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CRÍTICA

'La Escuela del Bien y del Mal': Una película no tan original de Disney Channel con esteroides caducados

Un invisible Paul Feig dirige la adaptación del best-seller de Soman Chainani para Netflix con el gran descubrimiento de Sophia Anne Caruso y Sofia Wylie como princesas de un cuento Disney superficial y repetitivo.

Por Rafa Jiménez Más 19 de Octubre 2022 | 10:35
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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'La Escuela del Bien y del Mal': Una película no tan original de Disney Channel con esteroides caducados

Con el cine tan saturado de héroes y villanos, no es de extrañar que algunas películas se pregunten qué los hace tan buenos y tan malos (al menos en el pasado, cuando esos arquetipos no eran tan grises como en la actualidad). Todo el mundo ha crecido con príncipes y princesas de referencia, pero el autor americano Soman Chainani ha querido contar cómo llegaron a ser los protagonistas de sus historias. Lo hizo entre 2013 y 2020 con su saga literaria 'La escuela del bien y del mal', y lo repite ahora como guionista y productor de la adaptación del primer libro con estreno en Netflix el miércoles 19 de octubre. Paradójicamente, y por mucho que el gigante rojo del streaming llene la pantalla con un reparto y vestidos de altura, la película se acaba sustentando demasiado en esos estereotipos superficiales tan pasados como aquellos héroes y villanos herméticos con los que crecimos; si ya no están, será por algo.

Érase una vez lo mismo de siempre

Desde el comienzo, ya parece querer romper los estereotipos: la pobre chica soñadora del pueblo y su mejor amiga marginada son secuestradas a la Escuela del Mal y del Bien, respectivamente. Ambas chocan con la representación más excéntrica de los clichés de princesas y villanos que no parecen corresponder con su carácter. Parece entonces que el objetivo del film es romper esos estereotipos. Sin embargo, en lugar de analizarlos y deconstruirlos, emplea sus entretenidas dos horas y media de metraje en reiterarlos a través de personajes y escenas irrisorias. Hasta cuando trata de invertir los dos bandos, siguen representando esos mismos arquetipos ya tan poco inverosímiles. Todo en la película es blanco y negro, o negro y blanco.

Esta trama (y casi todo el apartado técnico) parece más propia de Disney+ que de Netflix. De hecho, este nuevo mundo de historias recuerda demasiado al de la reciente saga de Disney Channel 'Los descendientes', al utilizar de nuevo a todos los hijos de villanos y héroes divididos en dos reinos. Incluso el conflicto de la villana como princesa frustrada es idéntico al de 'Los Descendientes 3'. Es cierto que el libro se publicó dos años antes del estreno de la primera entrega de Kenny Ortega, pero este multiverso de personajes más allá de sus cuentos ya lo exploró con mucha más profundidad la serie 'Érase una vez' desde 2011. Teniendo en cuenta los guiños del guion a ratones y teteras parlantes, es bastante sorprendente que 'La Escuela del Bien y del Mal' se base tantísimo en las adaptaciones Disney sin tener sus derechos.

La historia de dos amigas, no de un universo

La única traza personal visible del director Paul Feig ('Espías') es la vibrante dinámica de personajes femeninos protagonistas. Es cierto que esta love story de cuento ya la revolucionó 'Maléfica' de la misma manera, cambiando el amor romántico por otros tipos de amor igual de importantes. Pero la amistad de Sophie y Agatha se siente muy real por la vibrante química de sus dos jóvenes protagonistas y sus progresivos descensos y ascensos que aprovechan bien todos los minutos de metraje. No solo no se achantan ante secundarios imponentes, sino que demuestran ser capaces de llevar una película por sí solas.

Ellas dos son el gran descubrimiento de la película. La casi debutante Sophia Anne Caruso juega con todo en los dos arquetipos que le dan, tan divertidos como extremos y superficiales. Por su parte, la protagonista de 'High School Musical: El Musical: La Serie' Sofia Wyle mantiene esa intensidad de drama adolescente mientras es el único personaje con grises que se dedica toda la historia a gritarle a todo el mundo lo superficiales que son y lo blanco y negro que está siendo la película; literalmente, la mayoría de sus diálogos consisten en quejarse de lo que está fallando en el guion. Paradójicamente, este es el mejor ejercicio de metanarrativa de un film tan auto-consciente. Aparte de aportar esa complejidad y un poco más de seriedad, también sabe llevar con naturalidad e interés progresivo su química con Jamie Flatters, a quien veremos pronto en 'Avatar: El sentido del agua' y sus dos siguientes secuelas.

