'La bruja' convirtió a Robert Eggers en una de las grandes promesas del cine estadounidense. La aclamada película de 2015, que también nos dio a una de las jóvenes estrellas de mayor proyección en la actualidad, Anya Taylor-Joy, nos presentó a un cineasta visionario con las ideas muy claras y un enfoque muy particular del terror. Su siguiente película, 'El Faro', corroboró que estábamos ante un realizador muy personal, dispuesto a desafiar las convenciones del cine de género en busca de propuestas originales.
Tras afianzarse junto a Jordan Peele ('Déjame salir') y Ari Aster ('Midsommar') como uno de los principales exponentes de esta nueva ola de terror de culto, Eggers da un doble salto mortal con pirueta en su tercer largometraje, 'El Hombre del Norte', su proyecto más grande y ambicioso hasta la fecha. El reto era considerable: crear una película más accesible para el gran público sin perder su identidad y sacar a flote una superproducción en la que el estudio tenía mucho más control sobre el resultado final.
Afortunadamente, esa tensión dio sus frutos y, lejos de anular su visión, le llevó a encontrar la manera de adaptarla a las necesidades de una película de mayor escala. Así, 'El Hombre del Norte' llega a nuestras salas proclamándose contundente y estruendosamente como un triunfo creativo para Eggers, un thriller épico que nos da el espectáculo más impresionante sin por ello sacrificar lo que la convierte en una película de Robert Eggers: ese toque excéntrico, onírico y subversivo que no puede dejar indiferente a nadie.
El Hamlet de Alexander Skarsgård
'El Hombre del Norte' está basada en la historia de Amleth, la leyenda escandinava que inspiró a William Shakespeare para escribir 'Hamlet' (y por extensión, a Disney para hacer 'El rey león'). Alexander Skarsgård se pone en la piel de un príncipe vikingo que se embarca en una odisea a través de Islandia a finales del siglo IX para vengarse de su tío (Claes Bang), que asesinó a su padre (Ethan Hawke) ante sus ojos cuando él todavía era un niño para hacerse con el trono, quedarse con su mujer (Nicole Kidman) y someter a su pueblo. Convertido en un feroz guerrero alimentado por la rabia, Amleth sobrevive con el único objetivo de matar a su tío, salvar a su madre y recuperar el lugar que le corresponde, topándose en su camino con despiadados enemigos y misteriosas fuerzas místicas, pero también con el amor y la compasión.
Eggers construye una historia clásica de venganza, pero consigue hallar la conexión psicológica que hace de ella algo más que una cinta épica de acción al uso, dibujando a Amleth como un personaje marcado por el trauma del pasado que arrastra hacia la adultez y lo condiciona en todos los aspectos de su vida. La película podría haber caído en el espectáculo vacío, pero en todo momento está bombeada por esa férrea y omnipresente motivación del protagonista y la tensión de una historia de múltiples aristas que no se pierde de vista en ningún momento.
En este sentido, hay que elogiar el trabajo de Skarsgård, que se transforma física y espiritualmente en una bestia para encarnar a Amleth, un niño forzado a ser adulto antes de tiempo que canaliza su dolor como un animal, rugiendo, sacando las garras y llevándose al límite de lo humanamente capaz. El actor sueco se entrega en cuerpo y alma al personaje, ofreciendo la que es posiblemente su mejor interpretación hasta la fecha, un abrumador estallido de fuerza bruta y magnetismo que nos confirma que nació para el personaje.
Y si la película es de Skarsgård, el reparto que lo rodea es de órdago: Ethan Hawke, Claes Bang, Nicole Kidman, Anya Taylor-Joy, Nicole Kidman y la cantante Björk, que interrumpe su exilio del cine tras 'Bailar en la oscuridad' para participar el film, coescrito por su colaborador y amigo Sjón (reconoció poeta y letrista islandés). A destacar Dafoe y Taylor-Joy, cuyos personajes parecen extensiones espirituales de los papeles que interpretaron respectivamente en 'La bruja' y 'El faro', y una Kidman soberbia en un papel que nos recuerda que nunca debemos subestimarla. Suya es una de las escenas más impactantes, momento escalofriante y valiente que la actriz convierte en una nueva exhibición de su talento. Con una sola escena le basta para darnos una de las interpretaciones del año.
