Cuando Steven Spielberg estrena película, se convierte en uno de los grandes eventos cinematográficos del año. Este aclamado realizador marcó a varias generaciones con títulos grabados en la memoria colectiva como 'E.T.', 'Indiana Jones', 'La lista de Schindler' o 'Jurassic Park'. De aquí a un tiempo, el cineasta se ha decantado por el cine de época. Tras 'Caballo de batalla', 'Las aventuras de Tintín' y 'Lincoln' llega 'El puente de los espías', una producción con aroma a cine clásico, protagonizada por Tom Hanks.
James Donovan es un abogado de Brooklyn dedicado a los pleitos sobre seguros. Su bufete le ha encargado que defienda a Rudolf Abel, un supuesto espía soviético de la KGB. El gobierno de Estados Unidos quiere darle "un juicio justo" al infiltrado y, por ello, quieren que tenga una buena defensa. Donovan, que hacía tiempo que no llevaba un caso penal, acepta el caso. Declarado culpable, es condenado a 30 años de prisión en lugar de a muerte. Pese a ser un gran escándalo en la sociedad estadounidense, esta condena servirá cuando un piloto espía de Estados Unidos, Francis Gary Powers, sea capturado por la Unión Soviética y esto obligue a ambos bandos a negociar un intercambio. Un juego político y diplomático en el que James B. Donovan será la figura clave para que la negociación llegue a buen puerto.
Spielberg continúa con ese camino a crear buenas películas de época y con tintes de cine clásico. En 'Lincoln' magnificó la figura del presidente Abraham Lincoln gracias a un magistral Daniel Day Lewis, en 'Caballo de batalla' relató una historia de la Primera Guerra Mundial donde recuperó ese vínculo de un niño con un animal leal. En este caso, 'El puente de los espías' se convierte en un homenaje a ese cine de intrigas y espionaje de la Guerra Fría, con un protagonista que es la figura clave no solo para las negociaciones, sino también como ejemplo de la diplomacia como máximo exponente de eficiencia democrática.
Espionaje e intrigas
Con un guion firmado por Matt Charman ('Suite francesa') y por los hermanos Coen, Spielberg se convierte en el director de una orquesta perfectamente coordinada. El guion funciona al mostrar las contradicciones de la defensa de la democracia en Estados Unidos y en el juego político que existía entre ambos bandos, con las dos Alemanias jugando como alfiles en un tablero de ajedrez. Toda una compleja amalgama de intrigas políticas y legislativas que los guionistas han sabido coordinar y con Spielberg como estupendo supervisor.
También ayuda la banda sonora de Thomas Newman, que sabe crear esa música que le da al filme ese toque de cine clásico, junto con una cuidada ambientación. Y luego está Tom Hanks, un intérprete que es capaz de ponerse en la piel de todo aquel personaje que se le ponga por delante. El actor derrocha ironía, paciencia, obstinación y un inteligente juego diplomático que demuestran la buena forma que lleva el celebrado intérprete.
Cierto que se trata de una película convencional, clásica y que los espectadores más jóvenes le verán como cierto aspecto a añejo. Sin embargo, parece que Spielberg ha buscado esa percepción. 'El puente de los espías' es un largometraje con sabor a cine clásico y con tintes de propios de autores como John Le Carré o Patricia Highsmith. Un homenaje a ese cine de época elegantemente ensamblado. Quizás no innove, pero es perfectamente disfrutable.