Neus Ballús estrenaba en 2013 'La plaga', uno de los debuts nacionales más premiados de la década. Una cinta coral que combinaba realidad y ficción para retratar una Barcelona carcomida por la crisis política que asolaba (y nunca ha dejado de asolar) toda España. La realizadora catalana regresa ahora con 'El Viaje de Marta (Staff Only)'. Una película en principio alejada de esos postulados, con un reparto profesional y desplazando el foco hasta Senegal. Sin embargo, en esta historia de crecimiento personal persisten muchos elementos que vertebran la corta pero interesante filmografía de Ballús.
La acción nos sitúa en un resort senegalés, al cual acude el propietario de una agencia de viajes junto a su hijo y su hija. Todo parece perfectamente programado para el turista occidental medio: la pulsera de todo incluido, el safari, los bailes tribales al anochecer. Frente a la resignación de su padre y la vitalidad de su hermano menor, Marta, que está a punto de cumplir 18 años, percibe el aire impostado de toda la experiencia. Es por eso que decide conocer de primera mano a las personas de su entorno, especialmente a dos trabajadores del hotel: un conductor que sueña con ser cineasta y una limpiadora que pone buena cara a su precariedad laboral.
Este último punto es uno de los nexos de unión más claros entre 'La plaga' y 'El viaje de Marta'. La cámara siempre se muestra preocupada por los espacios de trabajo y postrabajo, por la forma en la que las condiciones de explotación trastocan nuestras vidas incluso más allá del horario en el que acaba nuestro turno. Una situación que nos une más allá de cualquier origen, como también puede comprobarse en ambos filmes: si aquí tenemos a los trabajadores del hotel, en 'La plaga' dos de los personajes centrales eran migrantes en busca de una vida mejor (o menos mala). Pero a diferencia de cineastas de lo social como Ken Loach, la directora catalana no equipara precariedad con falta de dignidad. Los personajes de su cine tienen esperanzas y sueños: la lucha profesional, el cine...
Esa mirada humanista es lo que evita que la película caiga en la complacencia en su retrato de una África neocolonialista. La explotación económica ha continuado después de los procesos descolonizadores por mucho que no queramos verlo, algo que Ballús ejemplifica a la perfección a través de las dinámicas de sus personajes. En el punto de mira del filme siempre está la condescendencia del turista o/accidental, representada en ese padre distante (que finalmente también encuentra redención) interpretado por Sergi López.
Las mentiras del turismo de postal
La visión de la que parte Ballús a la hora de tratar todos estos temas es intachable, potenciada por la inclusión de imágenes caseras grabadas por algunos de los protagonistas. Con ellas la directora cumple un doble objetivo. Por un lado, mantiene la ambivalencia entre lo real y lo fingido/ficticio ya presente en su ópera prima (y en otra propuesta llegada este año desde Senegal: 'Atlantique', de Mati Diop). Al mismo tiempo, remarca lo impostado de las formas de turismo contemporáneas.
Es en la traslación de todas sus ideas discursivas y visuales a un mecanismo narrativo donde 'El viaje de Marta' se pierde en ocasiones. La cinta falla a la hora de justificar las motivaciones de sus personajes y no termina de construir a la perfección la química entre todos ellos. Ballús tiene claro "dónde" quiere llegar y "cómo" desea hacerlo, pero no muestra la misma convicción en "qué" lleva a sus protagonistas y al espectador de un punto a otro.
Un factor que impide que la luminosa interpretación de Elena Andrada, en todo momento los ojos del espectador, alcance las cotas de las grandes revelaciones del cine español reciente. Otro gran hallazgo interpretativo es Ian Samsó, con un personaje lleno de energía y "buena vibra" que escapa diametralmente del arquetipo habitual de adolescente torturado y esquivo.
No en vano toda la película busca huir de aquello que damos por sentado. Cuestionar una visión privilegiada de las cosas que persiste en el mundo occidental por mucho que seamos conscientes de ella. Y, pese a la grandilocuencia del mensaje y su tendencia al paternalismo, pone estas problemáticas sobre la mesa de forma sencilla, calmada, sutil y aparentemente ligera. Un viaje no exento de sobresaltos, pero finalmente placentero y reconfortante.
Nota: 7
Lo mejor: Como la directora habla de muchas cuestiones de actualidad de manera fluida e inteligente, evitando un tono grave.
Lo peor: En ocasiones la película se pierde narrativamente y no acaba de construir a la perfección ciertos conflictos.