Ya lo dijo Aristóteles: "No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad". Entre los grandes artesanos del cine japonés actual está Hirokazu Kore-eda, confeso heredero del cine costumbrismo de Yasujiro Ozu y Mikio Naruse. Después de dos maravillas llamadas 'Nuestra hermana pequeña' y 'Después de la tormenta', el cineasta cambia de registro con 'El tercer asesinato', thriller más cercano al drama judicial que se pudo ver en el 74º Festival de Venecia.
El abogado Tomaki Shigemori acepta un caso complicado. El letrado debe defender a Takashi Misumi, un hombre que ha confesado ser el autor de un homicidio. El presunto homicida, supuestamente, asesinó al presidente de la fábrica de la que fue despedido y, después, haber quemado el cadáver. Misumi acababa de salir de la cárcel, en la que estuvo 30 años cautivo por asesinato. Al reincidir, Misumi puede ser condenado a la pena de muerte. Su abogado buscará la manera de que sea condenado a cadena perpetua. Sin embargo, conforma va investigando los hechos y al ver que las declaraciones del culpable confeso son contradictorias, Shigemori irá adentrándose en una verdad completamente distinta.
El tiempo de la verdad en época de inmediata falacia
Kore-eda es un gran experto en el análisis de las relaciones familiares, ya se pudo ver en 'Still Walking' o 'De tal padre, tal hijo'. En esta ocasión, lleva ese análisis al complicado y enrevesado mundo del drama judicial, un género poco visto en el cine japonés, al menos desde el punto de vista de espectador occidental. El cineasta se nutre de los cánones vistos en el cine judicial de la industria hollywoodiense para llevarlo a su terreno, convirtiendo el filme en una radiografía de la cara más incómoda de la sociedad japonesa y a la que pone en evidencia ante la clara falta de deseo de buscar la verdad.
En ese sentido, 'El tercer asesinato' recuerda, salvando las distancias, a 'Paulina', del argentino Santiago Mitre, en referencia a que su protagonista, el abogado Shigemori, empieza a querer buscar, más que culpables, la verdad, como hizo la propia Paulina ante el grave ultraje que vivió. Eso sí, Kore-eda lo envuelve en un elegante y frío juicio, en el que priman las declaraciones y confesiones, de manera que el cineasta se inspira en la icónica 'Rashômon' de Akira Kurosawa en lugar del cine de Ozu o Naruse. Incluso, en algunos momentos, recuerda a la novela 'Cinco cerditos', de Agathe Christie.
Un magnífico cambio de registro del maestro Kore-eda
Con la misteriosa isla de Hokkaido como escenario, Kore-eda hace una interesante reflexión sobre el sentido de la verdad y, sobre todo, el porqué del uso del embuste. No es fácil adentrarse en un auténtico pantano de medias verdades, mentiras y ocultación, sobre todo al escuchar los testimonios y la declaración del culpable. Cierto es que, en ese sentido, la película no es fácilmente accesible. No obstante, conviene guardar cierta paciencia, especialmente, por un último acto que conquistará al público, especialmente al ver la extraña conexión que se produce entre el presunto asesino y su abogado defensor en el que, de nuevo, se puede ver cómo la impoluta sociedad japonesa prefiere guardar debajo la alfombra la suciedad en lugar de limpiarla.
Entremezclando drama judicial, con crítica social y análisis de las relaciones familiares, Hirokazu Kore-eda firma una película más compleja y reflexiva que sus anteriores dramas costumbristas. El cambio de registro le asienta muy bien al director, que demuestra que es un gran ensayista cinematográfico del comportamiento humano. Magnífica e hipnótica, 'El tercer asesinato' es uno de los grandes filmes de este 2017.
Nota: 8
Lo mejor: El enrevesado juego de declaraciones al que juega el director.
Lo peor: Sus primeros actos son algo confusos.