Que el cine de animación no es patrimonio exclusivo de Hollywood y Japón, es algo más que evidente. Resulta lógico establecer comparaciones entre cualquiera de las producciones que nos llegan de diferentes lugares del mundo (por suerte, cada vez más) y las de las grandes compañías que dominan el mercado en la actualidad. Pixar/Disney, DreamWorks y, en menor medida, Blue Sky Productions son los estudios que a día de hoy se reparten el dominio de la animación generada por ordenador, habiendo quedado la tradicional relegada a esa fábrica de sueños nipona llamada Studio Ghibli. Es por ello que cuando aparece alguna producción que no pertenece a ninguna de las productoras citadas, en ocasiones los prejuicios llegan a tacharla de producto de segunda fila.
Dirigida por Jamel Debbouze, 'El reino de los monos' está basada libremente en la novela 'Por qué me comí a mi padre' de Roy Lewis. Ésta, publicada por primera vez en 1960 bajo el título de 'What we did to father', reimpresa en 1963 con el de 'Evolution Man' (el nombre anglosajón con el que se conoce al film) y traducida a varios idiomas, contó con cierto éxito en Francia, donde se la conoce como 'Pourquoi j'ai mangé mon père', desde donde se decidió llevar a cabo una adaptación animada mediante la técnica de la captura de movimiento y el título de 'Pourquoi j'ai pas mangé mon père' ('Por qué no me comí a mi padre').
Hay que partir de la base de que el film de Debbouze se trata de un producto humilde si lo comparamos con la reciente 'El Libro de la Selva', ejemplo clave del perfeccionamiento del motion capture, pues frente a los 175 millones de dólares del título de Disney, 'El reino de los monos' contó con 32 millones de euros de presupuesto, cifra ínfimamente menor pero no por ello desdeñable en cuanto a su condición de ejemplo de dibujo animado. No obstante, sí que se le pueden reprochar ciertos paradigmas que convierten su historia en un eslabonamiento de gags que no acaban de cumplir su cometido real.
Y es que 'El reino de los monos', a pesar de tratarse de una comedia cuyo marco de fondo es el Pleistoceno, acaba pecando de forzar algunas de las situaciones y diálogos entre sus estereotipados personajes: el héroe, el hermano antagonista, la bruja, el amigo bonachón y el resto de habitantes de ese hábitat para simios que será el gran árbol, trazados cual cliché de una sitcom cualquiera. Quedando claro el público al que va dirigido este debut tras las cámaras de Debbouze, cuya experiencia como actor de más de veinte años a sus espaldas le vale para llevar el peso de la voz de Edward (protagonista y eslabón clave para entender esa evolución del simio al hombre), puede que los más puristas con aquello de la fidelidad histórica se lleven las manos a la cabeza.
Dejando a un lado la total falta de veracidad, algo fácilmente olvidable si partimos de la base de que estamos ante un producto infantil, no acaba siendo muy bien recibido el obtener una historia que ya hemos visto decenas de veces antes en pantalla. A ratos pareciendo una suerte de cruce entre 'En busca del valle encantado' y 'El rey león', y sin la gracia de la saga prehistórica de 'Ice Age', 'El reino de los monos' acaba por no aportar mucho al cada vez más exigente mundo del cine de animación.
Tal vez sea el hecho de que se trate de una ópera prima con una idea no explotada al cien por cien; o que la captura de movimiento no logre reconocerse como tal y parezca que estamos ante una película de animación generada por ordenador al uso. O tal vez sea que se haya quedado en un intento por crear una sátira social extrapolada al hombre prehistórico, algo que tampoco acaba de funcionar. Entretener, lo hace, pero en tal caso deberíamos dejar que sean los más jóvenes quienes juzguen por ellos mismos, pues si algo deja claro 'El reino de los monos' es que el cine animado no tiene porqué ser para todas las edades.
Nota: 5
Lo mejor: Consigue ser entretenida.
Lo peor: Es fácilmente olvidable.