En este período de pandemia, la exhibición cinematográfica ha sido una de las industrias que más ha sufrido. Entre confinamientos, toques de queda y desconfianza del público por regresar a las salas, se ha añadido la competencia de las plataformas en streaming, las cuales han aprovechado esa desventaja para buscar un cambio de era, prueba de ello han sido los muchos títulos pensados para la gran pantalla que han terminado enterrados en el catálogo de servicios de vídeo bajo demanda.
Por eso, que películas como 'El engaño' lleguen a cines frente a otras como 'BAC Nord: Brigada de Investigación Criminal', 'El efecto Marcus (Los casos del Departamento Q)' o 'In Fabric' ahora molestan mucho más que antes de la pandemia. Dirigida por el español Luis Prieto y escrita por David Loughery, esta propuesta busca ser una especie de reinterpretación millennial de los thrillers noventeros, con una protagonista rubia mala malísima al más puro estilo Sharon Stone en 'Instinto básico' o Madonna en 'El cuerpo del delito'.
Sin embargo, todo parece una parodia de esa época. No solo porque la trama carezca de lógica, es que ninguna escena despierta intriga ni interés. Aunque Cameron Monaghan busca demostrar que es capaz de tener papeles de acción, dada su juventud, cuesta mucho verlo en el papel de marido divorciado y con hija ya crecidita. A ello hay que sumarle que cuesta creer que un genio de la tecnología relacionada con la seguridad, con presunto carácter desconfiado, fuese tan ingenuo de abrirle las puertas de su casa de par en par a una desconocida, por más guapa que fuese.
Una historia en la que solo falta la niñera asesina
Se produce así una sucesión de secuencias que no es que den la impresión de que se han visto antes, sino que están realizadas de manera tan básica, que dan la sensación de ser un telefilme de sobremesa. Es más, solo faltaría que la villana protagonista, interpretada por Lilly Krug, fuese la niñera de la hija del millonario crédulo. A ello hay que añadirle lo desaprovechado que está John Malkovich, el cual parece una caricatura que si no apareciese en la película, nadie lo notaría.
Y, claro, ante una propuesta tan desatinada, la sensación de que su puesto debería ocuparlo cualquier título vendido a plataformas aumenta. Un título que podría ser un placer culpable en su emisión en una cadena privada a las 16:00, pero que un estreno en cines no es solo que le venga grande, sino que cuesta creer que logre tener un efecto arrastre en una taquilla ya de por sí maltrecha. Una oportunidad perdida de tener un estreno decente en salas.
Nota: 2
Lo mejor: Ver que John Malkovich aún tiene energía.
Lo peor: Trama previsible, situaciones absurdas que provocan más risa que otra cosa y que es más carne de televisión que de cine.
