Hay muy pocos cineastas en el panorama cinematográfico actual como Paul Verhoeven, capaces de hacer de la provocación y el desconcierto sus principales armas. Diez años después de dirigir su última película, 'El libro negro', el director neerlandés vuelve a ponerse detrás de las cámaras con 'Elle', que compitió en la sección oficial del último Festival de Cannes. A sus 78 años, Verhoeven ha creado una obra tan difícil de ver como de pensar y, por tanto, de escribir.
En 'Elle', Isabelle Huppert interpreta a una mujer que a priori tiene perfectamente dominados todos los aspectos de su vida. En el ámbito profesional, Isabelle (también se llama así en la ficción) es una exitosa ejecutiva que dirige una compañía de videojuegos; en el personal, mantiene una aventura con el marido de su mejor amiga (que a su vez es el mejor amigo de su ex marido), y lidia como puede con una familia que no se lo pone nada fácil. Mientras su madre no para de inyectarse botox y de mantener relaciones con hombres mucho más jóvenes que ella, su hijo está a punto de tener un vástago con una mujer a la que no soporta.
Otro elemento familiar clave, el cual no es conveniente desvelar por su incidencia en la trama (más por su influencia en el comportamiento de la protagonista, quizá), le sirve de justificación a Verhoeven para introducirnos en una espiral de provocación y desconcierto que no puede sino generar incomprensión en el espectador. Pero, una vez se conoce el estilo del cineasta y el filme se contextualiza dentro de su obra, únicamente queda la posibilidad de entrar en una irónica y brillante historia sobre los abusos sexuales y la familia. Y sobre muchas cosas más, pues sólo Verhoeven es consciente de las capas que esconde en su interior este trabajo en apariencia superficial.
La capacidad de sorprender
Una de las principales virtudes de 'Elle' no es otra que su indudable capacidad de sorprender una vez tras otra, situando al espectador en una posición incómoda, la de aquel que no sabe en ningún momento lo que va a ocurrir. Por eso, y a pesar de lo divertida que es (porque, digámoslo ya, Verhoeven ha creado un thriller psicológico más gracioso que la gran mayoría de comedias), la cinta logra mantenerte en tensión en todo momento, en un estado de incertidumbre que únicamente desaparece (o, mejor dicho, disminuye) cuando el humor negro se convierte en el protagonista de la escena. Así que podemos decir que el director de 'Instinto básico' y 'Showgirls' sigue en plena forma a los 78 años, pues en 'Elle' nos deja algunos de los momentos más inspirados de toda su carrera.
Si hay algo que hace imprescindible el visionado de 'Elle', más allá de sus incuestionables virtudes cinematográficas y la maestría de Verhoeven tras las cámaras, es su forma de tratar irónicamente una agresión sexual sin frivolizar en ningún momento. ¿De verdad es posible eso?, se preguntarán muchos. Pues sí, claro que lo es, máxime cuando el filme en cuestión no pretende explicar nada y decide no guiarse por la lógica en su desarrollo, sino realizar un estudio psicológico de la protagonista y retratar el deseo en su vertiente más oscura y compleja. Y todo ello, absolutamente todo, sin ofrecer respuestas y conservando el factor sorpresa durante todo el metraje.
Por todo lo mencionado y por muchas cosas más, nos encontramos ante un trabajo único, que solamente podría haber ideado una mente como la del director holandés. Y es que la película está llena de imágenes cargadas de significados y subtextos, y todo aquello que pueda parecer gratuito o innecesario quizá no sea más que un arrebato de genialidad del inagotable imaginario del cineasta. 'Elle' es mucho más que un tratado sobre el deseo o una historia de venganza (la película abarca muchos campos y nunca parece dirigirse inequívocamente a ella), y tan pronto se introduce en el seno de una familia burguesa como nos muestra los problemas en las relaciones de pareja a cualquier edad, con una fresca y desprejuiciada visión del mundo que nos rodea impropia para una persona de la edad de Verhoeven. Su mirada se (y nos) introduce en la vida de Isabelle y en la de sus allegados, oscilando entre la frialdad e incomodidad del mejor Haneke y la mordacidad de un humor que atrapa en su desconcierto.
La pantalla es de Huppert
Vayamos ahora con Isabelle Huppert. A estas alturas poco se puede decir sobre la que sin lugar a dudas es una de las mejores actrices vivas, amante del riesgo y capaz de transmitir mil y una sensaciones con cada uno de sus personajes. Y si su presencia es siempre, sin excepción, un valor seguro, aquí realiza además una de sus mejores interpretaciones. Huppert desata las risas de la platea desde la frialdad de sus gestos y la madurez de su mirada, metiéndose en una espiral de autodestrucción que no acertamos a comprender. Pero, ¿a quién le importa hacerlo? ¿Acaso pueden explicarse las reacciones y comportamientos de todos y cada uno de nosotros? Verhoeven lo tiene claro, y en su juego únicamente tienen sentido los instintos básicos. Y la actriz francesa, claro, que aquí se convierte en su principal cómplice.
Aunque en algún que otro momento peque de irregular, con tramos en los que la brillantez inicial se va diluyendo, 'Elle' es una de las películas más reveladoras de los últimos años. Es Verhoeven en estado puro, con muchas virtudes y muy pocos defectos. Otra muestra de que las temáticas e historias, aun estando en peligro de extinción, pueden llegar a buen puerto si detrás hay una mano talentosa y una mirada dispuesta a restablecer el orden las cosas, al menos en lo que respecta al marco cinematográfico. Una película con mucho fondo, llena de lecturas tan interesantes como perversas, cuya forma y tono hacen de ella una experiencia dolorosamente placentera.
Nota: 8
Lo mejor: Que su capacidad de sorprender está presente en todo el metraje. Verhoeven, más Verhoeven que nunca.
Lo peor: Que en algunos momentos se diluye la brillantez inicial.