Esta coproducción entre Qatar, Jordania y Estados Unidos llega con cierto retraso a nuestras carteleras, y a pesar de de la participación de todo un veterano como Bill Pullman (a quien hemos visto recientemente recuperando su rol del presidente Whitmore en 'Independence Day: Contraataque'), han pasado tres años desde su paso por festivales como el de Londres o Sundance (donde estuvo nominada a mejor película). Sea como fuere, 'El verano de May', nuevo largometraje de Cherien Dabis, ya puede visionarse en salas.
Había cierto interés por ver lo último de Dabis, que con la estimable 'Amerrika' ya puso el foco en un tema similar al que ahora nos ocupa, la superación y convivencia con los "conflictos" religiosos palestinos. En 'El verano de May' la directora nos presenta a una joven (interpretada por ella misma) que viaja a su Palestina natal para preparar su boda y reencontrarse con su familia. Todo normal si no fuera porque ella es católica y su prometido musulmán, situación que inevitablemente trae consigo multitud de prejuicios y conflictos, personalizados en la relación de May con su madre, una cristiana practicante muy tradicional.
En un tono de comedia dramática (no termina de estar muy claro del todo), Cherien Dabis explora la dinámica familiar como ejemplo de una realidad no siempre conocida por Occidente. O al menos es lo que debería ser, porque 'El verano de May' no sabe exactamente qué es lo que quiere contar, cuáles son sus focos de interés, y va dejando pildoritas, apuntando ideas, pero sin centrarse en ninguna, dando la imagen de desaprovechar cuantas oportunidades encuentra por el camino.
Problema de desconocimiento
Quizás el mayor problema con el que se puede encontrar el espectador medio con respecto a esta película es el desconocimiento general de las dinámicas sociales en Palestina, de la compleja, y rica en matices, situación que se vive en el día a día palestino. Dabis da por supuestos todos esos códigos y relaciones que para nosotros suponen un descubrimiento. Desde el trato que mantiene con la figura paterna (Bill Pullman), un americano ciertamente despreocupado, de buen nivel adquisitivo y que vendría a reflejar la posición norteamericana en la zona, a los roles que ocupan sus hermanas dentro de la familia. Todos ellos esconden interesantes conflictos y caminos a seguir para poder realizar un análisis sociológico de la Palestina actual, alejado de la sangrienta imagen que se da del estado en los diferentes noticiarios.
Y sin embargo la cineasta pasa de puntilla por ellos, como si realmente no fueran más que complementos de esa comedia dramática de corte costumbrista que nos presenta en primer plano. Decisión lícita, por supuesto, pero queda la impresión en el espectador de estar asistiendo al visionado de una propuesta que no sabe aprovechar su potencial. Esto es así porque en ese relato ambientado durante la preparación de la boda no quedan del todo claras las prioridades de la directora, cuál es la trama principal y cuáles las secundarias. ¿La relación madre-hija? ¿El lazo entre hermanas? ¿Las dudas de la familia y la propia novia ante el inminente enlace? Mientras la historia va meditando entre unas y otras sin definirse del todo, sigue la estructura más o menos convencional de las historias sobre casamientos. En lo referente a sus personajes, nos encontramos un poco más de lo mismo. Sorprende que sea el personaje de la madre quien goce de un discurso y una construcción más cohesionada, después de presentarse como el personaje, quizás, más desubicado de todos.
Siendo un título que se revela poco ambicioso, esconde su mayor atractivo en el trabajo actoral, con la propia Cherien Dabis, en ese rol protagónico, marcando el tono. Vemos un cuidado trabajo de la directora tanto delante como detrás de las cámaras arropando a sus intérpretes.
Nota: 5
Lo mejor: Cherien Dabis, actriz
Lo peor: Que no saque partido de sus ingredientes