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CRÍTICA

'El Hombre de Acero': El Mesías que vino de Krypton

Superman vuelve a volar en la gran pantalla, y lo hace con una aventura épica y llena de acción, aunque arrastrada por un tono excesivamente solemne y religioso. Crítica SIN SPOILERS.

Por Jesús Agudo Más 20 de Junio 2013 | 10:12
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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En la historia de los cómics, Superman siempre será, por decirlo de alguna manera, el dios de dioses. El arquetipo de la perfección, el modelo para mil y un personajes con capa, mallas y superpoderes. ¿Cómo es posible que sea tan difícil hacer una adaptación cinematográfica que consiga plasmar mínimamente lo que han creado 75 años de páginas coloreadas? Tras un 'Superman Returns' que muchos querríamos olvidar, Zack Snyder se embarca en un nuevo intento de crear un Clark Kent digno de la historia del personaje.

El Hombre de Acero

'El Hombre de Acero' vuelve a contarnos el origen de Kal-El, un kriptoniano enviado a la Tierra por sus padres para evitar la extinción de su raza. Criado por humanos bajo el nombre de Clark Kent, este niño sabe que no es como los demás, y crece buscando respuestas a sus miles de preguntas. Cuando consigue descubrir quién es, también entenderá qué hace en la Tierra, justo a tiempo para hacer frente a un peligro venido de su propio planeta.

Aunque esta historia parece de sobra conocida, nos encontramos ante el reinicio más fuerte que ha visto el personaje en la gran pantalla. Y eso es gracias al toque Christopher Nolan-David S. Goyer. Henry Cavill encarna a un Superman más oscuro, más solemne, con un intento de darle un toque épico y divino. Quizás un personaje con la carga de ser el único superviviente de Krypton y un incomprendido en la Tierra requería desde hace tiempo esta visión más seria, y no le sienta mal en pantalla. La moralidad cobra mucho protagonismo, pero va siendo poco a poco eclipsada por la acción y las peleas. Y hay un problema mayor: la religión.

"Le considerarán un dios"

A lo largo de toda la película, no son pocas las referencias bíblicas que aparecen a lo largo de 'El Hombre de Acero'. Desde conversaciones con sacerdotes a los 33 años del protagonista (misma edad que Cristo cuando fue crucificado), o incluso referencias más visuales que alejan a Superman de su realidad "freak" y le pretenden convertir en una especie de deidad. Este excesivo peso de lo moral no termina de casar con el aire de superproducción, y menos con un héroe de acción, por muchos dilemas personales y sacrificios que tenga que hacer. Es esta carga de solemnidad la que termina arrastrando el ritmo de la película, una seriedad excesiva y mística que le aleja del héroe carismático que conocemos por las viñetas. Esta especie de "nolanización" demuestra que, lo que sirve para ciertos personajes, requiere una mayor revisión en otros.

El Hombre de Acero
Sin embargo, lo que no se puede obviar es que, en la porción de la acción, 'El Hombre de Acero' es una bomba nuclear. La destrucción es máxima, incontrolable. Puede ser un poco inconexa (el montaje llega a ser confuso, y Snyder hace de las suyas con sus movimientos de cámara y planos forzados), pero bien es cierto que las escenas son tan caóticas, explosivas y destructivas que dejan a uno boquiabierto. Metropolis vive una batalla que será difícil de superar. Los efectos especiales, salvo contadas ocasiones, son todo un punto a favor, sumado a la interesante puesta en escena. Deslumbrante fotografía, nunca mejor dicho, con una cantidad tal de destellos y "lens flares" que llega a eclipsar al mismísimo J.J. Abrams. Abandona el color vivo del cómic, y eso convencerá a muchos y horrorizará a otros tantos.

Este nuevo primer capítulo sirve para presentarnos a un reparto que, por fin, hace justicia a unos personajes desprestigiados en demasiadas ocasiones. Destacando un grandísimo Michael Shannon como un Zod con sus motivaciones y sus accesos de ira, y un inmenso Russell Crowe como Jor-El, desde Kevin Costner a Amy Adams cumplen con creces con las expectativas. Lois Lane y Faora, eso sí, son víctimas de una falta de interés total por sus tramas, haciéndolas hasta prescindibles. Y en el caso de la periodista, es un error fatal el desaprovechar a Adams y el dejar a un personaje tan importante sin su justo peso en la historia. Tampoco llega a convencer que no haya ese juego de despiste entre Lois y Clark-Superman. Henry Cavill recupera la dignidad perdida de Superman, a pesar de que el personaje vuelve a carecer de cualquier tipo de carisma o encanto. No llega a niveles alarmantes, pero tampoco crea la suficiente empatía.

'El Hombre de Acero' va a tener un gran problema con los fans del personaje del cómic, ya que no lo encontrarán en esta película. En su lugar tenemos un blockbuster trepidante, lleno de acción, con un Hans Zimmer aumentando la cota épica con una demoledora banda sonora. Es decir, una superproducción preparada para captar nuevas audiencias, no para rendir homenaje al veterano superhéroe. Con sus fallos de guión correspondientes, su metraje excesivamente largo, su prescindible 3D y un epílogo desconcertante. Pero también con su magnífica acción palomitera, sus increíbles peleas y deslumbrante apartado técnico. Es decir, es una más que entretenida película sobre Superman, pero no es LA película de Superman que muchos esperaban.

No es que le falte humor ('El Caballero Oscuro' no tiene precisamente mucho de eso), a 'El Hombre de Acero' le sobra seriedad y pulir unos cuantos detalles de guión y montaje. Sin embargo, funciona como entretenimiento veraniego y será capaz de servir como prueba para Warner y DC para ir limando asperezas y acercarse a un producto capaz de ser estirado durante varias entregas. Es una actualización del personaje que, probablemente, no dejará indiferente a nadie. Aunque a los fans les sentará mal algunas de las modificaciones de la personalidad y algunas decisiones de Kal-El, el público amante de la acción más excesiva y gigantesca, por otro lado, vuelve a tener un largometraje que devorar en estos calurosos meses de verano. Superman no llega a ser el Dios que quieren presentarnos, pero al menos cuenta con una aventura de altos vuelos.