Este año no hemos podido viajar mucho. Gran parte del tiempo nos hemos tenido que quedar, además, confinados en nuestras casas, que a estas alturas estaremos hartos de ver. Si tenéis la suerte de que en vuestra ciudad están los cines abiertos, se estrena una de esas películas que tiene la capacidad de haceros viajar sin levantaros de la butaca: 'El verano que vivimos'.
La película de Carlos Sedes, habitual de Bambú Producciones (que también están detrás de este título), nos traslada al Jerez de finales de los 50 para contarnos un romance tan de la casa de 'Las chicas del cable' o 'Velvet'. Pero la narración comienza unos cuantos años después, a principios de los 2000. Una joven (Guiomar Puerta) empieza de becaria en un periódico en Galicia, donde le ponen a cargo de las necrológicas. Un día encuentra una dedicada a una tal Lucía, y resulta que el misterioso remitente ha escrito una parecida cada año en las mismas fechas. Este punto de partida la llevará a recorrerse todo el país para descubrir la historia de Lucía y el hombre que estaba perdidamente enamorado de ella.
Blanca Suárez, Javier Rey y Pablo Molinero protagonizan la recreación de lo que ocurrió en 1958 en Jerez. Rey es Gonzalo, un joven arquitecto que viaja a la ciudad para hacerse cargo del proyecto de su mejor amigo, interpretado por Molinero: construir una nueva bodega que pondrá a Jerez en el mapa y supondrá la unión completa entre la bodega de su familia y la de su prometida, interpretada por Suárez. Para sorpresa de nadie, entre ellos comienza a fraguarse un triángulo amoroso. A 'El verano que vivimos' no se le podrá negar que da a su espectador objetivo lo que pide: tenemos amor y pasión, pero también tragedia y suspense de los que se ven venir, porque no hemos venido aquí a pasarlo mal, sino a sentir y a disfrutar de las vistas. La película, cuyo guion está escrito por Ramón Campos, Javier Chacártegui, Salvador S. Molina, Gema R. Neira y David Orea, está plagado de los mismos ingredientes que ha usado Bambú una y otra vez para sus series y películas, pero si el público vuelve es porque la fórmula funciona. Este es un producto muy para su público.
Hay varias cosas, eso sí, que van sosteniendo la película. Para empezar, Blanca Suárez y Javier Rey tienen una química eléctrica, por lo que lo básico está cubierto. Pero el que destaca sobre absolutamente todos los demás es Pablo Molinero, involucradísimo con su personaje, y que consigue algo muy importante: que sigamos pendientes de él aunque tenga las de perder en una historia como esta. Es un acierto que el pasado ocupe la mayor parte de la duración, porque el "presente" tiene muchísima menos fuerza, por muy interesante que sea seguir la historia a través de los artículos de periódico. Pero esa otra historia que se va fraguando ni tiene la química ni el tiempo suficientes para que podamos llegar a meternos en ella. Si aparecen, estaremos deseando volver al pasado.
Disfruta de las vistas
Porque las verdaderas ganadoras en 'El verano que vivimos' son Jerez y la Andalucía vinícola. La película es una preciosa postal del sur de nuestro país, con unas localizaciones impresionantes y una estupenda fotografía de Jacobo Martínez. Cada plano aéreo por las viñas, cada escena con el sol dándonos en la cara, cada casoplón lleno de pasillos en los que perderse nos ayudan a olvidarnos de lo que nos espera cuando terminen los títulos de crédito. Encapsulan perfectamente esos veranos perfectos en los que la única preocupación era juntarnos con los nuestros y brindar, brindar mucho. Por eso funciona mucho mejor la primera parte, que se afana muchísimo por sacar a todo y a todos bellísimos, que la segunda, que se vuelca demasiado en giros previsibles y en melodrama.
'El verano que vivimos' incide mucho en el tiempo, en cómo no se puede hacer un instante infinito y cómo no se puede detener cuando nosotros queramos. Pero esta película precisamente sí consigue algo que probablemente busquemos muchos de nosotros, ahora más que nunca: que el tiempo se detenga en la oscuridad de un cine y nos olvidemos de dónde estamos. Aunque sea por un ratito. Es una pena que su tramo final no sea tan cautivador para alargar esa sensación un poco más y que, al fin y al cabo, no haya mucho realmente rompedor o impactante en las dos horas de película más allá de lo visual. Si os gustan las propuestas de Bambú que involucran amoríos de época, 'El verano que vivimos' os gustará. Si no, se os hará muy cuesta arriba. Pero a pesar de ello se agradece que, por lo menos, consiga hacernos viajar cuando más lo necesitamos.
'El verano que vivimos' se estrena en cines el 4 de diciembre.
Nota: 6
Lo mejor: Pablo Molinero. Las localizaciones y cómo se muestran en pantalla.
Lo peor: Es tremendamente previsible y su tramo final se hace cuesta arriba. El presente es una buena idea bastante desaprovechada.