Tres amigos en paro se reúnen una mañana para ejecutar un plan. El coche de uno de ellos se avería y se ven obligados a esperar a la grúa. Sin darse cuenta, se verán envueltos en una serie de discusiones que sacarán a la luz sus mayores secretos. Esa podría ser la sinopsis de 'El plan'. Una historia sencilla pero que levantó la polémica en la edición 64 de la SEMINCI. Y es que esta película de Polo Menárguez, estoy seguro de que sin proponérselo, nos hace cuestionarnos qué papel creemos que debe ocupar la ficción a la hora de enfrentarse a problemas sociales.
Nacida en el escenario con un guion de Ignasi Vidal, la película no oculta su herencia teatral y recuerda a largos como 'Un dios salvaje' o '7 años', con mínimos cambios de localización y una historia cuyo foco central es el diálogo. El trabajo para depurar el texto y hacerlo lo más apegado posible a la realidad es notable, aunque todavía hay momentos en los que alguna que otra frase descoloca. Nada grave, por suerte. El diálogo es creíble y se basa firmemente en una comedia irónica que va evolucionando poco a poco hasta desvirtuarse y convertirse en un thriller muy oscuro.
Tres amigos, no dos. En 2013, Menárguez ya exploraba en 'Dos amigos' la masculinidad y sus problemas en una ficción low cost de corte muy naturalista. De nuevo aquí, la credibilidad de los personajes es la clave y sale del paso gracias a unas sólidas interpretaciones de sus tres protagonistas. Antonio de la Torre y Raúl Arévalo consiguen estremecer con unos personajes impenetrables y Chema del Barco, más acostumbrado a las tablas que a la cámara, levanta el tercer vértice del triángulo con un Ramón tapado por sus compañeros pero que protagoniza la mejor escena de la cinta.
En el apartado técnico destaca la composición musical, a cargo de Pablo Martín-Caminero. Un trabajo minimalista y oscuro que, con apenas un par de notas unidas al diálogo, es capaz de generar una gran tensión en la sala.
La trampa de la masculinidad
¡Cuidado spoilers!
*A partir de aquí, se revelan datos importantes de la trama de 'El plan'
¿Entonces, de dónde viene la polémica? Al final, descubrimos que Ramón (Chema del Barco), el personaje más amable, al que llevamos más de una hora riendo las gracias, ha asesinado a su mujer y a sus hijos esa misma mañana. El guion cierra así en un punto álgido, con una revelación impactante, que funciona muy bien narrativamente y deja al espectador con el corazón en la garganta. Pero plantea problemas después de digerirlo.
El director ha explicado que 'El plan' busca analizar la masculinidad y su componente tóxico y violento. Y esto es interesante, pues la reflexión sobre la masculinidad debería venir de los propios hombres (esta crítica está escrita por un hombre, que entiende y está de acuerdo con el feminismo, pero un hombre al fin y al cabo).
Así, la cinta nos explica cuáles son las circunstancias que llevan a Ramón al punto de no retorno en el que asesina a su mujer. En primer lugar, el paro, la pérdida del rol de género tradicional de proveedor. Estos tres personajes son hombres con una enorme carga de fracaso y culpa, pues han vivido toda su vida siendo la base sobre la que se apoyaban sus familias y ahora no tienen propósito. El propio Ramón lo evidencia cuando grita frustrado: "¡Yo protejo a la gente!". También se apunta a un detonante psicológico en las reflexiones que hace sobre Freud y el determinismo social. Y, por último, el propio Ramón, como cualquier maltratador, culpa a su víctima, por no interesarse por su vida y el plan que iban a poner en marcha ese día.
Una ambigüedad peligrosa
Menárguez quiere alcanzar la raíz de la violencia machista, la razón por la que los hombres terminan matando a sus mujeres. Pero le falta compromiso, y de la manera en que lo presenta, es fácil confundirlo con una justificación. La historia cierra con el personaje de Ramón a punto de suicidarse, embargado por el dolor y la pérdida. Llevamos 80 minutos riendo con él y al verlo en este punto es difícil, a pesar de tratarse de un asesino, no empatizar con él. Además, al cerrar justo en ese momento, 'El plan' se niega a hacer ningún juicio ni reflexión sobre Ramón. Lo deja todo a merced del espectador.
Esta falta de reflexión propia es una decisión muy personal y arriesgada, que deja a la cinta en un lugar muy específico. Está retratando una realidad que existe sin juzgarla, dejando que los actos hablen por sí solos. No creo que haya mala intención, pero, en palabras del defensor de los Derechos Humanos Desmond Tutu, "si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor".
Es exagerado lo fácil que es malinterpretar las intenciones de Menárguez. Después de haberse pasado media película riendo junto a Ramón, es natural que el espectador llore con él al final, se deje llevar y lo comprenda. Claro. Este pobre hombre no tenía trabajo, estaba deprimido y encima su mujer no le hace ni caso ni se interesa por su vida. Pobrecillo. Al final es un desgraciado, ¿verdad? Pues no. Es un asesino machista.
¿Dónde están las mujeres?
Hay que tener en cuenta que todas las mujeres de la película aparecen en menciones que los hombres hacen de ellas, la mayor parte de las veces con una intención de desprecio o minusvaloración. Madre, novia y esposas orbitan alrededor de los hombres y se definen en base a ellos, lo que otorga al espectador una visión bastante desagradable de ellas. Una vez más, esto sucede en la realidad, pero ¿realmente es ético no juzgarlo en ningún momento? Y, por supuesto, no podemos pasar por alto el hecho de que no hay ninguna mujer en los equipos de guion y dirección, donde habrían sido indispensables para aportar una visión realmente feminista del tema (Lara Tejela es productora ejecutiva).
Por otro lado, 'El plan' termina desvelando cómo Ramón es un monstruo por haber asesinado a su mujer... pero ¿es acaso Paco, que estalla lleno de violencia ("¡maricón!", "¡cabrón!", "¡cobarde!", "¡le voy a meter una hostia!") cuando descubre que su mujer le ha engañado, mejor persona? ¿Es menos machista? En cierto modo, Menárguez parece apuntar a que sí, porque solo Ramón se lleva su castigo, con la policía golpeando en la puerta y sus amigos mirándolo sin reconocerlo.
Sin entrar en su vertiente social, 'El plan' es una buena película, bien armada y sólida. El problema es que, con su final, abre la puerta a malinterpretaciones. Cada espectador tendrá su opinión, porque nos deja a nosotros la tarea de mojarnos. Pero no tanto sobre la masculinidad, sino más bien sobre el papel que debe jugar el cine cuando retrata problemas sociales tan graves como la violencia machista. ¿Debe posicionarse o puede permitirse el lujo de ser neutral y dejar que sea el espectador quien juzgue? Yo creo que si el arte nos ayuda a plantearnos cosas, es enriquecedor y pertinente. 'El plan' lo es. Pero también creo que las once mujeres asesinadas por violencia de género en lo que llevamos de 2020 y las más de mil fallecidas desde 2003 no se merecen que seamos ambiguos. Aunque esa es solo mi opinión.
Nota: 7
Lo mejor: El mantenimiento de la tensión hasta un potentísimo final.
Lo peor: Sus ganas de ser neutral pueden llevar fácilmente a malinterpretaciones. Y una película como esta no puede permitirse no contar con ninguna mujer en el equipo.