Junto a Heminghway, F. Scott Fitzgerald, John Steinbeck y Henry Miller, Thomas Wolfe sigue siendo una de las grandes figuras de la literatura estadounidense de la primera mitad del siglo XX, y acaba de lograr su primera encarnación cinematográfica de la mano de Michael Grandage. El actor británico y director teatral ha dirigido en su ópera prima la adaptación de 'Genius', la novela de A. Scott Berg cuyo guion ha adaptado John Logan ('Gladiator', 'Skyfall'), centrándose en la dupla profesional que formó el autor junto a Maxwell Perkins, uno de los grandes editores del panorama literario norteamericano.
Convirtiéndose en uno de esos banales biopics que nos llegan a las carteleras cada año, el debut cinematográfico de Grandage consigue gratificar a través de la lectura que Jude Law realiza de la figura de Wolfe, convirtiéndose en lo poco salvable de un film cuyas pretensiones no parecen ir más allá del mero lucimiento del actor dos veces nominado al Oscar, por 'El talento de Mr. Ripley' y 'Cold Mountain'.
Estrenada en la pasada Berlinale y cuyo paso por las salas estadounidenses no logró captar al público que una producción del estilo preveía, la obra nos presenta la relación de amistad surgida a partir de la colaboración entre Max Perkins, interpretado por un absolutamente anodino Colin Firth, y Wolfe, lanzándolo al estrellato tras haber hecho lo propio con Fitgerald (Guy Pearce) y Heminghway (Dominic West).
Es un claro ejemplo de cómo no llevar a cabo un film biográfico. Pese a la importancia e interés que puedan despertar los personajes reales en los que se basa, su transliteración puede que no sea la más adecuada. Porque sobre el papel, la historia de Perkins-Wolfe resulta harto interesante, algo que parece haberse diluido a la hora de plasmarlo en pantalla.
Nos encontramos con un Jude Law que parece estar dispuesto a levantar pasiones y odios a partes iguales, pues su tendencia hacia un cierto histrionismo se convierte en un arma de doble filo. Mención especial merece la nula química existente entre Law y Nicole Kidman, quien interpreta a Aline Bernstein, la amante de Wolfe cuya relación entre la pasión y el tormento vuelve a constatar lo que ya pudimos ver en 'Cold Mountain', donde los actores ya encarnaron a una de las parejas menos creíbles que hemos visto en las filmografías de ambos.
Podríamos comenzar a hablar de la mala suerte que Kidman tiene para con los biopics, pues con este ya van tres los intentos fallidos por representar a un personaje real en pantalla, tras los tremendos despropósitos que supusieron 'Grace de Mónaco' y 'Queen of Earth'; y que no hacen nada más que demostrar que la ganadora del Oscar por 'Las horas', es ya casi una sombra de lo que fue, algo que bien podría achacarse a la mala elección de proyectos o a un nulo interés por entregarse en sus papeles como bien hizo a principios del nuevo milenio.
Anodina, insignificante y absolutamente desganada, 'El editor de libros' pasa a formar parte de esa larga lista de innumerables biopics sin alma, que parecen estar cortados con el mismo patrón y cuya única intención es la de intentar crear un producto de éxito a través de un casting reconocido. Quizá el mal resultado se deba a la inexperiencia de Grandage como realizador cinematográfico, pues es absolutamente injusto que la primera vez que hayamos podido ver la figura de Thomas Wolfe en el cine, haya tenido que ser esta.
Nota: 4
Lo mejor: Se ven claras sus intenciones por representar a esas dos grandes figuras. Jude Law está totalmente entregado, pese a que pueda resultar un tanto pasado de vueltas.
Lo peor: No consigue cumplir ninguno de sus cometidos y acaba convertido en un producto absolutamente intrascendente y olvidable.