'El rey tuerto' es una película de Marc Crehuet (su largometraje de debut) que está basada en un guion del propio director, y viene a su vez de una obra de teatro que se estuvo representando con cierta notoriedad durante dos años en Barcelona. Se trata de un drama con comedia negra ideal para hacer frente a una cartelera plagada de propuestas familiares y blockbusters superheroicos.
La película, como apuesta diferente e independiente de lo que manda en taquilla, nos ofrece unas lecturas y temáticas muy interesantes, con el atractivo, además, de contar con el hombre de moda (al menos en eCartelera), Miki Esparbé, quien protagoniza junto a Alain Hernández (repitiendo los roles que compusieron en la obra de teatro), ejerciendo también de productores. Detalle este muy importante, pues da buena cuenta de lo involucrados que están en el proyecto.
Lo que nos plantea 'El rey tuerto' es una cena entre dos amigas del instituto que se reencuentran después de mucho tiempo, y que organizan acompañadas de sus respectivos novios. Se da la circunstancia de que mientras uno de ellos perdió un ojo en una protesta contra las políticas del gobierno, el otro es un policía antidisturbios que en la última manifestación en la que estuvo trabajando disparó una pelota de goma que le sacó el ojo a un manifestante. Con víctima y verdugo frente a frente, el conflicto ya está servido. Entramos así en una primera secuencia (después de las obligadas secuencias de presentación de personajes) de verdadera tensión entre los dos puntales de la historia.
Esta escena marca perfectamente el tono que va a llevar la película -insisto, moviéndose entre el drama y la comedia negra, sin renunciar a ciertos toques surrealistas, potenciados por el montaje y la edición de sonido- y a partir de la cual se empieza a desarrollar el discurso político que expone la misma. Ojo que digo expone y no defiende, porque la principal baza de 'El rey tuerto' es que no se casa con nadie.
Las cartas sobre la mesa
Con 'El rey tuerto' nos metemos en un interesante debate acerca de la libertad y la seguridad, acerca de la crisis y de quiénes son sus verdaderos responsables, acerca incluso de el grado de maldad (o no) que pudiera haber en quienes ostentan y ejercen el poder. Este tipo de conversaciones que están tan en boga últimamente a causa del circo mediático al que estamos asistiendo con las interminables elecciones y leyes tan populares como la Ley Mordaza.
Entramos en este conflicto entre actitudes antisistemas y protofascistas -llevadas hasta cierto punto al extremo-, resultando muy interesante la neutralidad con la que al final se desenmascara la película. ¿Defiende unas posiciones izquierdosas o es un alegato fascistoide? 'El rey tuerto' va dando aparentes volantazos en su discurso, planteando ambas opciones y dejando en manos del espectador la decisión final. En ese sentido es una película muy incómoda, que señala en último término al espectador -literalmente, de hecho hay algún momento de rotura de la cuarta pared-, invitando a esa reflexión y a que saquemos nuestras propias conclusiones.
Ni todo es tan negro, ni todo es tan blanco. Hay una cantidad de grises tan grande que nunca vamos a estar cómodos. Esa lectura, si conseguimos entrar en ella y la película logra que meditemos al respecto, ha cumplido su objetivo. Su principal atractivo radica en lo poco que se suele ver en cines este tipo de debates. Se le achaca mucho al cine patrio de atacar a los políticos y gente de derechas, y a ese respecto, 'El rey tuerto' nos da una bofetada a todos. Las cosas no son tan claras y no hay que etiquetar con tanta soltura las ideas y la gente. Es un título muy valiente.
¿Por contra que tiene la cinta? Principalmente que resulta demasiado teatral. Se juega con el montaje y el sonido, pero no deja de ser una película ambientada en dos o tres espacios cerrados, con los personajes en posiciones muy estáticas, departiendo sobre diferentes temas, y poco más. No se ha logrado llevar muy bien la traslación de las tablas a la pantalla, pero el contenido puede ser tan poderoso, tan interesante, que a pesar de esas carencias a nivel de realización, vale mucho la pena darle una oportunidad.
Nota: 7/10
Lo mejor: Su interacción con el público.
Lo peor: Lo teatral de su apuesta.