Antes de que le entierren en vida, Abraham Bursztein quiere cerrar las cuentas pendientes que tiene con su pasado y con los dos países que no puede mencionar: su Polonia natal y Alemania, la nación que le arrastró con la ocupación nazi. 'El último traje' que confeccionó siendo sastre le sirve como excusa para embarcarse en una peculiar road movie, mitad comedia de enredos, mitad drama, con destino Varsovia.
Miguel Ángel Solá viste la cojera de un abuelo gamberro e irreverente que huye de su familia en la Argentina ante sus inminentes pasos hacia el geriátrico y, por el camino, se va topando con compañeros de viaje que le ayudarán a continuar con su propósito. Su partida propicia un arranque melancólico que se ancla en situaciones cómicas en las que Bursztein irá tejiendo lazos con sus primeros contactos en Europa.
Así, aterriza junto a Ángela Molina, que interpreta a una recepcionista madrileña llamada María. Detrás de su mirada, el director y guionista de la película, Pablo Solarz, conjuga un buen tándem de personas que, en la vejez, tienen ya respuesta para todo. Apoyado en la bien llevada interpretación de Molina, esta es la parte más apetecible del filme, a pesar de que el interés real de la historia debería residir en cómo Abraham Bursztein vuelve a un crudo pasado como prisionero de los nazis.
Un drama poco eficaz
Hay un vago recuerdo de este suceso planteado en el comienzo de la narración y que reserva con su estructura, lógicamente, la visión completa para el desenlace. Lo que sucede es que el guión de Solarz es un libreto poco estimulante en pantalla, que no consigue meterte por completo en la historia y te saca de ella fácilmente con algunas acciones y detalles que no terminan de encajar.
Por ejemplo, cuando llega el momento de conocer al personaje de Natalia Verbeke, Claudia, estás más preocupado de su acento que va y viene que del significado que tienen las palabras del personaje y que pueden hacer avanzar o retrasar la trama. Detalle que además evidencia, en esta escena, los puntos débiles del diálogo. Es quizás demasiado ambicioso hilar una comedia agrabable en un drama de fondo de tal calibre y que acaba gestionándose mal.
Miguel Ángel Solá sostiene el peso de la interpretación y apoya bien el pie en algunas escenas tiernas, pero a las que les falta emocionar de verdad, en conjunto con la historia que oculta el traje de Abraham Bursztein. Los demás personajes secundarios que se va encontrando Solá en su viaje son demasiado planos y lineales, lo que no refuerza el conflicto dramático que persigue a Abraham.
Nota: 5
Lo mejor: El arranque agradable de la premisa y los enredos a los que se enfrenta Abraham Bursztein junto al personaje de Ángela Molina.
Lo peor: No entrar en la historia de fondo por el guión y la gestión del drama.