relación con una de sus películas más redondas, 'Gotas de agua sobre piedras calientes'.
Sin embargo, lejos de utilizar sus influencias habituales, como R.W. Fassbinder o Hitchcock, 'El amante doble' tiene más en común con el cine de Brian De Palma o David Cronenberg. De hecho, es imposible no pensar en 'Inseparables', el peligroso juego de gemelos que dirigió en 1988 el célebre cineasta canadiense. Magnífica combinación entre los estilos de De Palma y Cronenberg entremezclado con el toque elegante, irónico y parisino de Ozon, hecho para mofarse de la asustada burguesía francesa.
La sensual química entre Marine Vacth y Jérémie Renier
Junto con una Marine Vacth magnífica, su mirada sigue emanando la melancolía y la sensualidad de 'Joven y bonita' aunque ahora se torna más adulta, más glacial. Sin duda, una actriz hecha para papeles extremos, combinando la frialdad de Isabelle Huppert con la mirada nívea de Catherine Deneuve, dos de las actrices que más han inspirado a Ozon. A su lado, está un fragmentado Jérémie Renier, el actor belga muestra su lado más salvaje y viril, con dos personajes contrapuestos y completamente extremos. Renier muestra su imagen de joven ingenuo, aquella vista en 'Amantes criminales' o 'Las horas del verano', para traer un retrato retorcido de sus personajes más oscuros, aquellos que ha hecho con los Hermanos Dardenne.
Quizás el único pero, es que esa espiral de delirios, perversiones sexuales y dobles sentidos no llegan a alcanzar el toque malicioso de los primeros filmes del director de 'Sitcom' u '8 mujeres'. Puede ser que si se hubiera inspirado más en el cine de Satoshi Kon, todo un experto en la imagen del Doppelgänger, el director hubiera creado una obra maestra del thriller erótico como fue la reciente 'Elle'. Sin embargo, eso no quita que se está ante el Ozon más salvaje y, sobre todo, ante la demostración de un director que no quiere anquilosarse y busca experiencias nuevas en su ya decimoséptimo largometraje. Perversa, retorcido, elegante, sexual. Ozon en estado puro.
Nota: 8
Lo mejor: La química entre Marine Vacth y Jérémie Renier, explosiva y muy íntima.
Lo peor: Su resolución final decepcionará a aquellos que esperen ver una nueva 'Elle'.