Sofia Wylie y Jamie Flatter en 'La Escuela del Bien y del Mal'

Entre el resto del reparto coral maniqueo más típico de Disney Channel, los profesores VIP tampoco aportan ni la seriedad ni la profundidad suficiente como para construir un universo interesante y posiblemente expandido como 'Harry Potter'. A pesar de su extensa duración, el montaje no da tiempo a crear una narrativa de clases diarias que quizá habría necesitado un formato de miniserie como el que le ha dado Netflix a 'Destino: La saga Winx'. Y las pocas veces que se muestran, parecen estar dirigidas como esos arquetipos que el guion a veces critica. Así que eso es lo que hacen los actores: sobreactuar la fantasía, como en la otra fallida ficción de Netflix sobre los cuentos, 'Érase una vez... pero ya no'.

Charlize Theron se va al extremo tanto como su villana de 'Fast & Furious 8' pero en modo infantil. Kerry Washington sonríe impasible e inquietante como si fuera una de las abducidas de 'Déjame salir'. Laurence Fishburne tiene dos escenas en las que pasa completamente desapercibido. A Michelle Yeoh ni le interesa lo que está pasando. La mejor actriz secundaria es, precisamente, la única que no se ve: Cate Blanchett recuperando su voz expresiva de 'Cenicienta' como la narradora de la película.

Blockbuster sin presupuesto

Con tanta superficialidad, es incluso más loable uno de los puntos fuertes de la película: entretiene. Ocurren muchas cosas, de manera natural, y todas ellas (sobre todo las batallas) están rodadas con mucha ambición. En esos momentos más movidos sí que luce como un auténtico blockbuster de cine, pero luego el flojo empaque visual nos recuerda que está más cerca de la TV tradicional. La primera parte en el pueblo desengancha desde el principio ante la pobre puesta en escena de una historia supuestamente épica. Más tarde, en los castillos brillan más las bien coreografiadas peleas físicas con espadas que los sorprendentemente acartonados efectos y decorados.

Esas pretensiones de gran película se ponen en evidencia cuanto más grande es la pantalla de visionado, tal y como le ocurrió a 'Paradise Hills'. Sin embargo, aquella supo compensarlo con un mensaje reivindicativo más potente y un estilazo constante de la española Alice Waddington en cada plano, sea muy caro o barato; 'La Escuela del Bien y del Mal' podría estar dirigida por cualquier director normal para cualquier cadena de televisión. Dice mucho del ritmo del film que el dinamismo que no le da el director lo aporte una acertadísima selección musical con Billie Eilish y Olivia Rodrigo. Pero esa playlist la puede incluir cualquier película de Disney Channel; o incluso mejor, crean la propia suya. De hecho, en muchos momentos donde ya se rozaba el ridículo, la película pedía a gritos ser un musical para marcar un poco más la intensidad y personalidad de las batallas, como hace el 'Knight Falls' de 'Los Descendientes 3' compensando esta misma falta de presupuesto con creatividad.

Michelle Yeoh, Charlize Theron y Kerry Washington en 'La Escuela del Bien y del Mal'

El único aparato técnico donde sí destaca la película es el vestuario y el maquillaje, más propio de la gran pantalla. Y de las pocas ventajas que saca a su contexto fantástico es ese reparto tan diverso de príncipes y princesas, sin polémicas de por medio al no adaptar con ellos a ningún personaje histórico o ya escrito con anterioridad. Ahí coge calidad, en su propia identidad. Pero tristemente, 'La Escuela del Bien y del Mal' se conforma con entretener superficialmente gracias a los esfuerzos de sus dos protagonistas y a pesar de sus lastrados apartados narrativos y técnicos.

Nota: 5.

Lo mejor: las luchas y el vestuario.

Lo peor: la superficialidad constante de los conceptos del bien y el mal en los personajes.