Siguiendo la estela de la Trilogía del Baztán, Atresmedia vuelve a apostar por la adaptación de otro de los éxitos literarios patrios. Ambientada también en Euskadi, Eva García Sáenz de Urturi ha conseguido enganchar a más de un millón de lectores a su trilogía de 'El silencio de la ciudad blanca'. Repleta de simbolismo, intriga y dobles sentidos, esta historia alrededor de una serie de asesinatos rituales tiene todos los elementos necesarios para trasladarla a la gran pantalla.
Sin embargo, el thriller dirigido por Daniel Calparsoro ('El aviso') no desarrolla todo su potencial. Culpa de ello la tiene el afán por haber querido condensar demasiadas tramas en una cinta de 110 minutos: son tantas las historias entremezcladas que, por momentos, es imposible entender lo que ocurre en la pantalla. Da la impresión de que se ha quedado mucho material en la sala de montaje. De otra manera no tendrían explicación la cantidad de agujeros, tramas inconexas y los constantes saltos en la narración que hacen que perdamos el hilo de lo que está pasando.
Lo mismo sucede con los personajes: se le da demasiado metraje a personajes que aportan poco o nada a la historia y que entorpecen la narración, mientras que a otros más interesantes se los relega a un segundo plano. Las relaciones entre ellos no quedan claras, no están bien construidas y el filme se apoya excesivamente en la intuición del público para entenderlas. Sin una razón previa y sin haber visto nada de la interacción entre los personajes que te lo indique, acabas asumiendo sentimientos o reacciones de celos o atracción simplemente porque son explicitados en los diálogos.
En un elenco compuesto por algunos de los intérpretes más talentosos de este país, resulta incomprensible que nadie brille. La pareja protagonista formada por Belén Rueda y Javier Rey cumple, aunque no terminas de creerte su relación. El talento de Aura Garrido está desaprovechado y, a pesar de gozar de muchos minutos, su personaje no consigue destacar al no ser importante para la trama. El Eneko interpretado por Rubén Ochandiano es de esos personajes del que habríamos agradecido conocer un poco más. Por su lado, Manolo Solo y Àlex Brendemühl están muy solventes y sus papeles consiguen inquietarnos y mantenernos en tensión, estando muy por encima de sus compañeros.
Un entretenimiento con gran potencia visual
A pesar de la aparatosa narración, la factura técnica de 'El silencio de la ciudad blanca' es impecable, con una fotografía que nos transporta al País Vasco a través las tomas aéreas de sus paisajes y la representación de algunos de los elementos de su cultura. La ciudad de Vitoria se convierte en un personaje más de la película: ampliamente representada, los personajes recorren sus calles y lugares más emblemáticos, sus fiestas y nos regala algunas de las secuencias más intensas de la película, como la persecución por los tejados de la catedral nueva o las carreras durante la bajada del Celedón, que te hacen contener el aliento y quedarte pegado al asiento.
Todos estos elementos hacen de la película un entretenimiento muy decente y, aunque es una pena el potencial desaprovechado, cumple como thriller al mantener al espectador en constante tensión, especulando y formulando teorías sobre los crímenes hasta el final.
Nota: 5
Lo mejor: Su factura técnica y la tensión constante la convierten en un buen entretenimiento.
Lo peor: Su narración accidentada y los agujeros de guion (o en el montaje) te sacan de la película.