Un espectáculo de altura
La palabra perfecta para describir 'El Hombre del Norte' es brutal. En todos los aspectos. Eggers lleva a cabo una película muy física y visceral, una experiencia sensorial inmersiva que entiende el cine como trance. Acompañando al personaje de Skarsgård en su desgarrador viaje de venganza y violencia, la película nos golpea con imágenes de belleza y plasticidad absolutas, pero también nos atrapa por momentos en un delirio místico y extraño donde lo macabro y lo hermoso se dan la mano. Y por supuesto, la violencia está constantemente presente, pero no es gratuita, sino una herramienta imprescindible para contar la historia y hacernos partícipes de ella.
Técnicamente, la película es impecable. La fotografía de Jarin Blaschke (que ya trabajó en 'La bruja' y 'El faro') contribuye a que cada plano sea una obra de arte en sí mismo. A pesar de no tener experiencia previa en acción épica, Eggers se desenvuelve muy bien en este terreno con escenas que quitan el hipo, como una masacre en plano secuencia, magistralmente planificada y ejecutada, en la que se puede sentir el agotamiento de Skarsgård, o el encarnizado y desnudo enfrentamiento final entre Amleth y Fjölnir (cuya puesta en escena nos remite directamente a la pelea de Simba y Scar en 'El rey león'); escenas que ejemplifican su dualidad estética: cruda y sucia, pero también hiperestilizada y visualmente poética.
'El Hombre del Norte' es una obra cuidada hasta el más mínimo detalle. La meticulosidad de Eggers se manifiesta en su recreación de la era vikinga, reproducida con la mayor fidelidad posible tras un laborioso trabajo de documentación y reconstrucción. Su compromiso con el realismo histórico crea un contraste muy chocante con el aspecto más mágico del relato, que también está muy presente, con poderosos arrebatos de fantasía mitológica y pinceladas de terror (género que el director lleva en la sangre). Es una película que embriaga y aturde, que entra por los ojos y el estómago.
Cuestión de expectativas
Pero ojo, hay que saber lo que vamos a ver. Pese a ser una película más accesible que sus anteriores trabajos (especialmente 'El faro'), no deja de ser una película de Robert Eggers, con todo lo que eso conlleva. Ya ocurrió con 'La bruja', que muchos fueron a ver con la idea equivocada de que sería una película de terror convencional, llevándose una sorpresa en muchos casos negativa. Y lo mismo puede pasar con 'El Hombre del Norte', comparada a menudo con 'Gladiator' por sus coincidencias narrativas y su cualidad épica-histórica.
Es cierto que Eggers ha conseguido traducir su lenguaje autoral al blockbuster con acierto, sin dejar de ser él mismo y, por tanto, conservando ese poder para desconcertar a la audiencia que no lo conozca o espere algo más convencional del film. Por eso se recomienda ajustar expectativas y entrar en ella sabiendo que nos espera un viaje atípico, en el que reconoceremos códigos muy familiares, pero donde también nos sorprenderán con lo inesperado, lo inquietante y lo confuso. Algo relativamente similar a lo que nos ofreció David Lowery con 'El caballero verde', pero más universal y abordable.
Dicho esto, estamos ante una película digna de ver en las mejores condiciones posibles (pantalla grande y buen sistema de sonido), para facilitar esa experiencia inmersiva de la que hablábamos y adentrarnos a fondo en el oscuro y fascinante universo de Eggers, ya sea como fans que ya sabemos de lo que es capaz o como neófitos descubriéndolo por primera vez. En cualquier caso, 'El Hombre del Norte' es la prueba de que, incluso pasada por el filtro de un gran estudio en una superproducción de acción con grandes estrellas, la suya es una voz que sigue (y seguirá) sonando muy fuerte en el cine.
Nota: 9
Lo mejor: La bestial presencia física de Skarsgård, LA escena de Nicole Kidman y que Eggers haya conseguido unificar su visión tan personal con las necesidades del cine comercial. Técnica y visualmente es un portento.
Lo peor: La frialdad inherente a la historia a veces puede impedir que conectemos con el lado más humano de sus personajes. Los fans de Eggers quizá echen de menos más fantasía y brujería.
