Se presentó por primera vez en la pasada edición del Festival de Sitges y el 18 de octubre llega a los cines de todo el país 'El asesino de los caprichos', un thriller con una buena idea original, pero con una ejecución torpe y precipitada de la trama, a pesar de tener unos personajes femeninos más que notables.
La premisa con la que parte esta cinta dirigida por Gerardo Herrero, también productor, es sencilla y bastante interesante: un asesino en serie comienza sus andadas en el exclusivo barrio de Salamanca, en el corazón de la capital española. Todas esas víctimas tienen algo en común: coleccionan piezas de los famosos grabados de Goya y sus muertes imitan las escenas que el pintor reflejaba en sus obras. Serán las inspectoras de la policía Carmen Cobos y Eva González las que, tras dejar de lado sus diferencias personales, tendrán que resolver quién está detrás de estos crímenes.
El guión de Ángela Armero cumple su función a la hora de presentarnos a dos protagonistas completamente opuestas: mientras que el personaje de la siempre excelente Maribel Verdú es caótico, llena de demonios y consumida no sólo por sus malos hábitos sino por su devoción por su trabajo; el personaje de Aura Garrido aporta la calma y la sensatez dentro del dúo, su rol es el de una de las tantas mujeres del siglo XXI que debe lidiar no sólo con un puesto de trabajo en el que esforzarse por hacerse valorar sino que, además, debe conciliarlo con su vida familiar.
Pero las buenas ideas, si no se reproducen de manera correcta, se quedan varadas en la más absoluta indiferencia. Pocas veces se puede decir que un largometraje pide a gritos más minutos para terminar de dar sentido a la trama y ese es el primer gran problema que tiene esta película. Desde el principio, asistimos a una película que tiene por una parte muy buen ritmo pero que lo consigue a base de pasar por alto los detalles por los que es interesante. El personaje de Maribel Verdú atrapa, por su mal carácter y su forma errática de actuar. ¿Pero por qué es así?
Si se hace un thriller en el que se pone en segundo plano la trama policial porque se decide darle protagonismo a sus personajes, lo mínimo es que se justifique de alguna forma sus comportamientos. Esos vacíos provoca que la película de la sensación de que haya sido hecha sin orden ni intención, muy amateur a pesar de la veteranía de su director. Y más cuando el personaje de Aura Garrido, espectacular pero a la misma vez afincada a un género que la desaprovecha, es el único que parece dar algo de coherencia y poner freno a una película que está apunto de descarrilar en todo momento.
Gran elenco entre grandes fallos
Pero al igual que el espectador se puede olvidar de que estamos ante un asesino en serie suelto aterrorizando a la alta cuna madrileña con tintes de crítica a la hipocresía social cuando ambas están en pantalla y disfrutamos con la mala relación que tienen entre las dos, también nos olvidamos que esta cinta cuenta con unos actores secundarios de lujo, demasiado buenos para unos papeles tan huecos y estereotipados. Roberto Álamo, Daniel Grao y sobre todo, Ginés García Millán salvan su parte porque son grandes intérpretes y siempre da gusto verles en pantalla, no porque sus personajes sean interesantes.
La cinta en sí, además, tiene su parte pedagógica y nos permite echar un vistazo desde una distancia prudente a los entresijos del mundo de la calcografía o a lo que hay detrás de las grandes subastas de arte, pero eso supone un problema cuando resulta más interesante que la propia trama policíaca. También cuenta con varias escenas de acción y de persecuciones que, rodadas casi al más puro estilo Hollywood, llegan en los momentos idóneos para recuperar la atención del público, pero únicamente para que vuelva a frustrarse por el desarrollo general de la película.
En definitiva, 'El asesino de los caprichos' gana en originalidad poniendo en los roles de policía bueno y policía malo a dos actrices con gran capacidad interpretativa como son Maribel Verdú y Aura Garrido en una película que no llega a hacerles justicia del todo y pierde la gran oportunidad desaprovechada de hacer una buena película a pesar de las intenciones.
Nota: 4
Lo mejor: La química entre Maribel Verdú y Aura Garrido
Lo peor: La sensación de descontrol camuflado de ritmo a lo largo de toda la película