La luz de la Patagonia argentina tiene un poder visual difícil de desaprovechar con la cámara. Dentro de ese oasis de naturaleza, 'El faro de las orcas' nos presenta la historia de Beto Bubas, el guardafauna de Península Valdés que estableció una conexión especial con las conocidas como ballenas asesinas. Gerardo Olivares se ha encargado de capturar esa inusual historia de inmersión total en el entorno natural, y se ha servido de esas espectaculares vistas para crear una atmósfera que merece la pena contemplar.
La película se centra en la llegada de una mujer española con su hijo autista a ese solitario paradero, tras la reacción del niño al documental sobre Beto emitido en la televisión. Desde ese momento se pone a prueba la capacidad de Beto de mantener una relación tan cercana con los humanos como con los animales. Además, se plantea el desafío de que el niño reaccione ante los estímulos de la naturaleza, valiéndose de sus amigas las orcas. Lo que podría haber sido una grandilocuente dramedia de Disney, con animales parlanchines y emociones llevadas al extremo, cobra una forma más atractiva. Olivares no se olvida de sus personajes, a pesar del seductor entorno, y forja unas relaciones humanas con las que es difícil no sentir cercanía. El planteamiento no deja de ser previsible en ciertos aspectos, sobre todo en el avance de la relación entre el personaje de Beto, interpretado por Joaquín Furriel, y el de Lola, encarnada por Maribel Verdú. Aunque lo realmente interesante de esos dos individuos sea la contraposición de sus formas de comprender y compartir el mundo, que irán desembocando en un mismo punto.
El mensaje de armonía con la naturaleza es realmente obvio, pero queda contenido en un largometraje que tampoco quiere adoctrinar, sino aleccionar sobre el valor de aquello que nos rodea y que nos obstinamos por destruir. Los dos actores hacen un gran trabajo, al igual que el pequeño Joaquín Rapalini. Al igual que aquellos elementos que hubo que reconstruir de la naturaleza parecen totalmente integrados en ella, como las orcas elaboradas a partir de animatronics y efectos especiales. No estamos ante 'La vida de Pi', pero en ningún momento se tiene la sensación de estar viendo algo impostado que rompa con la mirada de Olivares, fascinada de nuevo por la naturaleza. Sin embargo, a medida que avanza la cinta, acaba siendo mucho más interesante la propia naturaleza que se representa que la historia que encierra. Los personajes tienen su encanto y sus conflictos terrenales, pero ese portentoso espacio va absorbiendo su atracción. Y los previsibles cambios de mentalidad se dan por hechos antes de tiempo, mientras uno se queda observando el océano.
Entre orcas
Olivares es conocido por su pasión por la naturaleza, elemento que está presente en el ADN cinematográfico de muchos directores, pero que no siempre se manifiesta de forma tan rotunda. Con 'Entrelobos' ya dejó claro que los dramas protagonizados por urbanitas escépticos no eran lo suyo, por lo que se introdujo en un terreno algo más minoritario, pero con planteamientos que tratan de apelar al gran público. Ahí conviven la contradicción y su principal valor como cineasta, ya que muestra historias que huyen de lo normal de una manera que circula por la carretera de lo convencional. Por un carril no tan transitado, pero que no rompe con los esquemas del público. En 'El faro de las orcas' se mantiene en esa línea, sin sorprender excesivamente con sus estructuras, pero combinando de forma sólida personajes y ambiente para compartir su determinación por convivir sin excesos con el resto de especies que habitan el planeta.
Su nueva película merece un buen número de visitas en las salas en las que se proyecte, pero más su armonioso mensaje que por la innovación del mismo. 'El faro de las orcas' capta esa luz patagónica, un haz por el que deberíamos guiarnos más a menudo que por el de las farolas y carteles luminosos de las grandes ciudades.
Nota: 7
Lo mejor: Poder vivir durante su metraje en un ambiente tan idílico y furioso como el de la costa argentina.
Lo peor: La facilidad con la que los personajes se entrelazan, sin un verdadero enfrentamiento entre ellos.