Del mismo modo en el que existe cierto cine independiente estadounidense que nos ha servido para que podamos acercarnos a una serie de espacios de una inmensa nación, me pregunto qué podrá sentir cualquier espectador medio yankee que llegue hasta 'Espíritu sagrado' creyéndose que va a ver una propuesta indie española.
Seguramente, la primera sorpresa llegue cuando descubra la forma con la que Chema García Ibarra retrata Elche como si fuese un espacio donde no parece sorprender que sea un lugar de reunión para aficionados a la ufología, videntes retiradas adictas al animal print, y extrañas desapariciones.
Esa enumeración de personajes podría campar a sus anchas en la América profunda, y no desentonaría si nos la encontrásemos como parte del escaparate de un relato en una localidad perdida de Arkansas, o incluso si fuesen actores secundarios en una trama concebida para los barrios de la periferia de un Los Ángeles retratado por Sean Baker.
Sin embargo, lo mejor de 'Espíritu sagrado', es la forma con la que García Ibarra logra que ese costumbrismo que expone sin tapujos desde la primera frase que podemos oír, sea algo que nada tiene que envidiar a aquellas propuestas del indie estadounidense (por nombrar una nacionalidad con la que el espectador puede sentirse más cercano). Costumbrismo y naturalidad. Esas serían las principales bazas de lo que propone el cineasta.
Con una trayectoria cimentada en el cortometraje, la obra de Chema García Ibarra se ha paseado por algunos de los mejores festivales de cine del mundo. Además, y para acabar de redondear ese símil que hacía entre su costumbrismo y el que puede verse en cualquier otra producción al margen de Hollywood, 'Protopartículas' fue premiado en la edición de 2011 de Sundance, la cumbre del cine independiente norteamericano.
'Espíritu sagrado' es capaz de conectar con un tipo de público que está dispuesto a sacrificar la resolución formal, pues García Ibarra continúa con una de las máximas de su cine: trabajar con actores no profesionales y ahondar (sea como sea) en los recovecos del costumbrismo. Este se verá aderezado con canciones al ritmo de 'Zombie', aunque no por la original y sí apostando por la versión de Los Sobraos. También suena hardcore, hay cacharros de feria, inflables con tremendo y oscuro mensaje, y vecinas cotillas que traman a sus anchas entre café con leche e impertinencias varias.
Indefinible oda a la Elche obrera
Es difícil definir 'Espíritu sagrado' más allá de lo dicho, porque entre ese costumbrismo y la tendencia al humor absurdo que parece planear sobre la historia, están los destellos de una historia malsana a través de una estética kitsch que es oro puro, la cual se convierte en una especie de ensoñación cinematográfica que también sirve de oda a Elche y los barrios obreros. Porque el levante también puede ser un plató de cine, y aquí acaba siendo además algo tan realista como místico.
Nota: 8
Lo mejor: La genuina forma con la que Chema García Ibarra retrata a sus personajes y los espacios.
Lo peor: No entrar en su juego por culpa de una propuesta formal que puede no conectar con todo el público.