Casi todos los años, en la carrera de los Oscar, encontramos una película en la que un actor de renombre se transforma físicamente y huele a premio desde el cartel. Normalmente se lo lleva, ya sabemos lo que le gusta a la Academia una buena transformación. 'El instante más oscuro' es esa película este año, y Gary Oldman ya está haciendo un hueco en su estantería para colocar el Oscar.
Oldman se pone a las órdenes de Joe Wright en este biopic de Winston Churchill que se centra en el momento en el que es elegido Primer Ministro de Reino Unido en el momento en el que Hitler no dejaba de conquistar territorios en Europa. Asistimos a los gabinetes de guerra de la ocupación en Francia y la crisis de Calais y Dunkerque, por la que algunos creían que era hora de tomar la oferta de Italia, que ejercerían de intermediarios, e intentar llegar a un pacto con el regimen nazi para evitar que la guerra llegara a la isla. Churchill preferiría pelear, a pesar de que las probabilidades no acompañan para nada, antes que rendirse ante un dictador.
Wright escoge centrarse prácticamente en el aspecto político de este capítulo de la vida de Churchill, pasando muy por encima de su vida personal. Sí, empezamos con el momento en el que contrata a una nueva secretaria (Lily James) para perfilar su carácter, arisco e impaciente, y ver que su punto débil es su mujer (maravillosa Kristin Scott Thomas). Pero desde que es elegido Primer Ministro, entraremos en habitaciones lúgubres, en la cámara de los lores o en el gabinete de guerra, y no volveremos a salir mucho más de ahí. 'El instante más oscuro' se vuelve literal. La película apuesta por escenarios claustrofóbicos y poca luz como si quisiera representar la propia cabeza de Churchill, teniendo que lidiar con el destino del país contrarreloj. El punto negativo de esta decisión creativa es que el tono de la película es excesivamente oscuro y monótono, agobiante pero no en el buen sentido, sino con la consecuencia de que ralentiza el ritmo de la película. Uno que es ya de por sí bastante inexistente.
El director de películas como 'Expiación: más allá de la pasión', 'Hanna', 'Orgullo y prejuicio' o el capítulo de 'Black Mirror' protagonizado por Bryce Dallas Howard opta por un biopic político de lo más convencional, lleno de discursos grandilocuentes y conversaciones trascendentales. Esta sobriedad es bastante sorprendente en él, y ojalá hubiera arriesgado un poco más, pero le ha salido un biopic de manual. Con pocos momentos álgidos además. Ni siquiera en el apartado visual, poco innovador para ser Wright. Y eso que la música de Dario Marianelli o la estructuración por días (tan pocos pero que significaron tanto, y eso sí se plasma con el conteo) hacen todo lo posible para solucionar los problemas de ritmo. Pero la cueva en la que nos mete Wright acaba pesando en las dos horas que dura la película. Sin embargo, 'El instante más oscuro' se crece con la dialéctica de Churchill, con algunos de sus discursos, con su aspecto de estratega o con una forma de ser tosca pero, en el fondo, bastante bonachona.
Desaparecido
Y aquí entramos en el verdadero corazón de la película: Gary Oldman. Este tipo de biopics, de los que hablaba al principio, parecen hechos únicamente para lucimiento del artista, y en este caso se cumple bastante este tópico. Gary Oldman desaparece detrás de Churchill, ayudado por prótesis y maquillaje, por supuesto, pero también por una interpretación espectacular. El mejor elogio que se le puede decir es que uno se olvida que está viendo al actor, y cree que está delante del mismísimo Churchill. Él es toda la película, y hace de esos papeles a los que hay que rendirse. Al terminar la película entendemos por qué fue capaz de conseguir lo que parecía imposible, también por qué contó con el apoyo de los británicos y cómo hasta el mismísimo rey de Inglaterra le tenía un poco de miedo. Oldman borda cada balbuceo, cada paso torpe, cada frase demoledora, cada encendido de un puro. Su éxito no es solo cosa del disfraz, es una transformación completa. Así que cuando el 4 de marzo suba al escenario del Dolby Theatre a recoger su estatuilla (porque sería rarísimo que no lo hiciera), no solo se habrá hecho justicia con Oldman, sería un premio más que digno a esa mimetización.
Pero 'El instante más oscuro' se enfrenta a otro problema: el timing. En 2016 vimos a un inmenso John Lithgow hacer de un impresionante Winston Churchill en 'The Crown', en un envoltorio más atractivo que el de este largometraje. Y en 2017 Christopher Nolan nos dio 'Dunkerque', que convierte a 'El instante más oscuro' en algo así como el "detrás de las cámaras" de la Operación Dinamo, pero que no consigue crear la tensión que sí lograba 'Dunkerque', aunque sean poco comparables. La película de Joe Wright llega en un momento en el que tenemos demasiado frescos otros trabajos centrados en la misma figura o momento histórico, y aunque, vuelvo a remarcar, son productos muy diferentes entre sí, al final el público va a relacionarlos guste o no. Y por desgracia la película de Wright no tiene las de ganar.
En lo que sí gana es en mostrar una versión de Churchill tan implacable como cercana a su manera. Por mucho miedo que inspire, se llega a entender por qué contó con el apoyo del pueblo británico en decisiones que podrían haber condenado directamente al país (aunque luego le retiraran ese apoyo), gracias sobre todo a las escenas que comparte con Lily James o una escena en el metro de Londres, con detallitos bastante vergonzosos (el crisol de la población londinense, el hecho de que un hombre que anda con bastón mantenga tan bien el equilibrio en un tren supuestamente en marcha) pero que es en realidad el corazón de la película, el momento que lo cambia todo. Y es de agradecer que salgamos al menos alguna vez de los oscuros pasillos del Parlamento.
En definitiva, 'El instante más oscuro' es un biopic que no tiene nada de especial, pero que hace que precisamente su protagonista brille con mayor intensidad al no tener mucho más que destacar. Ojalá Joe Wright hubiera arriesgado un poco más en la forma y nos hubiera dado algo más excéntrico, más visceral. Por suerte nos quedan los espectaculares monólogos de Churchill, que le van a venir muy bien a Oldman para salir airoso de todos los discursos de agradecimiento que va a tener que dar.
Nota: 6
Lo mejor: Gary Oldman y su transformación total en Churchill.
Lo peor: Que alguien como Joe Wright no haya arriesgado más en la forma.