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CRÍTICA

'El gran showman': La playlist de videoclips definitiva

Hugh Jackman demuestra una vez más que es el showman definitivo en una película llena de temazos pero falta de un hilo conductor que consiga enganchar.

Por Jesús Agudo Más 27 de Diciembre 2017 | 14:42
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Mucho antes de que 'La La Land' volviera a poner al musical en el lugar privilegiado de Hollywood que merece, Hugh Jackman ya había estado intentando hacer una película cantada que no fuera una adaptación de Broadway o un remake. Pero le costó lo suyo porque el género no atravesaba su mejor momento. Tampoco ayudaba que hubiera elegido a alguien sin experiencia en la dirección de largometrajes para llevarla a cabo. Pero al final fue el entusiasmo de Michael Gracey el que convenció a un estudio a que dijera sí a una película basada en uno de los primeros hombres que dio forma al showbusiness en Estados Unidos: P.T. Barnum.

El gran showman

'El gran showman' lo tiene todo para que la magia que consiguió Baz Luhrmann en 2001 con 'Moulin Rouge' vuelva a pasar: una época que ya se hace lejana pero con muchas oportunidades visuales, una banda sonora moderna a más no poder, y una interesante lluvia de estrellas. Y a uno de los mayores showmans del Hollywood actual en el papel protagonista. A pesar de todos estos ingredientes, es una pena que no resulte en el espectáculo redondo que debería haber salido.

Pero empecemos por lo positivo. Si un musical quiere trascender en el tiempo, es necesario que la banda sonora brille casi por encima de todo el resto de la película. Y por suerte 'El gran showman' tiene una banda sonora espectacular. Al igual que ocurriera con los mixes de 'Moulin Rouge', las canciones de esta película obvian por completo el tiempo en el que transcurre la historia para ir directamente a los ritmos y estilos del pop de 2017. El resultado es que cualquiera de ellas podría ser número uno de las listas de éxitos hoy por hoy. Detrás de ellas están Benj Pasek y Justin Paul, letristas de los temas de 'La La Land', que han jugado con los sonidos más actuales para darnos canciones que son pura fuerza y que nos introducen de lleno en el musical. Hemos venido a pasarlo bien, a ver espectáculo, y desde el primer golpe en el suelo de 'The Greatest Show' estamos dentro. A partir de ahí escucharemos canciones que podrían haber salido perfectamente de los artistas más actuales. 'Never Enough' podría ser esa balada que no deja de sonar en la radio con una Adele más poppie, 'Tightrope' de una Taylor Swift en modo melancólico, 'From Now On' recupera el folk que volvió a estar de moda con Mumford & Sons. 'Rewrite the Stars' o 'This Is Me' nacieron para coronar los tops musicales. Todo más teatral, más Broadway, pero totalmente efectivo.

El gran showman

Y cada una de esas canciones gana enteros cuando entra en escena el bagaje del director en la realización de videoclips y anuncios de televisión (suyo es el genial spot del chico que bailaba mientras limpiaba el baño con Cillit Bang). Los números musicales de 'El gran showman' son eléctricos, cada uno es un maravilloso videoclip que dan ganas de ver una y otra vez. El dueto en el aire de Zac Efron y Zendaya con 'Rewrite the Stars' es un portento. Los bailarines están que se salen en 'From Now On' o 'The Greatest Show'. La magia surge en 'Come Alive'. Aunque a veces se note un poquito el ordenador (y quede claro que alguien ha visto 'Moulin Rouge' un montón de veces), los juegos de cámaras, la fuerza de las canciones y un vestuario steampunk al que le sacan todo el potencial en el que no escatiman en brillos o en patrones horteras, tan necesarios en un musical, hacen que en cada momento cantado sea imposible no seguir el ritmo con el pie en la butaca.

¡Otra! ¡Otra!

Es una pena que no estén cantando todo el rato, porque es cuando dejan de cantar cuando se notan las sombras de 'El gran showman'. Porque Michael Gracey dirige números musicales como un experto, pero se le nota su poca experiencia en la dirección de actores en el drama. No ayuda nada que el guion sea realmente flojo. La vida de P.T. Barnum da mucho más de sí que lo que se muestra en esta película, que al no buscar un biopic al uso muestra una imagen súper sesgada de este polémico empresario. La historia aquí es demasiado de ensueño, y no despierta ningún interés. Además, Jenny Bicks y Bill Condon (sí) pecan de abrir demasiados melones en una película en la que hemos ido a ver "el mayor espectáculo", y por supuesto todos se quedan sin tiempo para desarrollarse. Además del drama familiar de Barnum (que no llega a interesar mucho en ningún momento) tenemos los problemas del amor interracial en la época, la discriminación en general, la definición de qué es ser normal y por qué lo que nos hace únicos es lo que mejor tenemos, el ansia por gustar, tenemos el propio nacimiento del showbusiness, la lucha de clases... Una amalgama de ideas que quedan todas a medio cocinar. 'El gran showman' tiene ese problema que suelen sufrir muchos musicales: estamos deseando que dejen de hablar y se pongan a cantar en todo momento.

El gran showman

Gracey tampoco ha sido capaz de sacar lo mejor de unos actores y actrices con sobrado talento. Ni siquiera con Hugh Jackman. Pero su problema es que ya asociamos al actor con el título de "gran showman", por lo que no dejamos de verle a él en ningún momento, P.T. Barnum nunca hace su aparición en la película. Michelle Williams es quizás el caso más decepcionante. Canta muy bien, pero no transmite nada, y la química con Jackman no es para nada tan efectiva como la que hay entre Efron y Zendaya, que no pueden explotarla al tener muy poco tiempo en pantalla. Rebecca Ferguson no está mal como la diva sueca Jenny Lind, pero menudo chasco cuando descubrí que es la única que no canta en la película. Suerte que los bailarines están a tope, y que menudo descubrimiento Keala Settle, que interpreta a la mujer barbuda que llenaría estadios enteros.

Al final, 'El gran showman' se salva porque como sucesión de videoclips les ha salido una lista de reproducción maravillosa, y que la película dure menos de dos horas ayuda a que no se haga pesada a pesar de los momentos de bajón cuando dejan de cantar. Y lo bueno de los musicales es que muchas veces sus coreografías trascienden más que la propia película, cosa que probablemente ocurra con esta. Es una pena que no hayan abrazado el petardeo hasta las últimas consecuencias y nos hubieran dado un espectáculo sin pausas lleno de brilli brilli. Porque cuando Hugh Jackman baila sobre una barra de bar con Zac Efron, cuando se mueve entre las sábanas tendidas con Michelle Williams, cuando dirige a su circo de freaks rodeados de un público que no podía estar más entregado, nosotros en la sala no podíamos estar más entregados. Él es el gran showman, pero se merece un show mucho mejor.

Nota: 7

Lo mejor: Cada número musical es un videoclip impresionante.

Lo peor: La historia entre medias y los personajes transmiten cero.