El cine de Cédric Kahn siempre ha reivindicado la liberación de la opresión mediante diversas facetas. Si con 'Luces rojas' el director mostraba la rápida desintegración de un matrimonio burgués y con 'Vida salvaje' retrataba la huida hacia delante de un padre que no confía en el sistema, esta vez el cineasta da un giro de tuerca más con la mística 'El creyente', premio al mejor actor en la 68ª edición del Festival de Berlín, nominada a tres premios César y mostrada en el 56º Festival de Gijón.
Thomas es un chaval de 22 años que ha sobrevivido a una sobredosis de drogas. Para superar sus adicciones, el joven ingresa a una comunidad religiosa aislada en un monte, especializada en tratar a chicos con problemas. Las estrictas reglas de la comunidad provocan que en Thomas un rechazo frontal, que irá tornándose en docilidad cuando conozca a Sybille, por la que empezará a sentirse atraído. Su proceso de rehabilitación y reencuentro espiritual hará que esté en paz consigo mismo, pero también le abrirán nuevos conflictos internos.
Una película sobre la fe en la Humanidad
Kahn muestra un interesante camino de luz y redención, alejada de cualquier tópico adoctrinador que pueda pensarse de este tipo de cine. Centrándose especialmente en su protagonista, el director transmite un mensaje, más que de creencia religiosa, de fe hacia la Humanidad, en el reflejo de una comunidad que no juzga, cuya espiritualidad se ve en clave positiva, desde una mirada humanística, mística, fuera de dogmas y férreas instituciones eclesiásticas. En ese sentido, se parece más al proceso de sanación de heridas de 'La historia de Marie Heurtin' o a la espiritualidad de la magnífica 'De dioses y hombres'.
Pero el realizador no pretende enfocarse tanto en el aspecto místico, sino en uno más personal, en el proceso de recuperación del joven Thomas, interpretado magníficamente por Anthony Bajon, ganador del Oso de Plata en la Berlinale a la mejor interpretación masculina, cuya mirada, capaz de tornarse de belicosa a serena, fascina y provoca querer conocer a un personaje del que se ofrecen pocos antecedentes, más allá de su sobredosis y sus problemas de conducta. Por otro lado, no puede faltar mención a ese gran actor que es Àlex Brendemühl, uno de los intérpretes españoles más internacionales, al que se le ve mucho en producciones de autor europeas. Mención también para Hanna Schygulla, aquella musa de Fassbinder convertida en una piadosa monja, su sola presencia en pantalla cautiva.
La conexión entre el ser humano y la naturaleza
Aunque parezca paradójico, 'El creyente' es un alegato de liberación, con una mirada espiritual puesta en la actual generación de jóvenes, mostrando cómo el mejor lado de la Humanidad se puede esconder en la lugar más remoto y alejado. El filme también aborda la relación del ser humano con la naturaleza, mediante una conexión profunda, digna de San Francisco de Asís. De hecho, la escenas al aire libre son las que gozan de mayor belleza, con una fotografía exquisita.
'El creyente' es una película que ofrece una mirada humanística a la problemática de los adolescentes de hoy, en la que el público entra de lleno gracias a una dirección austera, unos diálogos directos y un mensaje muy claro que logra que las heridas del pasado se cierren, pero que abren nuevos conflictos internos que son realmente una evolución natural de los acontecimientos que da la propia vida.
Nota: 7
Lo mejor: La interpretación de Anthony Bajon y la espiritualidad que emana la película.
Lo peor: Su espiritualidad es un tanto ambigua, no gustará a aquellos que busquen las costuras.