Tras deslumbrar con la fabulosa 'Cerdita', una ópera prima que fue toda una declaración de intenciones y con la causó sensación en el pasado 2022, Carlota Pereda regresa con 'La ermita'. Esta vez, deja la árida Extremadura para irse a las neblinas del verdor del País Vasco, que envuelven a la región entre la leyenda, la tradición y la mitología. Proyectada en la Sección Oficial (fuera de concurso) del 56 Festival de Sitges y en la que se pasa al drama con tintes sobrenaturales, dejando del lado el terror con toques gore y slasher.
No solo es dejar el terror más crudo fuera de acción, dado que un asesino en serie amenazaba a un pequeño pueblo extremeño y vivía una extraña conexión con la protagonista, una joven que era acosada por sus compañeros de clase por su sobrepeso. Se trata de pasarse más bien a un estilo de drama que, conforme va revelando sus intenciones, recuerda demasiado a la forma en la que Juan Antonio Bayona narra sus historias, en las que hay niños que utilizan la fantasía para evadirse de la dura realidad.
Es más, es imposible no acordarse de 'Un monstruo viene a verme'. No obstante, Pereda, quien firma el guion junto con Albert Bertran Bras y Carmelo Viera, opta por comenzar con un relato más cercano al misterio y el thriller, con una niña buscando poder hablar con los espíritus, concretamente con el alma de una menor que fue encerrada en la ermita del pueblo durante la peste negra, siglo atrás. Aunque puede verse que las verdaderas intenciones son poder seguir conectada a su madre, enferma de un cáncer terminal, se esperaba que la cinta fuese a más, tal y como hizo Pereda con 'Cerdita'.
Una película que logra estar a la altura de la magistral 'Cerdita'
Y es que la cinta termina yéndose por lugares comunes y apostando más por las escenas lacrimógenas que llevar el relato por una senda más atrevida, más cercana a ese universo de mitos y leyendas, con toques de novela gótica, que plantea al inicio de la historia. Es más, se desperdicia el convertir la mirada de la pequeña en un narrador poco fiable, al más puro estilo de Henry James, tal y como hizo Ángeles Huerta con 'Cuerpo abierto', en la que supo aprovechar mejor esa aura de misticismo que tiene el norte de España.
A pesar de tener correctas interpretaciones, destacan aquellas en las que Loreto Mauleón, quien encarna a la madre de la niña protagonista, tiene que interactuar con la pequeña Maia Zaitegi. Transmiten ese drama familiar que, realmente, busca narrar Pereda. Ahora bien, que esas escenas sean desgarradoras y bien ejecutadas no implica que su relación con el resto de la obra no esté del todo bien ensamblada. Pues, al final, el filme opta por irse hacia esa parte más emocional y dejando en un plano muy secundario lo fantástico y el terror.
Puede que las propias expectativas que había generado la magnífica 'Cerdita', 'La ermita' produce una sensación de paso hacia atrás en lo que respecta a las propuestas de género de Carlota Pereda (a la espera de ver qué producirá en sus siguientes largometrajes como directora). Un relato que daba para más, inclusive si se trataba de una propuesta no original y de encargo (Isabel Coixet, David Trueba o Paula Ortiz han demostrado que es posible realizar este tipo de producciones de forma eficiente y con películas más que notables).