Alzando la vista más allá del estudio Ghibli y el nombre referencial de Miyazaki, rápidamente nos topamos con Mamoru Hosoda como uno de los jóvenes talentos del cine de animación japonés. Tras un par de tumbos dentro de las series de animación más populares, un par de películas sin mayor éxito basadas en grandes franquicias como 'Digimon', no es hasta que Hosoda se arriesga con sus propias ideas cuando comienza a brillar. 'El niño y la bestia' ('Bakemono no ko') es su próximo filme, presentado y laureado en festivales de todo el planeta,y por fin se estrenará en España el próximo 29 de abril.
En 'El niño y la bestia' Hosoda nos traslada de nuevo a un mundo de fantasía aferrado y firme sobre nuestra realidad. Un niño de Shibuya, Kyuta, pierde a su familia, y cargado y armado de miedo y rabia vaga por las complicadas calles de Japón, hasta que un par de enormes bestias lo encuentran y lo deciden acoger y criar en una dimensión paralela donde los humanos, por su maldad congénita, no tienen lugar. Kyuta finalmente es aceptado por la comunidad de bestias y se cría como uno más. A partir de aquí, de nuevo resonando los valores familiares que Hosoda ya recogía en sus últimas obras.
Sobre los pasos de 'Los niños lobo'
Con 'El niño y la bestia' Hosoda, también autor de la historia, pone sobre la mesa prácticamente los mismos ingredientes que ya vimos en 'Los niños lobo' ('Ôkami Kodomo no Ame to Yuki') sin tanto peso dramático en esta ocasión. En la película de 2012, premiada en Sitges y por la propia Academia Japonesa, Hosoda nos acercaba también a esa fantasía contextualizada y aferrada a un mundo real con problemas reales. En 2012 nos contaba la historia de cómo una madre sola lucha por sacar adelante a la familia tras la muerte de su marido. Si esta ecuación ya es compleja en condiciones normales, Hosoda añadía la constante tensión de que el vecindario descubra que se trata de niños fuera de lo convencional. Como la buena ficción, el mensaje de Hosoda es siempre firme y claro, y hace uso del fantástico como catalizador para darle fuerza al alcance de lo que quiere poner sobre la mesa.
Girando de nuevo sobre temas familiares, 'El niño y la bestia' rema en una nueva dirección. Hosoda fue padre hace no mucho, y la experiencia de paternidad le ha impactado hasta el punto de que la nueva película es un homenaje a la influencia de los hijos sobre los padres. En el fondo, lo que vemos reflejado a través de este universo de fantasía con animales parlantes es una muestra de cómo la vida de un hijo trastoca la del progenitor, cómo el proceso de crianza es bidireccional: no sólo la influencia de madres y padres sobre el desarrollo de niños, sino también cómo los adultos crecen en nuevos sentidos gracias a los niños.
Fantasía y acción
Ciñéndonos al plano de lo estrictamente concreto, más allá de la metáfora o del metamensaje de la cinta, la trama se desarrolla sobre un proceso de sucesión en el reino de las bestias. Kumatetsu, la bestia que toma el rol de cuidador del niño, se necesita enfrentar a otro de los barones del reino para alzarse con el trono. Seguramente en este punto de desarrollo sea donde la película flojea. Donde comienza a girar una y otra vez conceptualizaciones tradicionales del valor y honor muy aferrados y reiterados en las historias japonesas. Repetidos hasta tal punto que es fácil deducir los giros que va pegando esta historia de competición, y fácil también llegar a la conclusión final. Sin embargo, es en este desarrollo de la historia el que sirve a Hosoda para incluir escenas de acción que en el tramo final de la película toman completa relevancia para un cierre en lo alto.
Pasa con la animación japonesa con demasiada frecuencia que toca temas o costumbres muy alejadas, o poco interesantes, para el público occidental. Pasa, sobretodo, cuando hablamos de los shonen para adolescentes en los que las ideas de valor, las ideas de superación ante miedos nimios o ante una vergüenza social casi patológica, son constantes. Ahí es cuando desconecto al cien por cien con este tipo de historietas de consumo rápido para el adolescente nipón. En el punto de competencia por el reino en 'El niño y la bestia', Hosoda se contonea por momentos en esa peligrosa línea, pero a base de carisma en personajes y universo, logra salir, pese a lo predecible, bastante airoso. En su conjunto, lo más interesante de esta película, del conjunto de su cine, es porque con 'El niño y la bestia' dibuja una historia global. Esta es una película en la que el espectador occidental se verá completamente contextualizado y reflejado, que comprenderá y podrá, sin problemas, asumir como algo propio y no como el voyeur de algo que no tiene nada que ver con él. Seguramente aquí radica la causa de que sus filmes encuentren hueco en festivales internacionales con tanta facilidad.
En gran pantalla
'El niño y la bestia' no es la película más impactante de Mamoru Hosoda. La propuesta aquí es más convencional a la que vimos en trabajos anteriores, pero no cabe duda de que es una cinta absoluta y completamente imprescindible. Es una película, además, que pide fervientemente un estreno en salas, ya que la calidad de animación que despliega en este nuevo trabajo continúa avanzando pasos sobre proyectos previos. No alcanza el refinamiento del estudio Ghibli, eso ya sabemos que está a otro nivel, pero no por ello deja de poner sobre la pantalla una animación de muy alta calidad. En último término, 'El niño y la bestia' es una película de acción y fantasía con varias capas de lectura, que tiene todos los ingredientes para convertirse en otra cinta de referencia de Mamoru Hosoda.
Nota: 8/10
Lo mejor: Un mundo de fantasía consistente.
Lo peor: Predecible en algunos tramos.